Francisco Llanes: “Me gusta trabajar y lo hago con pasión”

Con Pablo Cuevas y compañía en Austria, integrando el equipo de Copa Davis.

La rutina es clave. Levantarse, comenzar con los trabajos planificados y sumarle charlas con su entrenador, sicólogo o bien algún extenista que, en estos tiempos de coronavirus, se sienta frente a la computadora a contar sus experiencias.
Pese a que el año deportivo –que pintaba para ser intenso– quedó en un impasse y con riesgo de cerrarse antes de tiempo, el tenista sanducero Francisco Llanes se la toma con calma, preparándose para lo que se viene, cuando sea.
“Es complicado porque los torneos parecen cancelarse, pero no hay que olvidarse que más allá de que el tenis permite tener cierta distancia entre los deportistas, tenés que viajar y eso es complicado”, reflexionó. Y sumó que, por eso, existe una palabra clave en este momento: paciencia.
“Hay que tener paciencia. Lo hablo con mi entrenador, con extenistas, y te dicen que lo que tenés que trabajar es la paciencia. No dejar tu rutina, seguir enfocados en lo que hay que hacer”, dice. Pero reconoce que no es fácil más allá de que a los de su raza la inactividad los vuelve más fuertes.
“Después de un parate por lesión, los tenistas vuelven más fuertes mentalmente. Porque usan el tiempo también para pensar, analizar los errores que se cometen todo el tiempo, pero de los que no te das cuenta porque viajás y viajás, jugás y jugás, y terminás siendo un robot. Esas pausas permiten eso. Yo no solo lo hablo mucho también con el sicólogo, sino que anoto cosas en una libreta todo el tiempo. Y quiero empezar a hacer todo esto que estoy anotando, pero en este momento no depende de mí”.
Pero esta espera tiene un lado más que positivo: el poder disfrutar de la familia. “Desde Navidad que no estaba una semana de corrido con mis viejos. Y lo estoy aprovechando”, dijo, así como también que intenta sumergirse en los estudios para que, cuando sea tiempo de exámenes, pueda dar pasos firmes.
Por eso, con tantas cosas por hacer a lo largo de la jornada, con una rutina bien delimitada, “los días se me pasan volando” entre los entrenamientos, estudios y el disfrute de la familia.
El año deportivo, por lo pronto, pintaba excelente. Lleno de actividad. El año pasado “jugué en Brasil buscando unos puntos en Junior, pero no pude alcanzar el objetivo. Y me dí un poco de baja de la categoría”, tiró.
“Toto” afirmo que “después tuve la Copa Davis (integró el equipo de Uruguay que jugó de visita ante Austria y estuvo muy cerca de lograr el pasaje para jugar el Grupo Mundial”, y cuando pensaba en comenzar una pretemporada apuntando ya a lo profesional, el coronavirus copó todo.
“Iba a comenzar con los torneo PRO más bajos para empezar a sumar puntos y no arrancar el año que viene desde cero, porque sí o sí me tocará PRO ya que cumpliré en 2021 19 años. Quería tener algunos partidos arriba, y me iba a ir a Europa porque allá hay mucho más torneos, y es todo más parato”. Pero el plan se postergó.
Eso sí: nada le impide asegurar que dejará todo en procura de cumplir sueños como profesional. “Hay muchos a los que les va bien en Junior, salen campeones, pero después no pasan una ronda en los torneos PRO. Es otra realidad, hay mucha distancia entre el último escalón PRO y los mejores Junior, porque además los primeros partidos son una carnicería. Te mandan a cualquier lado, no tenés pelotas para entrenar, no te dan hotel. Y algunos no aguantan. Yo sé que voy a tener que pagar derecho de piso”, explicó.
Y no quiso dejar dudas: “hay que encarar ese camino con mucha tranquilidad porque es largo”. Sobre todo para los sudamericanos, “que se integran tarde, con 23 o 24 años, en ese ranking de los buenos”. Y ejemplifica que “muchos jugadores no ganaban un partido a los 19 años, les costaba agarrarle la vuelta, se trancaron en el primer escalón, pero a los 23 o 24 años le juegan a cualquiera. Hay que creer en ese camino”.
Y asegura estar dispuesto, porque “me encanta lo que hago”, a diferencia de muchos jugadores de su edad. “Conozco a muchos que tienen más talento y les va mejor, pero no disfrutan los torneos, no les gusta lo que hacen. Y así es cuando tarde o temprano se van cuando comienzan a jugar en PRO”, tiró. Así como también que “me gusta trabajar, exigirme, y lo hago con pasión”. Clave, sin dudas.
Por eso, a lo largo de su carrera, ha dejado en corazón en cada cancha. En cada entrenamiento y en cada partido. Y ha vivido experiencias que seguramente podrá capitalizar cuando comience a transitar el nuevo camino, como el hecho de haber integrado el equipo celeste en la Davis ante Austria. “Seguramente fue el torneo en el que sumé más experiencias. Y aprendí un montón de cosas al ver a Pablo (Cuevas) cómo se trabaja, cada detalle”, dijo. Y destacó que “si Pablo no estuviera en cada detalle, no podría estar a este nivel. El laburo que hay atrás y lo que hay que hacer para llegar ahí, es clave”.
Llanes sabe que el sacrificio, más aun en este deporte individual, es fundamental. “Pero cuando llegás tiene otro sabor”, reconoció. Mientras, sueña; se proyecta. Y se prepara. “Hay torneos que uno mira y piensa ‘qué ganas de estar ahí’, y vas a hacer cualquier cosa por lograrlo. Estar en Roland Garros sería espectacular, jugarlo y que te vaya bien. Sería mi torneo soñado”, confesó.