Amalia de la Vega homenajeada en el Día del Patrimonio

En Paysandú se recordó a Amalia de la Vega conuna exposición de su discografía, en Casa de Cultura.

Las actividades de la 25ª edición 2019 del Día del Patrimonio, cumplida el 5 y 6 de octubre, tuvieron como tema central a la música del Uruguay, y en particular a la figura de Amalia de la Vega, al haberse conmemorado 100 años de su nacimiento. De alguna forma, este reconocimiento viene a poner fin al silencio que durante muchos años existió en torno a esta extraordinaria cantante y compositora, que llegó a ser una de las más populares desde de mediados del siglo pasado. Elogiada por artistas como Alfredo Zitarrosa, Atahualpa Yupanqui o Mercedes Sosa, fue una referente para sus contemporáneos y sucesores; sin embargo, salvo para fans del folclore o melómanos, es una figura desconocida.
En Paysandú se recordó a la artista con una muestra de su discografía, instalada en Casa de Cultura, y que incluía una parte importante de la veintena de discos que la artista editó, en varios formatos, entre 1942 y 1982. En la muestra podían verse ejemplares originales de los discos A mi rancho (1957), El Lazo de canciones (1958), Amalia de la Vega (1963), Mate Amargo (1964), Juana de América (1970), Amalia la nuestra (1975), Mientras fuí dichosa (1976), Manos ásperas (1978) y Colonia del Sacramento (1979).
LA PRIMERA VOZ DEL URUGUAY
Nacida el 19 de enero de 1919 en Melo, Cerro Largo, su verdadero nombre era María Celia Martínez Fernández. Conocida popularmente como “la calandria oriental”, Amalia ha sido definida también como “la primera voz del Uruguay”, según apunta el investigador y ensayista Hamid Nazabay. Y no solo por su calidad vocal, sino por haber sido una señera en el canto de proyección folclórica y en la reivindicación de los poetas gauchescos, como también de algunos líricos con perfil nativista o nacionalista. En su canto se recrean páginas de Tabaré Regules, Juana de Ibarbourou, Emilio Oribe, Silva Valdés, Juan Burghi, Rodríguez Castillos, Sylvia Puentes de Oyenard, entre muchos otros. Sus interpretaciones se basaron principalmente en ritmos musicales uruguayos (milonga, vidalita, cifra, estilo, entre otros), pero también incluyó temas del repertorio argentino, chileno y brasileño, e incluso musicalizaciones de compositores cultos nacionalistas, como Eduardo Fabini o Luis Cluzeau Mortet. Generalmente era acompañada por conjuntos de guitarristas de primer nivel, con un sonido que pocos años después adoptaría Alfredo Zitarrosa, aunque en sus últimos trabajos llegó a trascender el género folclórico para presentar sus canciones con otras instrumentaciones, en formatos más experimentales, siempre manteniendo el alto nivel de calidad de sus interpretaciones.
DIVERSOS RECONOCIMIENTOS
Es de esperar que los múltiples homenajes vividos en todo el país ayuden a revalorizar el legado de esta maestra de la música popular. Varias proyectos apuntan en ese sentido. Hace pocos días, Hamid Nazabay publicó ‘Te escuchamos con halago. Amalia de la Vega y sus canciones criollas’, un libro sobre la cantante y su obra. El Correo Uruguayo adhirió al homenaje con un sello filatélico, cuya ilustración muestra a Amalia dibujada por la artista plástica Mary Porto Casas. Y el Ministerio de Educación y Cultura, a través de su Dirección de Cultura, impulsó la grabación de un disco tributo, en el cual doce artistas uruguayas contemporáneas abordaron canciones de Amalia. Entre ellas hay dos sanduceras: Ana Prada, que versionó “Qué voy a hacer sin usted”, y Yisela Sosa, con “A mi rancho”.
El resto de las intérpretes son Clara García, Eli Almic, Florencia Núñez, Laura Chinelli, Samantha Navarro, Marihel Barboza, Maia Castro, Carmen Pi, Alfonsina, y Estela Magnone. Las versiones van desde aquellas que mantienen el sonido folclórico, hasta otras que se arriesgan con géneros como el hip hop o la música tropical.