Recalculando

En la quinta edición de “La COVID-19 y el mundo del trabajo”, elaborado por el Observatorio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se plantean tres escenarios sobre este segundo semestre de 2020. Aún asumiendo el escenario más favorable, la situación del empleo se seguirá complicando en el mundo. A escala global, las estimaciones de los expertos hablan de una pérdida adicional de entre 34 (en el mejor de los casos) a 340 millones de puestos de trabajo, que se agregan a los 400 que, se estima, se perdieron en la primera mitad de este año.
En lo específico de nuestro subcontinente, las estimaciones oscilan entre 9 millones, en el mejor de los escenarios planteados, a 60 millones, asumiendo que las cosas van a peor.
Las dificultades económicas que ya están afrontando países, empresas y personas a lo largo y ancho del globo son el lado B de esta pandemia, por ello no llama la atención una declaración del secretario general de la Organización Mundial del Turismo (OMT), Zurab Pololikashvili, quien afirmó que “los gobiernos tienen el deber de anteponer el bienestar de sus ciudadanos, pero, al mismo tiempo, tienen también la responsabilidad de proteger los medios de vida de esos ciudadanos y de proteger a las empresas”.
Estas expresiones surgieron tras una visita oficial que la OMT realizó a las Islas Canarias, donde se comprobó “de primera mano que la reactivación del turismo puede gestionarse con responsabilidad”. Además, en una posterior visita a las Islas Baleares corroboraron “cómo la aplicación de protocolos estrictos de salud e higiene acompañan la reapertura de los destinos turísticos”.
Pololikashvili afirmó que “encontrar el equilibrio entre la preocupación por la salud pública y el apoyo a un sector del que dependen millones de personas (el turismo) no será fácil. Estamos en territorio inexplorado. Sin embargo, puede hacerse, como se está demostrando actualmente en muchos lugares”.
Estas visitas se producen en los albores de una nueva temporada alta en Europa, en la que hay mucha expectativa, por un lado por demostrar que es sostenible una actividad económica que genera 27 millones de puestos de trabajo en empresas grandes, pequeñas y también es fuente de sustento para emprendedores independientes.
Es una prueba de fuego en la que se medirán, por un lado la confianza que se ha podido generar en medio de tanta inestabilidad e incertidumbre, y por otro la efectividad de las medidas y los protocolos de prevención que se han desarrollado para poder tener esta reapertura.
“Los destinos, el sector turístico y sus millones de empleados han estado preparándose durante los pasados meses para recibir a los visitantes”, aseguró el secretario, que no dudó en afirmar que el turismo es “probablemente uno de los entornos más seguros en estos momentos por ser un sector centrado en las personas y su bienestar”.
En nuestro país, entre las medidas que ha adoptado el Ministerio de Turismo, se creó el sello que identifica a los operadores responsables, que funciona como una acreditación de que ese establecimiento se apega a los protocolos necesarios para la efectiva prevención. Además se lanzó una intensa campaña para incentivar el turismo interno.
Sin embargo, Pololikashvili no dejó de reconocer la fragilidad del momento, que requiere “aún más cooperación y que las medidas, tanto individuales como conjuntas, sean razonadas y proporcionales”.
Que las cosas vayan bien o mal en esta temporada europea forma parte de la encrucijada que definirá el destino de este complicado segundo semestre. Si todo sale bien, si la situación sanitaria se mantiene bajo control, será un buen síntoma y generará un optimismo que se contagiará a otras ramas de la economía. Si el virus se vuelve a descontrolar, los efectos secundarios serán muy complicados de manejar, los sanitarios, por supuesto, pero sobre todo los económicos.
La analogía de las perillas que empleó el presidente de la República Luis Lacalle Pou es útil por demás para graficar este momento, donde se asume que prolongar el encierro no es la respuesta. Aquí, en el barrio, tenemos los dos ejemplos. Tal vez la cuarentena obligatoria sea lo mejor desde el punto de vista sanitario –y no hay consenso de que así sea–, pero las consecuencias económicas pueden ser muy dolorosas. Tampoco ha sido una respuesta feliz el minimizar el riesgo y ver cómo se pierden cientos de miles de vidas por mensajes inadecuados.
Otro aspecto que cobra relevancia en relación con la reapertura del turismo es el del empleo femenino. Es que, según las constataciones de la Organización Internacional del Trabajo, las mujeres trabajadoras han sido quienes más han sufrido la crisis en sus espaldas.
“A diferencia de crisis anteriores, el empleo femenino corre un mayor riesgo que el masculino, en particular como consecuencia de los efectos de la recesión en el sector de los servicios”, plantea en la quinta edición de su informe “La COVID-19 y el mundo del trabajo” el Observatorio de la OIT.
Este es un momento de suma complejidad, donde el mensaje debe transmitir la confianza suficiente como para animar a las personas a disfrutar de los servicios, pero a la vez mantener la mesura como para evitar que se generen acciones irresponsables, de las que todos hemos visto y oído en los últimos días.