Las visiones a priorizar en un país

En sucesivas entrevistas con medios de comunicación argentinos, el presidente Luis Lacalle Pou, a requerimientos de periodistas del vecino país, expuso la forma en que el Uruguay ha enfrentado la pandemia de COVID-19, lo que hasta ahora estaría mostrando un resultado exitoso en el esquema comparativo a nivel global, con vecinos que como Brasil, ya tiene uno de los mayores porcentajes de muertes en el mundo, y con la Argentina, que más o menos ha logrado contener la transmisión del virus –todavía está en fase de crecimiento de casos– pero a costa de una cuarentena que ha devastado su ya empobrecida economía.
En medio de este dilema en que cuidar a ultranza la salud significa hundirse en un mar de necesidades económicas y sociales por la caída de la actividad y el empleo, el mandatario uruguayo expuso cuál ha sido el escenario en nuestro país, desde su asunción el 1º de marzo, a partir de cuando las prioridades se han situado en instrumentar medidas preventivas y el combate a la pandemia, postergando así el cronograma de medidas contempladas en la propuesta electoral aprobada por la ciudadanía en las elecciones nacionales.
En la última entrevista, realizada por la periodista Viviana Canosa, en canal 9 de Buenos Aires, Lacalle hizo referencia a las presiones que tuvo para que decretara la cuarentena obligatoria, desde gremiales médicas a amigos cercanos o expresidentes.
“Nunca dudé de que no estaba dispuesto a una cuarentena obligatoria. Uno no puede ordenar lo que no puede hacer cumplir. No estaba dispuesto a que muchos uruguayos dejaran de salir si tenían que hacer el peso. Fue una decisión de riesgo, pero era la única forma en que me sentía genuino conmigo mismo”, explicó.
“Uruguay ya venía mal, con un déficit importante, desempleo. Sabíamos que el cerrar generaba perjuicios económicos. ¿Y a quién? A quien no tiene capacidad financiera”, agregó.
“Nosotros tenemos que soñar con un día que no es el primer día de Gobierno. El día que nos importa es el último, el 1º de marzo de 2025, cuando pasan raya. Lo que queremos hacer es salir por la puerta grande, mirar a los ojos a los uruguayos y que Uruguay sea más próspero, más justo. No tengo berretines de liderar la región, no soy de los que piensan en el mármol”, dijo el mandatario.
“En Uruguay hay pobreza, hay frío, hay gente pasándola mal. Y esos son los que sufren más la pandemia (…) Por eso dijimos, ayudemos a ese que la está pasando mal. (…) ¿Estoy conforme? No, falta mucho”, apuntó, para explicar luego cuáles fueron los beneficios y aportes que se hicieron durante la pandemia. “Hacemos lo posible porque los recursos el Gobierno (anterior) los dejó bastante escasos”, puntualizó.
Ante la mención de la periodista a la rebaja salarial temporal para gobernantes y funcionarios públicos que ganaran el equivalente a más de 1.900 dólares, Lacalle explicó que en el período de transición, desde fines de noviembre, se puso a analizar los números y pensó en dar “una señal clara. Ya tenía pensada la posibilidad de un esfuerzo, sobre todo del sistema político, en su contribución al Estado. Cuando surgió la pandemia, se hizo el Fondo Coronavirus, que quedó separado del resto de los números”, apuntó.
Claro, mencionar la forma en que se ha actuado con Uruguay, en contraste con la severa –supuestamente– cuarentena argentina es mencionar la soga en la casa del ahorcado, por cuanto en el vecino país, con una realidad totalmente distinta en cuanto a tamaño, distribución demográfica y condiciones es mucho más vulnerable al ingreso del virus desde sus fronteras y conexiones aéreas y terrestres, así como más difícil de controlar dentro de fronteras, pero a su vez el gobierno de Alberto Fernández optó por jugarse enteramente a contener la pandemia y soltarle la mano a la economía, cuando ya la situación era desesperante por la recesión, la inflación y la falta de financiamiento externo por los incumplimientos de pagos de deuda.
No es porque sí que desde la otra orilla se tenga una visión muy positiva de cómo se actuó por el gobierno y la población de nuestro país en el sentido de promover medidas de contención que posibilitaran circunscribir a un mínimo posible el avance del virus, pero a la vez tratar de que la economía no se desplomara e ir liberalizando las actividades, con una gran dosis de sentido común pero siempre dejando planteada la alternativa de tener que dar marcha atrás ante un virus imprevisible y ante el que bajar la guardia es poco menos que suicida.
El punto es que si bien Argentina, y concretamente Alberto Fernández heredó una situación económica harto complicada y desesperante, también en el caso de nuestro país la irrupción de la pandemia y las medidas para contenerla que llevaron a una caída de actividad, se han dado en un contexto recibido del gobierno anterior de enlentecimiento de la actividad económica, creciente desempleo y situación comprometida de empresas, en medio de una fuerte presión tributaria y alto costo país.
No puede extrañar que por lo tanto, pese al éxito –hasta ahora– en la contención de la pandemia y la flexibilización gradual, el presidente Lacalle estime que la economía uruguaya caería cerca de un 3% este año, en base a las proyecciones que realizan los economistas que se manejan en un rango de entre el 3% y el 6%.
Y que efectivamente, como mencionara en la entrevista, en el cambio de gobierno recibió un país endeudado, “con déficit del 5%, desempleo por arriba del 10% y los motores de la economía bastante a media máquina”.
También, que contrariamente a lo que se proponía en Argentina, en el sentido de aplicar nuevos gravámenes a los empresarios para salir adelante, señalara que está lejos de su pensamiento hacerlo, desde que precisamente los empresarios son el motor que sacará la economía adelante, y que por lo tanto necesita de su capital, de su inversión, de su disposición al riesgo, para rescatar al país de su difícil situación, con o sin pandemia, para generar fuentes de trabajo, reciclar recursos y proyectarse al exterior tanto captando inversiones como exportando bienes y productos.
Es decir, la única forma en la que puede percibirse y hacerse en perspectiva en un país, que es el de preservar y promover condiciones para hacer crecer su economía, para mejorar la calidad de vida dentro de un contexto muy difícil.