Paysandú: a cuatro meses de la peor creciente de la historia

Hace 4 meses Paysandú sufría las peores inundaciones de la Historia. El litoral uruguayo-argentino queda bajo agua, ciudades enteras fueron arrasadas y hubo que evacuar a toda la población ante una catástrofe de dimensiones bíblicas.
Esto es lo que lo que pasó. Al menos si tomamos como ciertos los anuncios que hiciera en enero de este año el reconocido director de Wheater Wise Argentina, Anthony Deane, que se hicieran virales por las redes sociales tanto en el vecino país como en Paysandú y el litoral uruguayo. En importantes medios argentinos el supuesto gurú de la meteorología –así fue considerado por muchos en nuestro medio, porque “ellos saben exactamente lo que va a pasar con meses de anticipación”– Deane aseguró que “Las lluvias que vienen de Brasil afectarán al Litoral hasta la segunda quincena de abril: Chaco y Corrientes quedarán totalmente bajo agua, también la mitad de la provincia de Santa Fe y parte del norte de Norte de Entre Ríos”. Se trata del verdadero cambio climático, “es inevitable y supera la capacidad del hombre”, sentenció en esa oportunidad. Pero no se quedó en eso: dijo que la “catástrofe de dimensiones siderales” es “exactamente así. Pasa por arriba de lo manejable y no quedará otra que ocuparse de las poblaciones y trasladarlas de los centros urbanos: habrá una gran cantidad de pueblos que van a quedar bajo el agua totalmente, por ejemplo, si agarras un mapa de la provincia de Corrientes, quedarían solo tres localidades afuera del agua”, alertó.
Estas declaraciones, hechas en el programa “Y Ahora Quién Podrá Ayudarnos” de Buenos Aires, ganador de varios premios Martín Fierro y conducido por el periodista Ernesto Tenembaun, produjeron una muy justificable alarma de este lado del río, por cuanto “el norte de Entre Ríos” coincide también con el norte de Uruguay, y por lo tanto una creciente de esa magnitud en el paterno sería devastadora para el litoral uruguayo.
Es por eso que EL TELEGRAFO se comunicó con Deane, para tener su versión de primera mano.
En diálogo telefónico, milagrosamente nos expresó que “en Paysandú será diferente”: “en el caso de Paysandú, en la región de influencia, será diferente. Porque aunque la tormenta es la misma, recibe la misma cantidad de agua que del lado argentino, el suelo es distinto y drena, utilizando una amplia red de arroyos y arroyitos que confluyen en la gran autopista marítima que es el río Uruguay, el que por otra parte está hasta la manija” de agua.
Aseguró que “lo que yo digo no lo repiten los entes oficiales porque tienen que mantenerse dentro de ciertos parámetros. Yo no pertenezco a ningún ente oficial y puedo compartir la información que tengo, que proviene de Estados Unidos, de sectores altamente avanzados”. Agregó que “estoy hace 40 años en este tema” y que “el rango de exactitud es del 85%”.
Pero “es una tragedia inevitable y supera la capacidad del hombre” que nunca ocurrió. Ni en el litoral uruguayo ni en las provincias argentinas que supuestamente iban a ser barridas por el agua. De hecho, el registro diario de nivel del río frente a Paysandú que realiza la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), indica una bajante importante para la fecha esperada de la creciente, y aún en meses siguientes el “pico” de crecida nunca superó los 5 metros, y por lo tanto estuvo muy por debajo del muelle del puerto sanducero.
Pero entonces, ¿qué pasó? ¡Pues nada! Como era obvio, todo fue un delirio que irresponsablemente reprodujeron los medios sin ningún tipo de análisis. Las declaraciones del director de Wheater Wise Argentina eran sencillamente absurdas, no porque sea imposible que ocurra una catástrofe de esa magnitud –aunque de hecho lo es–, sino porque científicamente la meteorología no puede afirmar con total certeza que un fenómeno puntual va a suceder, y mucho menos con meses de anticipación.
Mal que le pese a los que les gusta creer que “los gobiernos saben” lo que va a pasar, o que con la tecnología existente se puede predecir hasta la hora en que va a llover un día determinado dentro de cinco años, la realidad es que lo mejor que se puede asegurar es que un evento puede ocurrir o no, con una probabilidad determinada.
Para decirlo de otra manera: la meteorología tiene la precisión que le dan las estadísticas y la probabilidades. Es más: quien siga con atención los pronósticos a largo plazo de los más reputados servicios internacionales de meteorología, se dará cuenta que todos –absolutamente todos, sin excepción– le “erran” innumerables veces, incluso cuando predicen lo que va a pasar dos o tres días más tarde. Por ejemplo: cuando todos coincidieron próximo al 8 de junio en anunciar una ola de frío que podría producir caída de nieve en el sur del país, y terminó en un veranillo que a los dos días se podía hacer playa. Lo dijo primero Metsul, luego Inumet, también coincidía Yr.no, así como otros sitios especializados. Todos se equivocaron. O no. Porque cuando hablamos de probabilidades, las cosas pueden suceder, o quizás no ocurran. Afortunadamente esta vez la “madre de todas las crecientes” no llegó. Pero seguramente en el próximo repunte del río más de uno dirá “esto se sabía de antes”.