Innovación y solidaridad

A la par del avance de la pandemia de coronavirus que ha puesto un freno al ritmo habitual del desarrollo del mundo, surgen distintas iniciativas solidarias e innovadoras que apelando a las destrezas individuales y colectivas, a la creatividad, el conocimiento, la tecnología y la capacidad de innovación existentes en la sociedad intentan aportar desde distintos ámbitos de acción para ofrecer las soluciones que se necesitan.
Esto involucra desde las acciones individuales, de vecindad y colaboración a pequeña escala –pero que son sumamente necesarias– tales como ofrecer comida, coser barbijos o asesorar en la innovación que significa la educación masiva a distancia, así como a iniciativas nacionales públicas y privadas y otras de alcance internacional y global.
En este sentido, apelando a un esfuerzo masivo por la seguridad del mundo, la Organización Mundial de la Salud puso en marcha el Fondo de Respuesta Solidaria a la COVID-19, que recaudará fondos de un amplio abanico de donantes para apoyar la labor emprendida por dicho organismo con vistas a ayudar a los países a responder a la pandemia.
Este fondo, primera iniciativa en su género, ha sido creado por la Fundación pro Naciones Unidas y la Swiss Philanthropy Foundation, junto con la OMS y permite que particulares, empresas e instituciones de cualquier parte del mundo converjan contribuyendo directamente a los esfuerzos de la respuesta mundial.
El fondo se pone en marcha habiendo obtenido ya un respaldo fundamental, entre otros de Facebook y Google, que han instituido un plan para igualar los fondos recaudados a través de sus plataformas. Lo recaudado se destinará a las actuaciones previstas en el Plan Estratégico de Preparación y Respuesta contra la COVID-19 para que todos los países –en particular los más vulnerables y en mayor situación de riesgo, y con los sistemas de salud más débiles– puedan prepararse y responder a la crisis, lo que incluye detectar con rapidez los casos, detener la transmisión del virus y atender a los afectados.
La OMS ha informado que está intentando conseguir financiación para adquirir equipos de protección para el personal sanitario de primera línea, equipar los laboratorios de diagnóstico, mejorar la vigilancia y la reunión de datos; establecer y mantener unidades de cuidados intensivos; fortalecer las cadenas de suministro; acelerar la investigación y el desarrollo de vacunas y terapias; y adoptar otras medidas decisivas para ampliar la respuesta de salud pública a la pandemia.
Como es posible observar, la mayor parte de las necesidades –o al menos en una primera instancia– se relacionan con la necesidad de equipamiento y soluciones científicas y tecnológicas en el área sanitaria para la lucha contra el COVID-19, lo cual está en perfecta sintonía con las noticias que llegan del mundo en cuanto a la presión existente sobre las posibilidades de respuesta sanitaria y la necesidad de “achatar la curva” de contagios para no saturar las instituciones de salud cuyos recursos humanos y materiales son limitados y no alcanzan para atender grandes demandas simultáneas. Basta con ver las noticias que llegan de España e Italia para tomar conciencia de cuán crítica es la situación al respecto.
Mientras los científicos estudian el virus –que ha ido mutando constantemente– para ver cómo pueden combatirlo y se ensaya la posibilidad de una vacuna, la tecnología podría ser una gran aliada para mejores resultados en esta lucha, tanto en lo que respecta a la reducción de su propagación como la mitigación y reducción de sus impactos.
En nuestro país, en paralelo a las medidas de distanciamiento social, se comienza a apostar fuertemente a soluciones de telemedicina y otras relacionadas con la producción local de equipamiento científico y tecnológico así como su uso para la detección y seguimiento de casos, estrategia ya utilizada en algunos países.
En Corea por ejemplo, la tecnología fue una gran aliada para la detección de casos en los accesos migratorios y posterior monitoreo en la cuarentena. Allí se trabajó mediante la coordinación público-privada entre gobierno y empresas tecnológicas y se instrumentaron soluciones destinadas a la telefonía móvil mediante autoevaluación de la salud a través de preguntas sencillas.
En Uruguay estamos aprendiendo rápidamente de estas innovaciones y de forma similar, ya contamos con una aplicación de celulares que ofrece similares prestaciones con la diferencia de estar disponible para todos los uruguayos dado que la amplia mayoría cuenta con telefonía móvil y acceso a Internet gracias a los grandes avances realizados en el país en los últimos años en esta materia, lo que lo ha puesto a la vanguardia de infraestructura digital y acceso a la red global entre los países latinoamericanos.
En nuestro caso, el hecho de ser poco más de tres millones también juega a favor, así como los avances en big data y la historia clínica digital que permite una respuesta inmediata de los prestadores de salud ante los posibles casos detectados por la aplicación.
Se trata de una solución que fue desarrollada en apenas una semana por una docena de empresas privadas de software en coordinación con el Ministerio de Salud y que permite atender un problema fundamental: la conexión de la población con sus prestadores de salud y, por otra parte, monitorear a distancia a las personas ya diagnosticadas como casos positivos de coronavirus COVID-19. A su vez, respeta el derecho de las personas a la información privada, aspecto favorecido por la existencia de un marco legal consolidado en este caso que impide abusos por parte del gobierno y empresas.
Los tiempos que vivimos exigen colaboración, asunción de responsabilidades institucionales y solidaridad.
En este sentido, la Universidad de la República y el Instituto Pasteur facilitarán un test de diagnóstico desarrollado localmente por científicos uruguayos a partir de la adaptación de un protocolo internacional para detectar coronavirus, lo que es un gran aporte ante un posible desabastecimiento debido al aumento mundial de la demanda. A su vez, la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) abrió rápidamente algunas líneas de financiamiento para soluciones innovadoras para esta crisis.
En definitiva, Uruguay está movilizando sus recursos materiales y humanos, su ecosistema científico, de innovación y conocimiento, para enfrentar los coletazos locales de la pandemia. Experiencias como la de Corea han demostrado el potencial de las tecnologías digitales y la conectividad para el manejo de situaciones de crisis pero el éxito dependerá fundamentalmente del uso que le demos los ciudadanos a estas herramientas. Y para eso, necesariamente, deberemos estar todos en el mismo equipo. Asumir el “quedate en casa” que es parte del autocuidado y un ejercicio de la solidaridad tan necesaria.