Formalizaron a adolescente que robó caballo y apedreaba rodados

Uno de los delitos fue el hurto de un caballo al que abandonó sin vida en el arroyo San Francisco.

La Justicia formalizó a un menor de 17 años al comprobarse su responsabilidad en al menos tres pedreas a vehículos que transitaban por Nuevo Paysandú, además de otros delitos. Deberá cumplir con medidas sustitutivas, entre ellas continuar tratamiento médico para controlar impulsos, ansiedad y el consumo de drogas.
En base a lo informado por Jefatura las denuncias fueron radicadas en la Comisaría Quinta desde agosto del año pasado. El 7 de agosto, como informara EL TELEGRAFO, al menos dos jóvenes habían sido vistos intentando arrear 16 equinos desde un potrero cercano a la Planta de Alcoholes de Ancap. En ese momento, el propietario de los animales les dio la voz de alto pero los forajidos se dieron a la fuga hacia Paso de las Piedras. Allí, cerca del curso de agua, el dueño de los caballos logró aprehender a un menor de 17 años.
En tanto, a pocos metros, se encontraba un caballo muerto con el recado puesto, que era propiedad de un joven integrante de una aparcería del barrio. “Estaba durmiendo y me llamó un amigo para decirme que vio a un gurí (a quien nombró) que andaba judeándome el caballo. Yo lo tenía suelto en un campo en Nuevo Paysandú. Me lo robaron y me dijeron que andaba cerca del arroyo San Francisco. Me levanté enseguida, me fui en la moto hasta la zona y encontré el caballo muerto en la orilla del arroyo. En ese momento no sabía que hacer, porque yo cuido los animales que tengo como a nadie”, relató el damnificado a este medio. El caballo “era un animal que lo tenía para desfilar, hacer pruebas de rienda e ir a la Meseta. El gurí que lo robó me lo judeó, lo golpeó, lo usó para corretear al palo y lo terminó matando”, comentó.

APEDREO A VEHÍCULOS

Pese a que había sido identificado como responsable del hurto del caballo, no había resolución judicial. En tanto, con el paso de los meses, se registraron otros hechos en los que también se pudo probar su culpa: el joven apedreaba vehículos que pasaban por su cuadra, causando daños. La primera denuncia fue radicada el 15 de octubre del año pasado por un hombre que dijo que se desplazaba en su camioneta Isuzu por María Ustia de Goya y Calle 31 cuando fue sorprendido por un muchacho que le tiró piedras al parabrisas delantero y el vidrio del lado del conductor. Otra data de fines de octubre cuando una camioneta Ford Ranger circulaba por Ustia de Goya al oeste y al pasar frente al domicilio del menor, fue alcanzada por una piedra dirigida hacia la ventanilla del conductor. El denunciante comentó que esa no era la primera vez que le ocurría eso al pasar por allí.
En noviembre, se dio cuenta a la Policía de una camioneta Volkswagen Saveiro que había sido dañada en la luneta trasera con una piedra lanzada con una gomera. Esa vez, el menor lanzó una segunda piedra que dio en la espalda del conductor. En tanto, la última denuncia fue realizada el 20 de abril pasado cuando el joven apedreó un automóvil, cuyo propietario dijo que ya le había pasado.
Contando con varios elementos probatorios, la Justicia Penal dispuso la formalización de la investigación para el adolescente por “infracciones graves a la Ley Penal tipificadas con dos delitos de abigeato, uno en grado de tentativa en reiteración real, con tres delitos de daño y un delito de violencia privada”.
Asimismo se acordó la suspensión condicional del proceso bajo las condiciones de: fijar domicilio y no mudarse sin aviso a la Fiscalía; obligación de someterse a un programa de orientación y apoyo a través de Promesem de INAU con especial énfasis en realizar un abordaje psicológico a fin de manejar sus impulsos, trabajar la asunción de responsabilidad por sus acciones y el respeto a los derechos de terceros; la prohibición de comunicarse relacionarse y/o acercarse a las víctimas; y la obligación de continuar tratamiento médico a cargo de psiquiatra tratante a fin de controlar impulsos, ansiedad y consumo de sustancias debiendo acreditarlo semanalmente en Fiscalía.