Lamarca bajó persiana luego de 157 años

La ferretería de Leandro Gómez, entre Setembrino Pereda e Independencia, ha sido un emblema de Paysandú desde 1860. El pasado viernes 30 de junio llegó a término la vida de esta empresa familiar que culmina en la cuarta generación. El inventario será rematado el domingo 8 y el domingo 15 de julio.
El negocio lo había arrancado Blas Lamarca, el bisabuelo del hoy dueño de la ferretería, Gustavo Lamarca. Blas había llegado del sur de Italia, de la región de Basilicata. Las siguientes generaciones siguieron con el local, que supo tener también características de bazar, hasta que más de un siglo y medio después ya no hubo nadie que quisiera tomar la posta. “La cuarta generación tenía intención de que la cosa continuara, pero de los cinco hijos ninguno quiso seguir. Este es el motivo”, explicó Gustavo a EL TELEGRAFO. Había que “tomar una determinación”, continuó. Esta idea de desprenderse del negocio nació “hace un par de años” cuando un importador de Montevideo le quiso comprar la ferretería. “Le dije que no estaba a la venta, pero maduró la idea y llegamos a un acuerdo. Mis condiciones eran lisas y llanas, solo pedía que quedaran los dos empleados, que son como de la familia. Lo aceptó. Pero al año se le dio vuelta el estofado, me dijo que no podía comprar”, añadió.
Pero siguió avanzando la idea de desprenderse del negocio. “Hice una ronda de consultas con mis hijos. No hubo interés, me dijeron que hiciera lo que quiera. Entonces, al no poder vender, entró la idea del remate”, subrayó Gustavo que, de todos modos, si aparece un nuevo interesado en comprar, “podría escucharlo”. Le encantaría, a su vez, que el local conservara el nombre.
Gustavo llevaba casi 49 años trabajando en la ferretería. Ingresó poco después de acabar el liceo, el 20 de enero de 1969″.
“Los tiempos transcurrieron, hace medio siglo que estoy acá dentro. No quiero morir trabajando. Tengo ganas de tomarme mis tiempos, no es que esté cansado. Estoy contento, feliz. Esto no es traumático, para nada. Le mandé mensajes a mis hijos, les dije que estamos en el penúltimo día, porque esto es como el vino, nunca hay una última opa”.