Acceso universal

En la última década Uruguay alcanzó grandes avances en materia de reducción de la brecha digital, mejorando también en cuanto a la percepción de los ciudadanos respecto a los servicios digitales que brinda el Estado. Según los datos preliminares de la Encuesta de Usos de Tecnologías de la Información y la Comunicación (Eutic), realizada en 2019 y difundida recientemente, en los últimos 10 años el acceso a Internet se ha universalizado gracias al crecimiento sostenido del acceso en todos los segmentos de la población.
Esta evolución ha permitido disminuir a la mitad la brecha digital entre los hogares con diferentes niveles de ingresos: en 2010, el 22% de los hogares más pobres accedía a Internet y el 64% de los más ricos mientras que en las cifras ascendieron a 70% y 99%, respectivamente.
En la actualidad, nueve de cada diez personas acceden a Internet y se ha intensificado su uso: el 79% de la población se conecta diariamente, mientras que en 2010 lo hacía únicamente el 31%. En los únicos segmentos en que aún no se observan estos altos niveles de acceso son el de los adultos mayores y el de las personas de nivel educativo bajo.
En este sentido, el estudio –realizado en conjunto entre Agesic y el Instituto Nacional de Estadística (INE)- entre octubre y noviembre de 2019 comprendiendo 2.341 personas de 14 años y más residente en hogares particulares de Montevideo y en localidades de 5.000 y más habitantes– muestra un notorio aumento en el uso de Internet mediante dispositivos móviles y la caída del uso de computadoras de escritorio para navegar, buscar información o entretenerse en la red.
El gran protagonista es, cada vez más, el teléfono celular. Si bien esta tendencia se observa a nivel mundial, el despliegue de los últimos años en cuanto a políticas públicas de diminución de la brecha digital, que hicieron foco en la ampliación de la infraestructura y las facilidades de acceso a través de distintos planes de conectividad –como Antel Hogares– explican la mejora del acceso de los hogares a dispositivos no celulares.
Entre los internautas se ha universalizado la conexión diaria por celular y solo el 30% lo hace desde una computadora. Entre los hogares que acceden a estos dispositivos, una de cada cinco personas lo hace gracias a que solo cuenta con alguna computadora o tablet de los programas Plan Ceibal o Ibirapitá. Este impacto es mayor en el 20% de los hogares de menor ingreso, ya que la mitad de ellos accede a los dispositivos de estos programas.
Acompañando la universalización del celular el fenómeno anexo es el permanecer conectado en muchos de los espacios cotidianos en los que diariamente transita y desarrollan diferentes actividades las personas. En este sentido, la conexión en movimiento continúa creciendo: en 2010 menos de la tercera parte de los internautas declaraban conectarse en esta modalidad y en 2019 lo hacen el 72%.
En cuanto los usos específicos que les damos a estas tecnologías, la participación en las redes sociales y la mensajería instantánea llevan la delantera. En este sentido, la totalidad de los internautas ha participado en alguna red en los últimos tres meses, pero con diferencias en la frecuencia de uso: el 92% usa WhatsApp todos los días, algo menos de la mitad Facebook y YouTube y un 35% Instagram. La única actividad de comunicación que presenta un marcado descenso respecto a 2010 es el uso de correo electrónico, que disminuye un 17%. Por otra parte, uno de cada dos internautas declara haber mirado Netflix en el último mes (cifra que duplica la observada en 2016) y uno de cada tres, haber escuchado radio en línea.
Estos últimos son datos muy relevantes no solo para los medios de comunicación sino las empresas en general. En ese sentido, se está produciendo una transición hacia una nueva forma de economía, en la cual las nuevas formas de gestionar la información constituyen un factor clave para mantener la competitividad y en un aspecto clave para el crecimiento económico y la productividad, lo que a corto plazo impactará en la generación de riqueza y las fuentes laborales.
La información tiene un valor económico en el sentido de que quien la tenga o posea puede obtener ganancias mayores que en su ausencia. Así, las organizaciones que sienten la necesidad de incorporar innovaciones para poder sobrevivir en un mundo cada vez más global y competitivo, entienden rápidamente el valor de la gestión de la información para encauzar el rumbo de sus negocios.
La economía digital también ingresa fuertemente a través de las compras en línea y el desarrollo de operaciones bancarias — realizado por la mitad de los internautas uruguayos–, el trabajo o la venta de servicios y productos a través de Internet (que alcanza a uno de cada diez).
Toda esta complejidad propia de estos tiempos posmodernos puede tener un impacto negativo para quienes no lo entiendan o podrá asumirse en una oportunidad para quienes sean conscientes de la transformación. El Estado lo ha entendido rápidamente y desde hace varios años trabaja en temas de gobierno electrónico, seguridad de la información y hacia el avance de los trámites en línea. La población también está entendiendo la ventajas de esta situación –lo cual no quiere decir que esté libre de paradojas– y la “desburocratización” de trámites y la posibilidad de realizarlos por Internet está teniendo buen nivel de aceptación de la ciudadanía en base a valores como el ahorro de tiempo, la calidad de los servicios y la facilidad de uso de los servicios en línea. Gestiones que antes requerían un desplazamiento ahora pueden realizarse mediante Internet ahorrando tiempo y dinero a los ciudadanos.
La realización de pagos de servicios públicos en línea se incrementó un 52% respecto a 2016, alcanzando al 17% de los internautas.
La sociedad actual presenta un incremento y expansión en la generación y uso de la información nunca antes visto, que algunos ven como nuevo tipo de sistema social al que desde la década del 90 se ha denominado Sociedad de la Información. No solo se trata de una cuestión tecnológica o económica, sino que es fundamentalmente una cuestión social y cultural que progresiva y masivamente afecta a las personas en todos sus ámbitos de actividad. No sabemos todavía cuál será el próximo salto de la tecnología con masivo impacto en la vida cotidiana de las personas, pero mientras tanto aún nos queda un largo trecho para la creatividad y la aplicación y uso con sentido del arsenal tecnológico que nos rodea cada día y, prácticamente, en todo lugar.