Una inocentada tercermundista

Quedan pocos días para que los bancos empiecen a cerrar las cuentas de las farmacias que venden marihuana, porque las gestiones efectuadas ante el Congreso de Estados Unidos por el presidente del Banco Central, Mario Bergara, y el Prosecretario de la Presidencia, Juan Andrés Roballo, no arrojaron resultados positivos.
A pesar de los encuentros mantenidos con representantes del Departamento del Tesoro, la Reserva Federal y el Departamento de Justicia, y del interés manifestado por algunos congresistas estadounidenses sobre la experiencia uruguaya de regular el mercado del cannabis, la situación seguirá incambiada y la sustancia deberá comprarse al contado. Es que, a pesar de la amenaza de Mujica con “trancar el Parlamento” y de su exigencia para que el ministro de Economía, Danilo Astori, lo arregle “sí o sí”, constituye una inocentada bien tercermundista, creer que un grupo de enviados del gobierno uruguayo recibirá algún tipo de conmiseración ante el exhorto para que las sedes centrales de bancos mundiales instalados en el “Imperio” cambien su operativa, solo porque un pequeño país ubicado al sur del globo terráqueo pretende “hacer patria con esto”, según la definición del expresidente.
Ocurre que el sistema financiero público y privado procederá a la clausura de las cuentas vinculadas a las empresas que expenden o distribuyen marihuana porque se exponen a sanciones provenientes de Estados Unidos, en tanto la normativa federal impide operaciones con estas empresas y considera ilegal su operativa.
Mientras el gobierno hace anuncios basados en la habilitación de nuevos negocios privados para la venta al contado de la marihuana, Mujica reconoció que recibe “muchas ideas” para solucionar un problema que moviliza la interna gubernamental. Y que, además, ubica en un polémico lugar a la inclusión financiera, cuya argumentación se sustenta en “los sectores más humildes” de la población, cuyo cambio cultural aún no ha sido acompañado por la sociedad y porque tampoco se han creado las condiciones de accesibilidad o conectividad con pequeñas localidades del Interior.
Pero, en todo caso, es como dijo Mujica: “Todas las bocas están funcionando en efectivo. Allí no hay inclusión financiera”, sin embargo, la comparación es peligrosa y parece clara ante los ojos de una comunidad que “no tiene espalda y se desmoraliza”. En realidad, se constató un aumento de los consumidores que salieron a comprar la sustancia en forma legal y ahora se encuentran –al menos a nivel departamental– con empresas que se han retirado del negocio. Paralelamente, el gobierno define la habilitación de “nuevos comercios privados” para la venta del producto, sin mayores detalles de sus características que operarán, por supuesto, fuera del sistema financiero. O sea, un gobierno que impulsó la bancarización debe alentar la compra en efectivo de la sustancia porque “desconocía” la normativa que rige a la banca internacional.
Es que, por más que las administraciones progresistas estimen que la iniciativa de Mujica servirá para derrotar al narcotráfico y ejemplifiquen con los resultados negativos de la política prohibicionista instalada en Estados Unidos desde hace décadas, la falta de estrategia y previsión uruguaya define todo lo contrario. Y en cualquier caso, las bocas de venta existirán, aún cuando el debate “políticamente correcto” salga fuerte a trancar a la operativa bancaria que llega hasta donde le indica el sistema internacional.
Y tampoco se observa como un asunto político ni mucho menos prioritario para la política estadounidense, que en contraposición a sus pares uruguayos debe generar salidas a último momento, porque lo que se resuelve en el Parlamento con los votos que otorga la mayoría con mano de yeso, no se refleja en la práctica porque requiere definiciones ejecutivas que no dependen únicamente de la voluntad de un gobierno.
Es como pasó en Estados Unidos. Durante la presidencia de Barack Obama se estableció un protocolo para flexibilizar la normativa y se pensaba que, tras la asunción de Donald Trump, no habría marcha atrás. Sin embargo, las expresiones públicas de organismos estatales hicieron que la banca que tiene sede en el país, interpretara los riesgos de multas, retiro de licencias o procesos judiciales. Y tal es el problema que se enfrenta –también en el gigante del norte– que Los Ángeles propuso la creación de un banco para financiar específicamente a la industria de la marihuana. Es, más o menos, lo que un colombiano que reside en Colonia le sugirió a Mujica.
No obstante, se deberá dar una respuesta a más de 13.500 personas (hasta el 11 de setiembre) que se anotaron para comprar la marihuana en las farmacias, de las cuales cuatro –de un total de 16– se bajaron del negocio en las últimas semanas.
Mientras esperan una reunión con autoridades del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca) e integrantes de la frustrada delegación que concurrió a Estados Unidos para que les comenten lo que ya dijeron en sendas conferencias de prensa, el tiempo pasa y si no aparece una solución, otras tres que aún venden cannabis en Montevideo, dejarían de hacerlo.
El 16 de agosto Roballo se comprometió a presentar en el lapso de “una semana” una alternativa a la banca tradicional. Ya va cerca de un mes y esa alternativa no aparece. Por el contrario, en los próximos días se anunció el cierre de las cuentas bancarias de algunas que aún permanecen con la esperanza de una solución oficial.
El martes pasado, al finalizar un almuerzo con la Asociación Rural del Uruguay, el presidente del directorio del Banco Central, Mario Bergara, se negó a brindar declaraciones ante consultas específicas sobre este tema y pidió que se deriven las preguntas a Roballo. Desde el Ircca tampoco responden.
Y si, es comprensible. No es un hecho menor tener que dar la cara para decir “miren, hemos fracasado y no sabemos cómo encontrar una solución para seguir haciendo patria”. Especialmente cuando se es un gobierno de izquierda que cuando eran oposición, exigían al Estado romper con las reglas de la banca internacional y el “Imperio”, usando el tan manoseado ideario artiguista como argumentos éticos y morales inclaudicables.