Investigación ovina insiste “con materiales genéticos que no se usan en países que tomamos de ejemplo”

El ingeniero agrónomo Gianni Bianchi, consultor privado del sector ovino, cuestionó la relevancia que puede tener para la producción ovina nacional “seguir insistiendo, desde la investigación, con materiales genéticos que ya no se usan en países que, paradójicamente, los usamos todos los días como ejemplo de lo que se debe hacer en ovinos”.
El exdocente e investigador de la Eemac manifestó a EL TELEGRAFO que “no hace más de un mes se difundió en la prensa la realización de una jornada en la Facultad de Agronomía en Paysandú, donde en realidad no se presentaban datos de ninguna índole, sino que se contaba cómo se iba a desarrollar un proyecto de investigación en el que se pretende comparar el desempeño de cinco razas: Corriedale, Corriedale Pro, Donhe Merino, Romney Marsh y Highlander”.
Dejando de lado la muestra de ovejas Corriedale de una línea resistente a parásitos gastrointestinales y el bajo número de animales por raza, y considerando las características reproductivas a evaluar, quizás subsanable con el número de años que tiene previsto desarrollarse el proyecto (cinco años), “llaman poderosamente la atención algunas de las razas contempladas”, dijo el profesional.
En primer lugar, mencionó el Corriedale “pro” (25% Milchschaf + 25% Finnish Landrace + 50% Corriedale), al que considera “un invento uruguayo. Es una raza que no está estabilizada como tal y que no tiene en el país un número de animales suficientes”. Pero además, se pregunta “¿qué cosa nueva o diferente puede aportar al país una nueva raza compuesta que mantenga un 50% de sangre Corriedale? Dicho de otra forma, si se quiere mejorar la prolificidad de esta raza –a pesar de que hay muchos lugares donde se está lejos aún del potencial alcanzable del propio Corriedale por deficiencias alimenticias, sanitarias y de manejo–, ¿porque no cruzarla directamente con Finnish Landrace o absorberla directamente por Highlander?”
Mencionó que “hay ejemplos de ambas alternativas con resultados más que satisfactorios. Hay que ver los resultados de la investigación nacional o preguntarle a los productores que ya lo están haciendo. En esos sistemas de producción, la lana es netamente marginal, porque lo que define el ingreso es el volumen extra de corderos”.
Desde su punto de vista, “no tiene sentido considerar esta nueva alternativa racial en la evaluación de razas ya consolidadas y con un número de animales más que representativo en el país o con representatividad en países donde la oveja es importante. Esto último no corre para el caso de la raza Corriedale”.
Aclaró que “basta echar un vistazo a lo que representa el Corriedale en países como Australia y Nueva Zelanda para preguntarse por qué razón en ninguno de los dos países más importantes del mundo en carne y lana esta raza casi desapareció, mientras que cualquiera de las otras tres (Dohne, Romney Marsh o Highlander) tienen una importancia creciente o relevante según en el caso”.
Y cuestionó por qué en el país “cuna” del Corriedale, como es Nueva Zelanda, “hay que recorrer las dos islas para encontrar un número significativo de animales puros de dicha raza. Si esto es así, la pregunta inmediata es ¿qué relevancia puede tener para la producción ovina nacional seguir insistiendo con materiales genéticos que ya no se usan en países que paradójicamente los usamos todos los días como ejemplo de lo que se debe hacer en ovinos?”
La única raza no evaluada en el país de todas las que se presentan en el proyecto es la Highlander “y no parece sensato compararla con razas de lana o doble propósito”, precisó Bianchi. “Esa raza tiene la enorme ventaja de reunir en un único material características maternales excelentes producto de los genes Finnish Landrace y en menor escala –por qué no Romney Marsh–, carniceras del Texel y de rusticidad y producción de lana del Romney Marsh”.
Para el técnico, el Dohne Merino “ha demostrado su contribución como raza doble propósito, quizás la única raza verdaderamente doble propósito del país con lana fina y blanca de calidad y con un cordero de buenas características carniceras. No en vano ocupa un papel relevante en Australia y Sudáfrica, y muchos corriedalistas (también de la raza Merilin) del país la han escogido para cruzar o absorber y mejorar rápidamente su finura, el color, destapar cara y garreo, y aumentar la cantidad de carne. INIA ya lo demostró con Corriedale precisamente hace años en sus ensayos en Glencoe”, expresó.
Sostuvo que el Romney Marsh “es la raza mayoritaria en Nueva Zelanda, el país con mayor producción de corderos del mundo”. Cada una de estas tres razas tienen sus sistemas de producción donde desarrollarse “y, desde nuestro punto de vista, no tiene demasiado sentido compararlas. Es bastante lógico esperar que el Highlander supere al Romney Marsh –ya que además de incluir esta raza, posee genes Texel y prolíficos de Finnish Landrace– y sobre todo al Dohne Merino, que a pesar de tener lana de excelente calidad, nunca compensará las diferencias en carne, particularmente en desempeño reproductivo, sin considerar eventuales problemas de patas en el ambiente en que será evaluada, frente a las otra dos recién nombradas menos susceptibles al pietín”.
Precisó que, en todos los casos, “el Corriedale será el de peor comportamiento y, a pesar de ello, dudo que cambie la estructura racial dominante del país. Seguiremos siendo el país donde hay más Corriedale del mundo, aunque ello no signifique lana más fina, ni más carne, ni más corderos”, apuntó Bianchi.
ALTERNATIVA GENÉTICAS
Entiende que, en el país, “ya existen alternativas genéticas –sin considerar las prácticas de alimentación y manejo disponibles hace décadas– para producir hasta el doble de lo que estamos produciendo. No parecen razonables ni necesarios nuevos genotipos, que ya están, son más que suficientes y si no producen más es porque no se les dan las condiciones de alimentación, manejo y sanidad para que expresen su potencial productivo”.
Para Bianchi, la investigación nacional “ha generado un sinnúmero de herramientas que por distintas razones no se utilizan en forma masiva. Seguimos precisando en promedio dos ovejas para destetar un cordero, cuando perfectamente podría ser al revés”.
“Tenemos un año el cordero en el campo para comercializarlo, cuando la investigación nacional y algunos productores han demostrado que se puede engordar y vender en menos de la mitad de ese tiempo y que ese vellón extra no compensa el tiempo y el campo que ocupa ese animal”.
Y aclaró que “no es necesario esperar cinco años más para ver qué ocurre, en lo que a evaluación de estas razas se refiere. ¿Qué cosa diferente se espera encontrar? ¿Cuál es, en definitiva, la importancia para el país?”, se pregunta el técnico ovino.