Inversiones privadas e infraestructura: a mover la carretilla

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha publicado en los últimos días un estudio titulado “La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2017”, el cual contiene valiosa información sobre un fenómeno económico que muestra valores preocupantes. La Inversión Extranjera Directa (IED), esto es, la realizada por una persona física o jurídica residente en un país (inversor directo), en una entidad residente en otro país diferente a la del inversor (empresa de inversión extranjera directa), ha disminuido sensiblemente en esa región durante los últimos años. En el período 2005-2015 los países de la región que recibieron un mayor porcentaje de IED en relación con su Producto Bruto Interno fueron Chile, Uruguay, Perú, Colombia, Brasil, México, Argentina y Paraguay. En cuanto al origen de la IED en esa región, la misma está concentrada en algunos países o áreas que no han variado en los últimos años y durante 2016 el 73% de la misma se realizó desde Estados Unidos (20%) y la Unión Europea (53%).
Para el Banco Mundial, los principales motivos por los cuales las empresas deciden localizarse en otro país son los siguientes: búsqueda de recursos naturales (para tener acceso a recursos no disponibles en el país de origen), búsqueda de mercados (para acceder a nuevo consumidores, clientes y mercados de exportación), búsqueda de eficiencia (para reducir costos de producción mediante el acceso a nuevas tecnologías o factores de producción a precios competitivos) y búsqueda de activos estratégicos (para acceder a activos presentes en la economía local como marcas, canales de distribución o nuevas tecnologías). Según dicho organismo existen otros factores para tomar tal decisión, como por ejemplo: tamaño y potencial del mercado, calidad institucional y regulatoria, apertura comercial, calidad de infraestructura, estabilidad política y económica y capital humano.
De acuerdo con la Cepal la región se encuentra en una difícil coyuntura ya que las entradas de IED disminuyeron un 7,9% en 2016, a 167.043 millones de dólares, lo cual representa una caída acumulada del 17,0% con respecto al nivel máximo de 2011. En efecto, “la caída de los precios de las materias primas continúa afectando a las inversiones que buscan recursos naturales, el lento crecimiento de la actividad económica en varias economías ha frenado la llegada de capitales en búsqueda de mercados y el escenario global de sofisticación tecnológica y expansión de la economía digital tiende a una concentración de las inversiones trasnacionales en las economías desarrolladas”. Esta caída resulta especialmente preocupante por su importante papel en los diversos países, tal como la señala propia Cepal al destacar que la IED “puede constituirse en un propulsor del desarrollo que tiene efectos positivos en las economías receptoras” como “complemento del ahorro nacional y fuente de nuevos aportes de capital y de beneficios en materia de transferencias de tecnología y sistemas de gestión para la modernización productiva”.
Una de las áreas importantes de la IED por su impacto en las economías nacionales es el de infraestructura. Para Jorge Familiar, Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, “la inversión en infraestructura puede servir como un poderoso motor de crecimiento en América Latina y el Caribe ahora que la región emerge de seis años de desaceleración, incluidos dos de recesión. En el contexto actual de espacio fiscal reducido, es esencial que las inversiones sean tan eficientes como sea posible y que el potencial del sector privado sea completamente aprovechado”.
Uruguay cuenta desde el año 2011 con una ley que regula los contratos de participación pública privada (PPP) en diversas áreas tales como obras viales (incluyendo caminería rural), ferroviarias, portuarias y aeroportuarias, obras de infraestructura energética, obras de disposición y tratamiento de residuos y obras de infraestructura social (incluyendo cárceles, centros de salud, centros de educación, viviendas de interés social, complejos deportivos y obras de mejoramiento, equipamiento y desarrollo urbano). Lamentablemente esta ley no ha tenido el desarrollo deseado y el propio Ministro de Transporte y Obras Públicas, Víctor Rossi, ha expresado, en el pasado mes de junio, que “ni una carretilla de tierra” se ha podido mover con dicha norma.
Las dificultades por las cuales se lamenta el ministro Rossi tienen, en muchos casos, un claro e injustificado trasfondo ideológico. En Uruguay, y a contramano de lo que sucede en diversos países del mundo, la participación del sector privado en infraestructura es vista con recelo por varios sectores políticos y gremiales e incluso por la propia Universidad de la República, cuyo Consejo Directivo Central (CDC) aprobó el mes pasado, por 16 votos en 20, una resolución suspendiendo los trámites para iniciar un proyecto de PPP para la refacción del edificio del Hospital de Clínicas.
Si bien Uruguay ha construido una imagen de seriedad institucional que le ha permitido captar importantes IED en los últimos años, la situación actual de la economía mundial y regional exige mayores esfuerzos para que las mismas se mantengan y retomen los niveles ya alcanzados. La captación de esas inversiones para obras de infraestructura bajo la modalidad de PPP debe constituir una prioridad para el gobierno uruguayo, teniendo en cuenta la importancia de las mismas y su capacidad para crear puestos de trabajo y dinamizar una economía cuyo enlentecimiento se hace sentir especialmente en departamentos como Paysandú.
Para avanzar en la captación de IED en su sector tan sensible y estratégico como el de la infraestructura se necesita un camino despejado de preconceptos ideológicos y los intereses corporativos cuya única preocupación es el mantenimiento de sus beneficios a costa de los tributos abonados por toda la población. El país necesita en forma urgente una infraestructura acorde a su nueva realidad productiva y no se puede dar el lujo de rechazar oportunidades de inversión por la simple presencia de capitales privados. Al fin y al cabo el objetivo es que la carretilla del Ministro Rossi avance, por más escarpado que resulte el camino, ya que como expresó el exsecretario general del Comité Central del Partido Comunista chino, Deng Xiao Ping: “No importa que el gato sea blanco o negro. Mientras cace ratones, es un buen gato”.