Poco a poco quieren volver a la normalidad

El río parece dar un respiro. Más allá de que todavía falta para volver a su cauce natural, y que en los últimos días ha repuntado, los clubes de la costa van queriendo volver a la normalidad. Pero falta.
Pese a ello, el Club Remeros anunció que volverá hoy a retomar sus actividades.
Luego de que el agua comenzó a dar un respiro, aunque lógicamente está muy cerca de las instalaciones, el personal, dirigentes, socios y allegados iniciaron la tarea de limpieza, habiendo contado con la colaboración del Club de Leones en cuanto al aporte de hipoclorito para intentar poner la casa en orden.
En el Yacht Club, en tanto, “se va limpiando y haciendo mantenimiento a medida que baja el río”, se indicó.
En la institución se tenía en cuenta que, teniendo el cuenta el “viento norte que se vive en el Sur, y que había llovido bastante en Brasil, la bajante se iba a estacionar”.
La nueva sede ya está libre de agua, y los bancos que rodean a la bahía lucen a disposición.
“Se va limpiando a medida que va bajando, y se hace mantenimiento a todo lo que se puede, porque hay que ir ganando tiempo”, se reconoció.
Más allá de que todavía falta, se lamenta el hecho de que se demorará el inicio de los trabajos en la embarcación insignia del club, la “Sacra”, y que se ha pospuesto la instalación del nuevo ingreso al club, que será al lado de la nueva sede.
En el Club de Pescadores ya son varias las embarcaciones ubicadas en la explanada de ingreso a la sede.
“Va todo bastante bien, va a pegar un sacudón económico para el mantenimiento, pero está dentro de lo previsible. La flota que estaba en Azucarlito volvió, está bajando muy despacio luego del susto que nos dio, porque volvió a crecer aunque no se esperaba demasiado”, dijo el presidente de la institución, Oscar Pinna.
La sala de remo, en tanto, está intacta y con las embarcaciones y remorgómetros en su lugar.
El dirigente lamentó que “se nos fue una balsa, que está a unos 200 metros de donde debería estar pero no habrá problemas para traerla”, pero como contrapartida se alegró porque “no ha habido mucho destrozo, aunque tenemos mucho por ver todavía, y porque no fue una creciente sucia, gracias a las lluvias cercanas”.
En todos los casos, y dentro lógicamente de lo malo de la situación, se rescatan dos cosas positivas: que la creciente no llegó de golpe y dio la posibilidad de ir desalojando materiales y mobiliario con tiempo, y que el agua no ha dejado como regalo la enorme suciedad de otras oportunidades.
Los clubes de la costa intentan volver a la normalidad, con la esperanza de que sea cuanto antes y así poder retomar las actividades habituales, y brindar a los socios los servicios de cada día, a los efectos de que la pérdida en aspectos económicos sea la menor posible, más allá de que la embestida del río siempre se hace notar en las arcas de las tres instituciones de la costa sanducera.