General

“No tenemos seriedad para decirle a la población que no se bañe”

“La información proporcionada por EL TELEGRAFO, donde claramente queda establecido que la Intendencia utiliza un parámetro de medición de salubridad del agua -proporcionado por Dinama- y CARU otro, basado en su propia estructura técnica, resulta sorprendente que se juegue con la población, porque no hay -como debería- una determinación conjunta, en base a los mismos parámetros”, dijo el edil departamental José Pedro Illia, del Partido Nacional.
Se refería que mientras para la Intendencia -basado en los niveles que determina la Dirección Nacional de Medio Ambiente, Dinama- el Balneario Municipal está totalmente apto para baños recreativos, pues la última medición determinó 560 Unidades Formadoras de Colonias (UFC), lejos del máximo de 1.000 establecido; para CARU, que toma en cuenta las cinco últimas semanas de análisis, el agua de ese mismo lugar contiene UFC por encima del máximo (200) pues la media geométrica estableció 293.
“Legalmente se obliga al gobierno departamental -Ejecutivo y Junta Departamental- a bregar por la salud de la gente, pero otra vez no mostramos la capacidad de cuidar de la gente; no tenemos la seriedad suficiente para decirle a la población que no se bañe o que lo haga con precauciones”. → Leer más

Opinión

Es difícil ser joven en América Latina

En América Latina han gobernado todas las ideologías. En este continente conviven países con democracia plena, regímenes autocráticos que llevan décadas entronizados, gobiernos de centroizquierda, centroderecha y ultraderecha. Todos debieron enfrentar al mismo flagelo con diversas herramientas y a las dificultades de solucionar las épocas de recesión en sus administraciones, sin pasar el problema al mandatario que sigue.
De hecho, ocurre en Uruguay. Tabaré Vázquez deja un déficit fiscal en el período de 4,7% del Producto Bruto Interno (PBI) y –aunque le desagrade la comparación al ministro de Economía, Danilo Astori– es el más alto en los últimos 30 años. Aseguraba el contador que hace treinta años había “otro país”, por lo tanto, la comparación no es pertinente. Sin embargo, el crecimiento económico de una década ocurrió en los tres períodos de su fuerza política. Incluso, el mandatario anterior (José Mujica) dejó un rojo en las cuentas públicas de un 3,4% que la gestión saliente debió corregir y hacerse cargo de algunos asuntos. Como la “capitalización” de Ancap, por ejemplo.
Sin embargo, la administración que entregará el gobierno el próximo 1º de marzo, se había comprometido a dejarla en 2,5% del PBI.
Entre esos dilemas se encuentra el desempleo. Y particularmente el desempleo juvenil, cuyas cifras no mejoran en Uruguay. Si no, todo lo contrario.
“Panorama Laboral” es el título del informe elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), donde analiza la realidad latinoamericana con números cerrados a 2019 y su comparación con 2018.
En once países se contrajo el empleo para las poblaciones que tienen entre 15 y 29 años y Uruguay se encuentra en la lista de los cinco primeros con mayor índice de desocupación juvenil. También se encuentra entre las naciones que registró una mayor tasa de crecimiento de la desocupación entre los primeros nueve meses del año pasado. O para tener una idea: en la región creció 1,52 y en Uruguay 1,8%.
En las últimas décadas el problema no mejoró. Si en América Latina y el Caribe hay unos 25 millones de personas en la búsqueda de un empleo, el problema se acentúa y triplica en esa franja etaria. Según el documento, “evidencia la situación de desventaja en la que se encuentra este grupo en el mercado laboral”.
Y las mujeres jóvenes enfrentan mayores dificultades frente a los varones de su misma edad. A pesar de tener una mejor nivel de escolaridad, la realidad es que permanecen muy por debajo de su potencial. Es por eso que el informe apunta al problema que afecta a uno de cada cinco jóvenes. Son, además, quienes reciben los mayores impactos de las recesiones económicas respecto al resto de la fuerza laboral. Y en un contexto de menor crecimiento económico, son los jóvenes quienes deben sortear las barreras negativas para acceder al mundo del trabajo.
El desenlace en Uruguay parece claro. Durante los nueve primeros meses de 2018 registró 26,1% de desempleo juvenil. Con el mencionado crecimiento de 1,8% se elevó al 27,9% de la población entre 15 y 29 años.
Y si recibieron una mayor educación o capacitación que las generaciones anteriores, sigue observándose que su inserción laboral es precaria. En esa población, un 46,7% estudia y el 53,3% no lo hace.
No obstante, a pesar de los avances en cuestiones vinculadas a la igualdad de género o en la legislación relativa a nuevos derechos adquiridos, el estancamiento económico en sus países hace mella en las trayectorias personales. El crecimiento económico menor en América Latina y el Caribe conspira contra un pleno desarrollo de las capacidades. Y presionan sobre las desigualdades y los guarismos de pobreza.
La región creció el año pasado apenas 0,1% ante las crisis que atravesaron las principales economías como Brasil, Argentina o México. Pero el panorama para 2020 no es muy alentador.
Las estimaciones mejoran con respecto a 2019 y ubica el crecimiento del continente en 1,3%. Sin embargo, no es menos cierto que engloban a países que atraviesan por feroces ajustes fiscales y recortes presupuestarios. Algo que, ineludiblemente, deberá hacer Uruguay.
Pero hay que detenerse en un asunto que particularmente generó perjuicios en los países afectados: las continuas protestas sociales que, además de transformar el mapa político, ineludiblemente afectaron a las economías.
El 2020 comenzó con un continente estancado, con países que continúan bajo la inestabilidad social y otros que optaron por cambios de rumbos, como el caso uruguayo. En casi todos, la clase media emergente está –y se siente– vulnerable con la posibilidad de volver a la pobreza. Las medidas de austeridad y los presupuestos rígidos, obligaron a una caída de las inversiones. Y un descenso de las inversiones es absolutamente, una baja en el empleo. También, en este punto, Uruguay es un buen ejemplo.
En cualquier caso, las soluciones no son mágicas ni se resuelven de un día para otro. Pero un incremento de la inversión pública y una mayor promoción de la privada, deberían priorizarse para evitar mayores caídas. El enfoque debe centrarse en la inversión global, orientada a la infraestructura y la tecnología para mejorar el índice de desarrollo humano que también se encuentra estancado. Al menos, en nuestro país.
Es –además de un hecho– una problemática que deben enfrentar los gobiernos de cualquier signo político. De lo contrario, aplazar las decisiones y dejarlo para el mandato siguiente, solo servirá para empeorar un panorama complejo, con el consiguiente costo social. Un costo que, como ya lo vimos también en Uruguay, nadie quiere asumir. Por eso el informe de la OIT define que el “rasgo estructural de las economías” latinoamericanas es el desempleo juvenil, con resultados deprimidos que dan señales de alarma desde hace años. Pero como los oídos escuchan poco, el propio documento lo dice más conciso: “Queda claro, a la luz de las estadísticas de este año, cuán difícil es ser joven en Latinoamérica y el Caribe”. → Leer más