INIA y el Instituto Pasteur iniciaron plan piloto para controlar y minimizar impacto de la leucosis bovina

La leucosis enzoótica bovina (LEB) es una enfermedad que está presente en la mayoría de los tambos uruguayos y es un importante problema productivo, reproductivo y consecuentemente económico al sector lácteo.
Disminuir la prevalencia de la enfermedad puede llevar años y si no se realiza adecuadamente puede ser un trabajo en vano. En definitiva, se hace necesaria la búsqueda de soluciones apropiadas para el problema nacional.
En este sentido, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), en conjunto con el Instituto Pasteur, ha iniciado un plan piloto de trabajo con el objetivo de desarrollar estrategias eficaces y sustentables en un único protocolo para el control, y minimizar el impacto de la leucosis bovina a los productores lecheros.
El trabajo elaborado por la doctora Caroline Silveira y el licenciado bioquímico Martín Fraga, de la Plataforma de Investigación en Salud Animal, sostiene que el virus de la leucosis bovina (VLB) es el responsable de causar la leucosis enzoótica bovina (LEB), enfermedad neoplásica, infectocontagiosa y crónica que evoluciona en un período de uno a ocho años. Afecta principalmente a los bovinos de leche tanto de Uruguay como de otros países del mundo.
El VLB tiene atracción e infecta las células del sistema inmune de los bovinos, principalmente los linfocitos B, conocidos como glóbulos blancos. Estas células se encuentran en la sangre y excreciones de los animales. El virus infecta el núcleo de los glóbulos blancos, integra el material genético (su genoma) en el genoma del hospedero; esta forma integrada se denomina provirus y puede ser detectada en las células infectadas durante toda la vida del animal.
En Uruguay el VLB está presente en la mayoría de los establecimientos lecheros y fue diagnosticado clínicamente por primera vez en 1952. Desde entonces, se han realizado trabajos que reportan la circulación del virus en los bovinos de leche en el país.
Por primera vez, en 2015, y utilizando el muestreo para fiebre aftosa y brucelosis de todo el rodeo lechero de Uruguay, el MGAP determinó la seroprevalencia de la leucosis a nivel nacional. Se informó que la seroprevalencia fue de 65% en tambos con 1 a 50 vacas, 77% en tambos con 50 a 250 vacas y del 82% en tambos con más de 250 vacas. La prevalencia media individual fue del 79% y predial de 95%.
En Uruguay, el Decreto 165/2007 expresa el apoyo del Estado respecto a la disponibilidad de una política de control de la LEB. Sin embargo, la creciente prevalencia de la enfermedad deja en evidencia que, la implementación de medidas clásicas para el control de la infección, aunque efectivas, no fueron y no son sustentables y económicamente factibles para la mayoría de los productores lecheros.

FÁCILMENTE TRANSMISIBLE

El virus es alta y fácilmente transmisible en las condiciones tradicionales de manejo de los tambos y puede afectar un gran número de animales en el establecimiento. El 95% de los animales cursará la infección de manera “silenciosa”. Aproximadamente entre el 60-70% de los bovinos infectados son asintomáticos, o sea que no presentan signos clínicos de la enfermedad.
Estos animales son portadores y diseminadores del virus de por vida y un potencial peligro para el resto del rodeo. Además, el 30% de los bovinos infectados por VLB puede desarrollar un estado subclínico de la enfermedad, denominado linfocitosis persistente, que es caracterizado por un aumento del número de linfocitos no malignos en la sangre. Esta condición tampoco presenta la enfermedad clínica, pero después de algunos años puede aumentar la probabilidad del desarrollo de los tumores característicos de la leucosis enzoótica bovina.
Si bien los animales asintomáticos y con linfocitosis persistente no presentan la enfermedad clínica, posiblemente tendrán su sistema inmune afectado negativamente por este “villano silencioso”. Esa falla inmunológica puede tener como consecuencia una baja producción de leche; una vida más corta; alta incidencia de infecciones secundarias como la mastitis clínica severa y posibles alteraciones negativas en la reproducción evidenciadas en una baja tasa de concepción.
Finalmente, hasta el 5% de los animales desarrollarán cáncer del tejido linfático (linfosarcoma). Este grupo de animales es fácilmente reconocido por los productores y es el diagnosticado por médicos veterinarios. Generalmente los animales que se encuentran en esta categoría son mayores a cuatro o cinco años. Este cáncer puede presentarse de manera diseminada y causar diferentes signos clínicos que van a depender de la ubicación en el cuerpo del animal. Puede ser encontrado en diversos órganos como en el corazón, abomaso, útero, riñón, bazo, hígado y médula espinal.
Cuando esa condición no culmina con la muerte del bovino en el campo, los mismos son observados en la faena y son una de las principales causas de decomiso en los frigoríficos. El virus es entonces responsable de elevadas pérdidas económicas al sector lácteo.
Las pérdidas pueden ser directas por mortalidad o descarte de los animales, o indirectas por su presentación silenciosa: baja en la producción y desempeño reproductivo. En Uruguay se desconoce el monto a nivel nacional debido a estas pérdidas. Sin embargo, las elevadas tasas de infección del país se asemejan al reportado en todo el continente americano. Se calcula que en Estados Unidos las pérdidas por la infección subclínica alcanzan los 285 millones de dólares y en Argentina este valor asciende a 301 millones de dólares anuales por la muerte de vacas ocasionadas por los tumores.

RECOMENDACIONES PARA CONTENCIÓN DE LA ENFERMEDAD

Es importante determinar la prevalencia inicial del establecimiento. No criar terneras positivas al nacer (podrán ser positivas el 10%). Pasteurizar o congelar el calostro, si no es posible buscar proporcionar a las terneras calostro de vacas negativas.
También pasteurizar la leche o uso de sustituto lácteo. Mantener una recría negativa para un reemplazo negativo. Dentro de lo posible, utilizar un guante y una aguja desechable por animal y desinfección de los equipos (ejemplo ecógrafo). Priorizar el primer servicio de las vaquillonas con extremo cuidado. Preferencialmente que el manejo reproductivo sea separado de las demás vacas para evitar el disparo en la incidencia.
Además, utilizar una metodología de “eliminación racional” de vacas positivas, sumando al diagnóstico positivo de leucosis otro factor de descarte (ejemplo más de tres servicios, problema de patas, mastitis recurrente, etc.). Controlar la población de moscas hematófagas en el verano. En caso de reposición, ingresar al establecimiento solamente bovinos negativos. Diagnosticar periódicamente todos los animales, semestral o anualmente.