Empresas y Derecho: Género y brecha salarial (I)

En las últimas semanas, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) difundieron un informe titulado “Brechas de género en los ingresos laborales en Uruguay”, el cual fue elaborado por las investigadoras Maira Colacce, Julieta Zurbrigg y Mariana Mojica, bajo la supervisión de Verónica Amarante (directora de la Cepal en Montevideo) y Magdalena Furtado (representante de ONU Mujeres en Uruguay). En la presente entrega haremos referencia a distintos aspectos del mismo.

1. Nudos estructurales

El documento señala que “la desigualdad de género es un rasgo estructural de América Latina y el Caribe, una región caracterizada por la persistencia de brechas en diversas dimensiones que nos alertan sobre la urgencia de diseñar e implementar políticas en pos de la igualdad entre mujeres y hombres. Más allá de los avances que hemos realizado en materia de igualdad de género y autonomía de las mujeres durante los últimos años, los gobiernos de la región siguen reconociendo cuatro nudos estructurales constitutivos de las relaciones desiguales de género, como se consigna en la Estrategia de Montevideo para la Implementación de la Agenda Regional de Género en el Marco del Desarrollo Sostenible hacia 2030: i) la desigualdad socioeconómica y la persistencia de la pobreza en el marco de un crecimiento excluyente; ii) los patrones culturales patriarcales, discriminatorios y violentos y el predominio de la cultura del privilegio; iii) la división sexual del trabajo y la injusta organización social del cuidado, y iv) la concentración del poder y las relaciones de jerarquía en el ámbito público”.

2. Tendencias

Para la Cepal y la ONU, “una de las tendencias globales hacia la igualdad de género más relevantes de la segunda mitad del siglo XX fue el aumento de la participación laboral de las mujeres: una transformación asociada, entre otras cosas, a la reducción del número de hijos que, a su vez, se atribuye a que han tenido mayor acceso a métodos anticonceptivos modernos y a una mejora en sus niveles educativos. El impacto de este cambio trasciende el mercado laboral, modificando las expectativas de las mujeres respecto a sus carreras y familias, y alterando las actitudes referidas a su rol en la sociedad.
En términos de participación en el mercado de trabajo, las mujeres se encuentran relegadas con respecto a los hombres: en América Latina y el Caribe, mientras el 85% de los varones adultos (mayores de 25 años) trabaja o busca trabajo, tan solo el 56% de las mujeres lo hace. Asimismo, entre quienes trabajan se observan brechas importantes en las horas trabajadas: en promedio, las mujeres dedican 20 horas por semana al trabajo remunerado, en tanto que los varones, 42 horas semanales. Y las brechas también persisten en lo que respecta a los salarios: en las áreas urbanas de América Latina, sea cual sea el nivel educativo alcanzado, el salario medio de una mujer es, como máximo, un 77% del correspondiente a un hombre con el mismo nivel educativo”.

3. Educación

De acuerdo con el informe, “prácticamente todos los varones de las edades consideradas (25-59 años) participan del mercado laboral (en el período la tasa de actividad masculina nunca baja de 93%). Sin embargo, la participación de las mujeres alcanza en 2018 el 81%, habiendo partido en 1990 de un valor 20 puntos porcentuales más bajo (61%). Más aún, estas tasas de actividad difieren claramente por nivel educativo entre las mujeres, y presentan diferencias más sutiles entre los varones. Por ejemplo, en 2018, entre las mujeres de 25 a 59 años que tienen Ciclo Básico completo o incompleto, la tasa de actividad es de 68%, cifra que asciende a 92% para aquellas que tienen al menos algún año de educación terciaria, lo que implica una diferencia de 24 puntos porcentuales. Para el mismo año, esta diferencia es de 5 puntos entre los varones. Esto indica que las características de las mujeres y varones que participan del mercado laboral son diferentes, lo que es conocido en la literatura como sesgo de selección. Debido a los patrones culturales y sociales, las mujeres con características más favorables, aquellas que recibirían una mejor remuneración en el mercado laboral, deciden trabajar, mientras que entre los hombres la participación es prácticamente universal”.

4. Penalización por maternidad

En este trabajo se analizan además los efectos del nacimiento de un hijo en la historia laboral de las mujeres, tomando como base los registros administrativos del Banco de Previsión Social. A tales efectos “se considera a la penalización por maternidad como el efecto de la maternidad en las trayectorias de las madres, en comparación con las mujeres de similares características que no tienen hijos. Se encuentra que, luego de diez años de tener el primer hijo, las mujeres experimentan una reducción del 42% de su salario mensual en comparación con mujeres con características similares que no tuvieron hijos”.
Dr. Rodrigo Deleón