En las chacras se aprecian cultivos bien implantados pero con algunos problemas sanitarios a causa del exceso de lluvias

Las precipitaciones registradas durante el verano “están viniendo muy bien para los cultivos correctamente instalados, pero sí impactó en la implantación de muchos cultivos, especialmente lo resembrado de soja de segunda por los costos que genera”, señaló a EL TELEGRAFO el ingeniero agrónomo Carlos A. Pérez.
El docente e investigador de la Estación Experimental “Dr. Mario A. Cassinoni (Eemac) de Facultad de Agronomía, sostuvo que “cuando se miran los registros de unos 20 años o más para atrás, no se aprecian veranos tan lluviosos. Sí hubo meses de diciembre o de enero con muchas precipitaciones, pero enero con más de 500 milímetros no hay referencia. Si a eso se suman más de 200 en diciembre, el acumulado realmente es muy importante”, dijo.
Solamente en la estación de Meteorología de Paysandú, el registro de lluvias de diciembre y enero –en el último mes del año pasado comenzó a llover el martes 11– fue de 813 milímetros, por lo que el agua caída corresponde a 52 días, cuando el promedio para los primeros 6 meses del año es de 632 mm. Sólo en enero llovieron 541 mm, y en diciembre habían sido 272.
Otra característica citada por el profesional sanducero es que las lluvias “han sido periódicas, por lo que no hay momento en que la planta haya estado estresada por falta de agua”. Y aclaró que esto “tiene un impacto en lo sanitario”.
Entiende que “es común en Uruguay que exista un período donde falta el agua, que no quiere decir que haya seca, y tiene su impacto porque frena el desarrollo de determinadas enfermedades, y esto no sucedió en la presente zafra”.
Recordó que hubo falta de agua en el inicio de la siembra en noviembre, y algo de principios de diciembre, “pero después arrancó a llover a mitad de diciembre y no se constataron períodos de déficit hídrico que cortara el ciclo de determinadas enfermedades, generando un ambiente que no estamos muy acostumbrados a ver en los cultivos de Uruguay”.
Explicó que a principios de diciembre “se cortó la siembra de cultivos de primera por falta de agua, pero una vez que comenzó el estado vegetativo de la soja implantada no se cortó más la lluvia, y eso ha sido muy bueno para el cultivo”.
En general “no se dieron muchos casos de anegamiento –tal vez puntualmente en alguna chacra se verificó–, pero si bien los cultivos crecen muy bien, las lluvias son favorables para el desarrollo de las enfermedades”.
Pérez manifestó que los cultivos que lograron muy buena implantación “están muy bien”. Sí se constataron inconvenientes “por el vigor de las semillas”, acotó. “No tuvieron el vigor suficiente para soportar las lluvias que recibieron, y se perdió área. Algunas chacras se lograron resembrar bien, y otras lo hicieron tarde, incluso en mitad de enero, y hasta el 20 de enero se veían sembradoras en las chacras tratando de no perder la zafra, hecho que en años promedios no se veía”. Para el profesional “hay chacras que no pudieron ser resembradas, porque no dio el clima para volver a ingresar con las máquinas e instalar de nuevo el cultivo. Eso sucedió en nuestra zona y más al sur se complicó la cosecha de invierno, y directamente hay chacras en donde no pudieron ni siquiera sembrar lo de verano”, dijo.

Potencial

El fitopatólogo, que desempeña su actividad en la Eemac, explicó que el potencial “se comienza a apreciar desde que se tiene el número de plantas en el cultivo”. Y aclaró que “un cultivo de soja con dos plantas por metro lineal tiene comprometido su potencial”.
Hoy los cultivos “vienen con muy buen crecimiento. El riesgo, si se corta el agua, es que la gran biomasa tendrá una gran demanda de agua y puede sufrir más que un cultivo que viene restringido y regulado en su tasa de crecimiento”. El agua será muy importante durante el llenado de grano y eso marca el estado reproductivo de la soja, “que ya tiene algunas tempranas entrando en ese estado, y si se corta el agua en febrero pueda llegar a afectar, a pesar de que los pronósticos para adelante son coincidentes de que el agua continúe”. Se anuncia que las lluvias continuarán siendo importantes “incluso hasta mayo-junio”, precisó el profesional.

Las lluvias

“Las lluvias son la fuerza motriz de las enfermedades”, manifiesta Pérez. “Cuando hay seca no tenemos enfermedades, más allá de los problemas del cultivo”
Las principales enfermedades en los cultivos de soja “son causadas por hongos, y los hongos necesitan agua para germinar, para que la espora, que son las estructuras que utilizan para diseminarse, germinen e infecten. Por lo que si no hay agua, no hay infección y no hay enfermedad. Por lo tanto las lluvias favorecen el desarrollo de enfermedades, y lo que se ha visto en la zafra, desde muy temprano en el ciclo y por las condiciones climáticas que hemos tenido, es que hay cultivos con mucha mancha foliar, principalmente mancha marrón”, explica el técnico.
“Se han visto otras enfermedades y se ha mezclado algo de bacteriosis”, sostiene. “Esto hace que se genere nivel de enfermedad temprano en el ciclo, que si continúan estas condiciones se siguen produciendo inóculos, nuevas infecciones y se llega a niveles epidémicos, que interfieren en el normal funcionamiento del cultivo”, subrayó.