En el tambo, “lo que uno produce no vale nada y lo que se compra vale mucho”, dijo joven productor

“Está muy complicado para seguir produciendo en un tambo, porque los números no dan, entonces lo que uno produce no vale nada y lo que se compra vale mucho, haciendo que todo sea muy complicado”, precisó a EL TELEGRAFO Matías Manito, joven productor de la zona de Guaviyú.
Cuando uno de los mayores inconvenientes que enfrenta el sector lechero en la actualidad es la falta de recambio generacional, Manito le hizo frente a las adversidades y siguió trabajando en el emprendimiento familiar. En un principio, estudió en Quebracho mientras aportaba su trabajo para ayudar a su padre y hoy dirige el ordeñe y la producción del tambo.
Pero también es consciente de la situación del país y cómo los cambios han determinado que estar al frente de un emprendimiento no es sencillo. “Si vamos a la realidad, trabajar de peón en algún establecimiento es mejor que estar al frente de un tambo”, porque “los gastos que hay en el tambo y en el campo son muchos”.
“Acá lo que se debe hacer es hilar muy fino”, resalta el productor. “Hay veces que por más fino que uno hile no llegás a fin de mes. Más allá de que es un predio chico, que no llega a las 200 hectáreas, los costos son muy altos para todo lo que se tiene en general en el campo”. Y enfatizó que “llegás a fin de mes y si te quedan 500 pesos es mucho; hay veces que tampoco te queda nada”.
Para que el panorama cambie, sostiene que debería cambiar “bastante el precio de la leche, pero paralelamente bajar el costo de los insumos, la energía eléctrica, el precio de los combustibles. Cambiar mucho para poder llegar a fin de mes y ver que algo te quedó”. De todas maneras, aclara que vivir solamente del tambo “no se puede. Y menos para un productor pequeño, es muy difícil”. Actualmente, Manito ordeña 80 vacas de un rodeo de 170 ejemplares que están en el predio, más 30 a 40 terneros guachos. A esto se suman algunos animales en pastoreo, que es imposible tenerlos en el tambo debido a lo limitado de la extensión del predio.
Cuentan con 17 hectáreas de pradera y otra extensión de avena. Además, hay un lugar destinado exclusivamente al micropicado. Otra parte es monte y unas 10 hectáreas son de reserva de pasto para el invierno.

LAS LLUVIAS
Las intensas precipitaciones que se vienen registrando en mayo, que hacen recordar los más de 600 milímetros del año pasado, tienen a maltraer a Manito –y a los productores lecheros en general– por las dificultades que generan para el normal funcionamiento de un tambo.
“Hoy el Guaviyú está todo campo afuera”, aclaraba el joven productor el pasado viernes, tras recibir 130 milímetros entre la noche del jueves y la madrugada del viernes. Si a eso se le suman los registros anteriores, que son prácticamente semanales, “hoy llevamos más de 210 mm y todavía no terminamos el mes”, dijo, al referirse a un mes en donde el promedio es de 77 mm.
Explicó que “las vacas no se pueden echar a las avenas debido al exceso de lluvias, y si las vacas ingresan, pisotean todo y entierran la avena. Hay que darles fardos para que coman y los micropicados que uno tiene de reserva para el invierno ya los estamos gastando”, dijo.
“El campo natural está algo pelado y las avenas están bastante pasables y lindas, pero el problema es que para no romperlas, porque recién estamos ingresando al invierno, sacamos el ganado al campo natural”.
Sostuvo que “tampoco podemos echarle urea o abono para que vengan más las avenas. Por un lado, por los altos costos que eso insume, lo que hace muy difícil arriesgarse a tirar 100 kilos de lo que sea y que venga una lluvia de estas y te lleve todo”.
Manito indicó que “hacemos todo lo posible para sacar la mayor cantidad de leche y tenemos todas las ganas de obtener las mejores pasturas, pero con el clima como viene está muy difícil para hacer proyectos a largo plazo”.
Sobre la caminería interna, dijo que está pasable, porque se ha gastado bastante plata para mejorarla, aunque esta gran cantidad de agua ya comienza a romperla por todo lados”. Con respecto al ingreso al tambo, “es de mucho barro, lo que genera dificultades para el normal paso de los animales”.
En lo que va del mes, en la Estación de Meteorología de Paysandú llovió 145 milímetros (el promedio es de 77 para mayo), aunque solo entre el jueves y viernes llovió 83 mm.