Un mejor papá, en Netflix

Bueno, con ese título no empezamos muy bien, pero es una melosa traducción de Bob Trevino Likes It, porque todo comienza con un mensaje por Facebook enviado por una joven solitaria a un hombre que puede ser, o no, su pariente.

Si suena un poco raro hay que aclarar que exactamente eso le pasó a la directora Tracie Laymon, y todo lo que pasó después, también.

Y lo que pasó después está muy lejos de ser la ya lamentablemente típica historia del abusador serial que contacta por las redes a sus víctimas. Porque esta pequeña y muy entrañable película narra la relación entre una joven y un hombre con la edad de su padre, pero donde no hay sexo sino más bien una sutitución. Luego de un malentendido, ese extraño al que apenas conoce vendrá a ocupar el lugar de su padre.

Un padre que existe pero que, en el fondo, no siente mucho cariño por su hija. Y hay que ver lo que es su hija.

Interpretada de manera fenomenal por Barbie Ferreira –una de las muchachas de Euphoira–, es un ser insoportable y torpe pero inevitablemente querible. Tiene sobrepeso, le va muy mal en sus relaciones amorosas, apenas tiene amigas, y cuando necesita el apoyo paterno no lo tiene como debería, con un padre entre ausente y delirante, que solo aparece para hacerla pasar mal.

Ahí entra el personaje de Bob Trevino, un John Leguizamo maduro que es el ser más sensible y bueno del mundo, al menos para la pobre Barbie. Y en ese juego de dos que nada tiene de perverso ni morboso, la relación crece cruzada por algunos problemas laborales de él o las tremendas apariciones del “verdadero” padre de ella.

Como decía, todo esto le ocurrió en la vida real a la directora y decidió plasmarlo en una película sencilla y humilde que sabe cómo llegar al corazón de cualquiera que la vea. Sin inventar la pólvora, sin dárselas de algo que no es, sin pretención ninguna, Un mejor papá es una de esas pequeñas películas que uno difícilmente olvidará.

A estas alturas, cuando las plataformas arrojan un día sí y otro también producciones de todo tipo, que todavía haya artistas que sepan como adueñarse de la atención del público para llevarlos un paso más allá del mero entretenimiento, no es poca cosa.

La película ya fue merecedora de algunos premios y la crítica no se cansa de alabarla, pero ni siquiera eso es lo que busca ni su directora ni su obra, si bien puede ser cierto que mal no le viene.

Porque el filme es lo menos ampuloso y lo más sencillo que se pueda concebir, dos elementos que son su verdadera fortaleza, en un reflejo exacto de lo que son sus mismos personajes.

Difícilmente ocurra, pero tanto Barbie Ferreira como John Leguizamo merecen, por sus actuaciones, más el Oscar que muchos otros que se los han ganado. Aunque la total entrega que ofrecen aquí es, en definitiva, el mayor logro y el mejor premio al que aspirar.

Fabio Penas Díaz