La delegación regresa a Paysandú, por la misma ruta que hace 20 años

RESISTENCIA, 21. (Por Enrique Julio Sánchez). La vista del paisaje adormila, mientras se desandan kilómetros rumbo a Paysandú, el lugar de donde se salió y al que se volverá. El viaje está a horas de concluir, y en el ómnibus en que viaja la delegación los momentos de silencio se intercalan con otros de bullicio.
El regreso se hace por la misma ruta que hace 20 años cabalgaron los 22 históricos rumbo a Asunción del Paraguay, por lo que los lugares disparan anécdotas y recuerdos.
Ha sido sin dudas un viaje diferente, un poco raro. El objetivo fue volver a la escuela del Solar de Artigas para realizar un homenaje ante el vigésimo aniversario de la llegada a ese lugar de la marcha a caballo “III Encuentro con el Patriarca, Un Camino a la Libertad”. Y eso se cumplió plenamente.
No obstante, se aprovechó la ocasión para disfrutar de varias atracciones turísticas, entre ellas las Cataratas de Iguazú, Ciudad del Este, Asunción y otros. Como los que se visitaron en la tarde anterior, después de culminado el acto conmemorativo.
Uno de ellos fue la basílica menor de la Virgen de Caacupé, patrona de Paraguay, que se encuentra en la localidad de Caacupé, a 54 kilómetros de Asunción. Visitarla no llevó más que pocos minutos, pero se aprecia en la gran plaza delante, todas las estructuras que sirven durante los festejos de la patrona para ordenar a los miles de personas que la visitan entonces. Del mismo modo, en derredor se ubican los comercios con ventas religiosas. Una virgen tallada en madera, una leyenda que une a los guaraníes con la religión católica.
Luego, la delegación se dirigió al famoso lago de Ypacaraí, el principal balneario del que dispone Asunción. Zulema de Mirkin y Demetrio Ortiz lo hicieron mundialmente famoso con su guarania “Recuerdos de Ypacaraí”, del mismo modo que Los Iracundos a Puerto Montt.
Lo mismo que en Caacupé, estaba prácticamente desierto este lago, en la ciudad de Bernardino y la vista apenas puede apreciar algunas de los 90 kilómetros cuadrados de su superficie.
Luego, el regreso al hotel, para ordenar valijas, cenar y descansar. Al mediodía de ayer comenzó el retorno. Pasar por las aduanas, como la de José Falcón-Clorinda, el límite entre Paraguay y Argentina, unidas por el puente internacional San Ignacio de Lyola, volvió a ser toda una experiencia. La misma imagen de “la Guerra de las Galaxias” vuelve a la mente al observar a quienes vienen y van por el lugar. Edificios poco cuidados, un entorno casi sin servicios excepto por puestos y por cambistas callejeros.
EQUIPAJE DE EMOCIONES
Pero, en fin, no fue una excursión de compras, más allá que se estuvo en Ciudad del Este, por lo que no había un botín por el cual pedir mucho dinero.
Todo pasa, todo se supera y casi sin rasguños también la frontera entre Paraguay y Argentina. Camino al sur, a nuestro sur, solamente con un gran equipaje de emociones, de paisajes incorporados, de historias para ser contadas y de otras que ni siquiera aun salen a la superficie, metidas dentro del alma, o del corazón.
Si se mira el número de la delegación, no es más que un puñado. Un puñado también fueron aquellos históricos jinetes. Volver a casa, a lo cotidiano, a lo que nos hace tal cual somos. Retornar reafirmando el sentir artiguista, la patria chica de Paysandú; retornar, la historia siempre es la misma.
Siempre se vuelve. Siempre se quiere volver, porque en un rinconcito del mundo está nuestro lugar. En nuestra memoria, una nueva “carpeta” con los recuerdos y sensaciones de esta travesía. Bien vividos y atesorados. Han pasado 20 años de una cabalgata histórica que aun Paysandú –como comunidad– no ha valorado en su totalidad. Lo hacen afuera, en cada lugar donde el nombre de Artigas sigue siendo venerado.
La guía Laura Bethencourt había repartido un recorte de prensa del día después de su fallecimiento y un testimonio de un oficial militar de Brasil, quien lo visitaba frecuentemente. Artigas una vez le preguntó: “¿Mi nombre suena todavía en el país de usted?”, y recibió un “Sí” enfático. Han pasado 267 años y la respuesta es la misma. Hace dos décadas un grupo de jinetes lo volvieron a demostrar a lomo de caballos. Hace pocas horas eso fue recordado en el mismo lugar donde Artigas vio por última vez la luz. La vida sigue, habrá otras crónicas que escribir. Lo importante es no olvidar esta, porque así es como se hace historia.