El ministro Murro en campaña electoral

 

 

 

En el día de ayer el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro, en declaraciones al periódico “La Diaria” de Montevideo, retomó una de las argumentaciones más repetidas por las figuras de los gobiernos frenteamplistas y por su fuerza de choque, el Pit Cnt, al anunciar diversas tragedias para nuestro país en caso que el Frente Amplio no gane las elecciones nacionales del año 2019. En efecto, Murro señaló que “si en Uruguay gana la peor derecha, hay muchas cosas que van a retroceder. Esta película ya la vimos. En la década del 90, prácticamente se anuló la negociación colectiva; solo quedaron 20% con acceso a ella. Estuvimos prácticamente hasta 2005 sin negociación colectiva. Si acá, como están dadas las cosas, no gana el FA y ganan candidatos de derecha y centroderecha y se alían con la peor derecha, que crece en el mundo y crece en Uruguay, les va a ir muy mal a los trabajadores, a los jubilados, a los pequeños y medianos empresarios”.
Consultado por el periodista sobre si el senador nacionalista Lacalle Pou no sería entonces, parte de la denominada “peor derecha”, Murro contestó: “no sé todavía dónde ubicarlo, pero anda por ahí”. Resulta llamativo que faltando tantos meses para las elecciones nacionales y en el inicio de la ronda de Consejos de Salarios más importantes de los últimos años, el ministro Murro se distraiga de las importantes responsabilidades que tiene a su cargo para atacar a la oposición en general y a un candidato en particular.
Las declaraciones de Murro son consistentes con una práctica que cada día gana más adeptos en el Gobierno Nacional: aumentar “la grieta”, dividiendo a los uruguayos entre “ellos” (cualquiera que no sea frenteamplista y que por ello mismo será malo, corrupto, insensible, explotador y posiblemente para colmo de males sea un profesional universitario o tenga una camioneta 4×4) y “nosotros” (frenteamplistas, puros, sensibles ante la pobreza y fundadores del Uruguay que por supuesto nació en el año 2005). Como lo dijo el exvicepresidente de la República Raúl Sendic, con la falta de contacto con la realidad que lo caracterizaba, “si es corrupto no es de izquierda”.
Esa separación de uruguayos en categorías se parece mucho a los tristemente célebres “Certificados de Conducta” o “Certificados de Fe Democrática” que expidió la dictadura uruguaya y mediante la cual se clasificaban a los uruguayos en categorías A, B o C de acuerdo con su supuesta “peligrosidad”, que por supuesto guardaba estrecha relación con su adhesión (o no) al régimen militar imperante en aquella época. Tal vez sea ese el sueño inconfeso de Murro y por cierto acaba de iniciar un camino con pie firme y decidido en ese sentido al expresar que todo lo que no sea frenteamplista pertenece a “la peor derecha”.
La verdad es que el ministro debería ocuparse de los temas de su cartera, que realmente preocupan a todos los uruguayos, sin importar su partido político, como por ejemplo el desempleo y del subempleo que en el caso de Paysandú alcanzan niveles preocupantes y de los cuales el caso de las dificultades que atraviesa PILI son solo la punta de un iceberg de preocupación y angustia para miles de familias de nuestro departamento.
En efecto, tal como lo señala un estudio elaborado y publicado por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) bajo el título “Principales indicadores del mercado laboral” durante el período 2008-2015 la industria manufacturera sanducera fue el sector de actividad que más se contrajo en nuestro departamento (4,3%) con una “disminución significativa”. Es allí donde deberían concentrarse los esfuerzos del secretario de Estado hoy devenido en propagandista del Frente Amplio: en atacar los problemas concretos y diarios del empleo en lugar de atacar a todo aquel que no piense como él. Los enemigos, mal que le cueste entender al ministro, son los problemas de la gente y no la gente que no vota al Frente Amplio. Al fin y al cabo votar a una fuerza política es una opción tan válida y respetable como no hacerlo y en ningún caso una u otra actitud debe ser utilizada para incitar el confrontamiento entre uruguayos.
La sorpresa que causa este súbito impulso electoralista de Murro, es su manifiesta voluntad de influir en la ciudadanía, tratando de crear un claro rechazo por uno de los posibles precandidatos presidenciales. El ministro se equivoca profundamente al asumir esa negativa actitud. Lo que los uruguayos queremos (y necesitamos) son funcionarios que hagan honor a su investidura, cumplan con sus obligaciones y honren la merecida y abultada remuneración que cobra mensualmente y que se abona con los impuestos pagados por toda la población (incluido Luis Lacalle Pou). Al igual que en el caso del presidente Tabaré Vázquez, Murro debería ser el ministro de todos los uruguayos y no solamente de los votantes frenteamplistas. Mal que le pese al mediático jerarca, la oposición representa, de acuerdo con las elecciones nacionales del año 2014, 939.074 ciudadanos a quien el mismo trata con desprecio y los califica como “la peor derecha” en una muestra de soberbia e intolerancia que por repetida no deja de llamar la atención.
Como ha señalado el escritor y filósofo español Fernando Savater, “la democracia es convivir con gente, actitudes, prácticas y acciones que no nos gustan, al igual que la libertad es aprender a convivir con lo que no nos gusta”. Eso es precisamente lo que el ministro Murro no logra terminar de aceptar: que no se le puede imponer a las personas las ideas que no aceptan, salvo que lo que se busque en realidad sea instaurar un sistema de partido único como existió durante décadas en la antigua Unión Soviética o existe aún hoy en Cuba. Al fin y al cabo, se trata de regímenes donde las opiniones personales o cualquier otro aspecto de la vida diaria de las personas es invadido para lograr “civilizarlas”, transformándolo así en un sujeto (u objeto) afín y funcional a las ideas del gobierno de turno.
En lugar de “ningunear” a todos aquellos que no sean frentistas, el ministro Murro debería leer más a los referentes históricos de su propia fuerza política como Emilio Frugoni, Juan Pablo Terra, Zelmar Michelini o Líber Seregni para entender que para defender las ideas propias no es necesario denigrar a quien no las comparte. Envuelto en los fuegos fatuos de su propia soberbia, el ministro Murro demuestra sin lugar a dudas que ha olvidado la frase del escudo de armas que José Gervasio Artigas mandó a diseñar para la Provincia Oriental en el 1815: “Con libertad ni ofendo, ni temo”.