Cuando el intercambio cultural queda trunco

Los adolescentes que viajaron al exterior por un intercambio cultural también fueron parte de los uruguayos que volvieron a causa de la pandemia del coronavirus COVID-19. Eso fue lo que le sucedió a 11 jóvenes –tres de ellos sanduceros– que se encontraban en diferentes países, como Alemania, Italia, Estados Unidos; en tanto que otros 20 debieron irse de nuestro país, salvo dos tailandeses que lo harán en los próximos días.
“Nos guiamos por las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y organismos de consulta que tenemos como auditores que se dedican a evaluar los riesgos de cada país, y ellos nos dijeron que por las características de la pandemia no era seguro continuar con el programa”, explicó Valentina Koifman, referente de AFS en Uruguay. Por ello la organización decidió culminar con los programas en los 60 países en donde realizan sus operaciones debido a que “la prioridad era la seguridad de nuestros participantes y brindar un retorno seguro a casa”, añadió.
Así fue que repatriaron a 11 uruguayos y pudieron evacuar al 90% de los extranjeros que se encontraban en nuestro país, quedando en suelo uruguayo dos tailandeses debido a que tienen las fronteras cerradas. Además, los aeropuertos en los que deben hacer escala para llegar a Tailandia también están cerrados para el ingreso de no residentes, por lo que debieron quedarse un tiempo más con sus familias uruguayas.

“HAY COSAS BUENAS”

Beauty es una tailandesa que llegó a Paysandú en febrero en un intercambio cultural. Pero nunca imaginó que a los pocos días se terminaría el liceo y las recorridas por la ciudad. Más allá de eso, rescata que cuando llegó a nuestra ciudad la familia anfitriona (López-Andreoli) la recibió de excelente manera. “Me sentí genial porque me dieron una cálida bienvenida”, señaló.
“Soy una asiática con una cara diferente a la de la gente de aquí, así que a menudo lo ven, pero no me hizo sentir mal”, señaló. Y resaltó que los sanduceros son “amigables y agradables”. Asimismo, dijo que le impresiona la comida, algo a lo que no estaba acostumbrada en sus comienzos. Luego estuvo en cuarentena hasta el día previo a irse a su país natal. “Hay cosas buenas que muchos aprendieron, como pasar tiempo con las familias”, indicó; y remarcó que el poco tiempo que estuvo en Paysandú la pasó muy bien.

TRES SEMANAS EN CUARENTENA

Diferente fue el caso de Mateo, un sanducero que estuvo siete meses en una ciudad cerca de Milano, en Italia. Estaba programando una ida a escalar el fin de semana cuando un jueves le dijeron que entre el domingo y el miércoles debía volver a Uruguay. “Estuve como tres semanas en cuarentena, todavía no era obligatorio el confinamiento pero ya estaban las ciudades vacías”, recordó. En su caso “me cuidaba mucho porque en la casa que estaba había personas mayores”, dijo Mateo, quien tenía pasaje de retorno para julio. “No me quería volver”, comentó entre risas.
Similar fue la situación de Manuel y Paz, quienes estaban en Alemania. “Muchos padres al principio decían que los dejáramos, que estaban bien, pero luego con el paso del tiempo reconocieron que fue bueno” decidir la evacuación, indicó Alejandro Arcelus, referente de AFS en Paysandú.

DIFERENTES REALIDADES

Distinto fue lo de Julieta Tabárez, Inés Artía y Martina Fraschini, quienes pudieron culminar con su experiencia en el viejo continente.
“Me vine a mediados de febrero, había cuatro casos, pero el virus ya estaba y las personas trataban de evitar cruzarse con los asiáticos en las calles”, recordó Julieta. Más allá de eso, en su retorno –que fue en febrero— lo hizo de tapabocas pero a su ingreso al aeropuerto en Buenos Aires no tuvo ningún control, al igual que cuando cruzó hacia Paysandú.
“En Francia había dos casos cuando me vine”, recordó Inés, quien retornó a finales de enero. Pero “nadie imaginaba que iba a ser así, en el aeropuerto nadie usaba tapabocas”.
Igual que el caso de Martina quien retornó en diciembre de Francia y “nadie hablaba de coronavirus”.

DIFÍCIL DECISIÓN

“Fue una decisión súper difícil (la de repatriar a todos los estudiantes) porque los padres en un inicio tuvieron su momento de duda en el proyecto, embarcarse en un proyecto de un programa intercultural, todos los miembros de la familia participan con expectativa, algunas familias hacen esfuerzo económico para poder hacerlo y todo lo que conlleva”, señaló Koifman.
“Al informarles, sobre todo a los padres uruguayos, fueron pasando por diferentes instancias; finalmente se encontraban agradecidos porque en una situación con tanta incertidumbre el mejor lugar en donde los estudiantes pueden estar en sus casas”, explicó.
Ahora, desde AFS están trabajando en la nueva normalidad, investigando e innovando en los espacios virtuales. “Estamos gestando proyectos que tienen que ver con la educación intercultural y el desarrollo de las competencias globales que es lo que sabemos hacer”, adelantó Koifman sobre el futuro de la organización que cuenta con más de 60 años en Argentina y Uruguay.