Emprendedores, en lugar de más Estado

Recientemente la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad la denominada Ley de Fomento del Emprendedurismo, iniciativa que tras esta media sanción pasa a la consideración del Senado, dejando atrás un período de discusiones iniciado en 2017 para delinear posibles soluciones a la problemática, muy vasta, que rodea al ecosistema emprendedor.
Ocurre que emprender no es solo cuestión de actitud y de posibilidades, sino que tiene mucho que ver con el momento y las condiciones, así como la espalda financiera.
No es lo mismo hacerlo en momentos de crisis que durante un boom de actividad y en cambio es posible que en un país con alternativas como el nuestro, cuando se decide emprender o cuando se redondea el emprendimiento, se ingresa a una meseta o a tiempos de crisis y al revés, cuando se piensa en la iniciativa y se le da forma, se puede estar entrando ya en un momento propicio desde el punto de vista económico. También está la suerte del proyecto, que es un elemento de incertidumbre e inestabilidad propio del Uruguay y la región.
Entre los aspectos incluidos en el proyecto que cuenta con media sanción legislativa, figura lo que tiene que ver con las dificultades burocráticas y el financiamiento para llevar adelante las iniciativas. En colaboración con académicos y organizaciones de apoyo a emprendedores, se discutieron en el Parlamento dos proyectos de ley impulsados por los diputados Rodrigo Goñi, del Partido Nacional, y Walter De León, del Frente Amplio, para promover el desarrollo y la articulación del ecosistema emprendedor, que finalmente derivó en la elaboración de un documento único.
Uno de los pilares de la ley contempla la regulación de las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS), como un nueva forma jurídica para desarrollar emprendimientos, y es así que las sociedades podrán constituirse por medios digitales y con firma electrónica avanzada u otro mecanismo de autenticación, de forma que el proceso pueda efectuarse completamente vía web, habilitándose formas jurídicas denominadas híbridas.
Paralelamente, se habilita el financiamiento colectivo o crowdfounding, que permite que a través de las plataformas digitales, los ciudadanos puedan financiar emprendimientos bajo diversas formas.
Aún con ser elementos significativos, sobre todo la parte de financiación, que es un aspecto de gran condicionamiento para el emprendedor, la iniciativa no aborda la esencia del tema, y es en realidad una herramienta más en el intento de desbrozar el escabroso camino del empresario que se lanza al ruedo o pretende ampliar su proyecto, porque en realidad, los mayores obstáculos pasan por otro lado, y refieren precisamente al entramado de la economía y los estímulos para abordar emprendimientos de riesgo.
Y para evaluarlo debemos situarnos en la realidad del Uruguay y las señales que se dan sobre todo desde el gobierno, a partir además de sindicatos y de sectores radicales que abogan por la lucha de clases y ponen repartos y cuestionamientos al empresario exitoso.
Debemos tener en cuenta además, que en los sucesivos gobiernos se han desarrollado gestiones procíclicas, es decir, que entre otros aspectos se ha aumentado el gasto aún más que los ingresos extra por la bonanza propiciada por el entorno internacional. En el caso de los privados, las alternativas pasan por tener una orientación previsora y en lo posible, lograr que las coyunturas complicadas resulten en oportunidades, si se tiene la visión y naturalmente elementos para aprovecharlo hasta que los nubarrones se despejen.
Este es el caso de muchos empresarios que tienen sus emprendimientos ya en marcha, y que naturalmente sufren los embates del costo país, las cargas fiscales y salarios muchas veces desproporcionados respecto a la capacidad de respuesta de la firma en cuanto a la ecuación de ingresos-egresos.
Pero a la vez hay una fuerza vital en el país que requiere contar con instrumentos para hacerse un lugar propio en este mundo y valerse por sus propios medios, aunque parezca que está todo inventado o que todos los lugares están ocupados para intentar algo viable en el mercado.
El emprendedor es el motor de la economía, el verdadero –el único en realidad– creador de la riqueza, porque el Estado metido a empresario es ineficiente y burocrático, gestiona mal los recursos, crea burocracia y sobrecostos, y lo que hace es hacer recaer sobre las espaldas de todos los uruguayos, sean sus clientes o no, este armado perverso del esquema, se trate ya de producción de bienes o de servicios.
De ahí que resulte importante en cualquier coyuntura, pero sobre todo en medio de dificultades como las actuales, establecer canales de estímulo y apoyo a los nuevos emprendedores.
Asimismo, emprender no es improvisar para ver que sale, naturalmente, sino que más allá de las capacidades y oportunidades identificadas para un emprendimiento de riesgo, se debe pasar a concretar un plan de negocios, con capacidad y visión, además de financiación, delinear la estrategia, un esquema simple y claro para el derrotero.
Tener emprendedores no es un aspecto secundario en ningún país, y mucho menos debería serlo en el Uruguay, donde todavía prima por lejos la cultura del empleo público de por vida, y que se arreglen los demás, mientras los privados trabajen para permitir que quienes están en este grupo tengan sueldos por encima del promedio, seguros y condiciones de trabajo muy benignas.
Un aporte en medio de las dificultades del momento –no debe olvidarse que tras entrar en una meseta, la economía del país pasa por un momento recesivo–, es la iniciativa de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU), que ha lanzado el proyecto Impulsa Industria, junto al Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop).
El principal objetivo es impulsar el crecimiento de empresas, mejorando sus productos y proceso a través de instancias de formación, asistencias técnicas y encuentros de negocios.
Además propone herramientas que promueven la articulación entre empresas, emprendedores, investigadores, estudiantes e instituciones, tanto nacionales como internacionales.
Los grupos identificados para este apoyo son fundamentalmente microempresarios, y con este propósito se desarrolló una aceleradora, para trabajar con sectores más dinámicos, como son los de las tecnologías de la información (TIC), que tienen altas tasas de crecimiento y ello facilita la aceleración. En el caso de las industrias tradicionales, se aborda un desafío mayor, con la base de capacitaciones y apoyo de industriales de experiencia.
La promoción del emprendedurismo a través del Estado es de vital importancia, desde que es de interés general el desarrollar políticas públicas de estímulo y formación de emprendedores, con mayor énfasis que programas todavía insuficientes que están en marcha.
Sin lugar a dudas, todo lo que se haga en la materia es una inversión en aras de la sustentabilidad y el futuro del país, porque en fortalecer a los potenciales emprendedores se juega la suerte del Uruguay, y lo que se haga en este sentido es mucho más importante que organizarse para reclamar más y más dinero del Estado.