Un techo para el precio de los combustibles

El ministro y el subsecretario designados para el Ministerio de Industria, Energía y Minería, Omar Paganini y Walter Verri respectivamente, quienes asumirán sus cargos el próximo 1º de marzo, además de participar activamente de las instancias correspondientes a la transición de un gobierno a otro, han mantenido contactos y reuniones con actores directos sobre temas vinculados a su cartera, la que por cierto comprende una problemática muy vasta en un área prioritaria para el país.
El punto es que los nuevos jerarcas serán receptores de una situación económica que dista de ser la mejor, que podemos resumir por un lado en que tenemos los combustibles más caros de la región y una competitividad muy desfavorable respecto a nuestros directos competidores en los mercados internacionales, pero a la vez causa y consecuencia de que somos caros en la comparativa internacional, por motivos endógenos que son difíciles de corregir sin generar traumas.
Recientemente el designado titular de esa cartera, Ing. Omar Paganini, defendió la propuesta de liberalizar la importación y refinación de petróleo crudo y derivados, propuesta incluida en el anteproyecto de Ley de Urgente Consideración que divulgó días atrás el gobierno electo.
En diálogo con el programa de Radio Carve, Así Nos Va, Paganini respondió a las críticas que ha recibido la propuesta en los últimos días desde voceros del partido del actual gobierno y sindicalistas y afirmó que el objetivo no es “atacar ni achicar Ancap” sino que la finalidad es lograr “que sea un jugador regional”.
Indicó que no es la idea “que tengamos un mercado protegido y hacemos ahí lo que queremos”, sino que por el contrario, lo que busca la propuesta es tener un jugador que “tiene que ser competitivo y jugar en la cancha grande”.
Al ser consultado respecto a por qué el gobierno defiende la propuesta, Paganini respondió que es un instrumento con el que se podrán “lograr combustibles competitivos”, desde que liberalizar la importación permite “sincerar la operativa de Ancap para que sea competitiva en la medida en que puede tener la opción de compararse con precios importados”.
En cambio, la actual presidenta de Ancap, Marta Jara, había criticado la propuesta al asegurar que “la refinación (local) es el abastecimiento más económico” para los consumidores. Claro que si fuese así no habría de qué preocuparse.
Pero a principios de enero en entrevista con El País, Jara había indicado que importar combustible es un negocio “sumamente riesgoso” y que “Ancap sería el ganador” si se liberaliza el mercado porque “es un productor mucho más eficiente que la importación”, en tanto Paganini afirmó que si bien es cierto que Ancap tiene un margen de refinación (la diferencia entre lo que costaría importar versus lo que cuesta comprar crudo y refinarlo) “bastante interesante”, la propuesta “le pone un techo y le dice más de tanto no, porque está la posibilidad de importar”.
Sumado a eso, para Paganini Ancap debe convertirse en un jugador regional mediante la exportación de combustibles a países como Argentina, Paraguay y Brasil dado que son mercados que importan desde lejos.
“Exportar combustible y no permitir la importación tampoco es viable entonces nuestro enfoque es: vamos a pensar que somos una empresa en serio, que jugamos regionalmente, eso quiere decir que tenemos que ser competitivos”, manifestó el futuro ministro.
Por supuesto, lo que expresa el ministro no causa gracia en gremios como el de Ancap y sectores de izquierda que históricamente han defendido a capa y espada el monopolio y la gestión de Ancap, pero se han cuidado muy bien de decir que esta gestión discrecional y el tener clientes cautivos le han costado al país por un lado no menos de 600 millones de dólares en capitalización a la empresa estatal porque estaba fundida. Y cuando se dice Ancap no es eficiente, eso se traslada al país, que en parte tampoco es competitivo por los precios de la energía –entre los que se encuentran los combustibles—que son los más caros de la región. En tanto la experiencia de liberalizar la competencia con organismos del Estado ha dado excelentes resultados, por ejemplo en Antel. Hoy el servicio de telefonía celular que presta ente nacional está entre los mejores de América y a precios sorprendentemente competitivos, al igual que la Internet, y eso no caben dudas que es mérito de que está en competencia con multinacionales de las telecomunicaciones. Si no se hubiese “desmonopolizado” la telefonía celular –en realidad se salvó de entrar en el régimen monopólico de Antel porque la ley no contemplaba esta nueva tecnología a principios de los años ’90–, de seguro que hoy estaríamos en la era del fax, pagando por cada hoja que se envíe, como pretendió hacer Antel cuando los documentos se transmitían con esa tecnología.
Por supuesto los correctivos no serán fáciles ni gratuitos, y ni siquiera tal vez con resultados más o menos inmediatos, por lo que sin duda los cuestionamientos de sectores interesados cuentan con amplio margen para arrojar piedras en el camino, disfrazando sus planteos como si se basaran en la defensa del interés general, cuando solo defienden sus privilegios e intereses particulares y sectoriales.
Sin dudas ello se enmarca en un elemento central en las políticas que habrá de llevar adelante el nuevo gobierno.
El designado subsecretario, nuestro conterráneo Walter Verri, dijo que “no está descartado que la liberalización de la importación de combustibles se pueda incorporar a la Ley de Urgencia, o enviar un proyecto independiente a la brevedad, pero tampoco es un tema que necesariamente deba procesarse rápidamente”, aunque existe ya desde el vamos la decisión de que los precios de los combustibles tiendan a estar alineados con el precio de paridad de importación, más allá que exista o no la posibilidad de importarlo.
Es decir, que la idea de incorporar mecanismos para abaratar los combustibles es eje central para abaratar el país, en tanto este aspecto clave para la competitividad, combinado con factores agravantes, ha influido para que las industrias, incluyendo las de origen agroexportador, estén en serias dificultades, en muchos casos apenas sobreviviendo, y en otros han quedado a la vera del camino, como es el caso reciente y emblemático de la empresa Pili.