El desafío de generar empleo sustentable

“El emprendedor es quien va a sacar adelante el empleo del país. Más allá del problema de la pandemia, cuando asume esta administración, en Uruguay ya teníamos un problema en el mercado laboral de destrucción de puestos de trabajo que era muy importante y, por eso, de entrada el mayor desafío en materia de política económica es la creación de empleo. Ese empleo no tiene que surgir del sector público (…) El empleo tiene que venir del emprendedor grande, pequeño, mediano”, en tanto “hay un rol para el Estado en materia de crecimiento económico y de aumentar el empleo, pero quien tiene que proveer de más empleo tiene que ser el sector privado”, es la reflexión central que aporta la ministra de Economía y Finanzas, Ec. Azucena Arbeleche, en una entrevista a la agencia EFE, al desgranar conceptos respecto al eje central de su política económica.
Es que a esta altura del tercer milenio ya no debería haber ninguna confusión sobre el papel clave de la articulación entre la creación de la riqueza y las acciones simultáneas y consecuentes no solo para una mejor distribución de los recursos con favorable impacto socioeconómico, sino también para hacer que este circuito sea sustentable, un gran debe que queda al desnudo cuando en los gobiernos populistas se termina el dinero de los otros o el ingresado en situaciones excepcionales, como ha sido el escenario reciente de nuestro país.
Al hacer referencia a las principales líneas del proyecto económico del Gobierno y el papel de Uruguay en el panorama internacional en el marco de la pandemia por el coronavirus, la secretaria de Estado evalúa que a poco de asumir, “lo importante era que las emergencias y la urgencia que implicaba la pandemia no nos quitara el foco en una agenda de mediano plazo. Era atender los dos frentes a la vez: lo inmediato, que era lo más importante y lo urgente, pero también no perder la mirada en lo estructural, en el mediano plazo”.
Esta suma de desafíos, entre la urgencia, el corto y el mediano plazo, explica que la nueva administración diera prioridad a generar instrumentos para enfrentar la emergencia sanitaria, social y económica, en sus respectivos planos y plazos, y sobre todo, asumir que atacar lo inmediato no significara mayores compromisos y limitaciones para atender lo importante, que es la postpandemia en un contexto global y nacional muy difícil. Y no puede soslayarse que en lo que refiere al escenario socioeconómico postpandemia, una vez que la manifestación del COVID-19 quede superada, pese a su magnitud, nos encontraremos todavía ante una realidad difícil, cuyo desafío central tiene que ver con la provisión de empleos genuinos, es decir enmarcados en la captación de inversiones precisamente como lo señala en sus expresiones la titular de Economía.
Tiene toda la razón Arbeleche cuando indica que el emprendedor es el que va a sacar adelante el país, en la conjunción de inversión, capital de riesgo y empleo, que son los factores que mueven la rueda de la economía, y no el sector público, cuyo papel en el mejor de los casos, sería por lo menos el de no entorpecer y quitar dinamismo a la inversión privada. Es decir, justo al revés de como se ha hecho durante más de una década, con la incorporación de un gasto estatal que ha hecho trepar el déficit fiscal por encima del 5 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI), como se recibiera por el nuevo gobierno de manos del Frente Amplio, y que ha subido más aún en estos meses por efectos del aumento del gasto por la pandemia y la consecuente caída de actividad ante medidas de contención. Sobre este panorama la secretaria de Estado evalúa que “lo que esperamos para 2020 es un deterioro del déficit fiscal y ahí es donde hay un cambio de prioridades por estar en situación de pandemia. Del 20 al 21 tenemos una mejora significativa del déficit fiscal, que está basado en un menor gasto, en una mayor eficiencia de todo el sector público (…) De ahí para adelante el gasto se mantiene constante, en términos reales, en un contexto que estimamos el producto empiece a crecer. La economía, luego de la caída de este año, va a tener un rebrote el año que viene y va a mantener su ritmo de crecimiento. Creemos que estas estimaciones son realistas, totalmente alcanzables y hay un compromiso muy fuerte de parte de todo el Gobierno para alcanzar esas metas”.
Por supuesto, si bien nos sitúa en la realidad, las expectativas de la titular del Ministerio de Economía aparecen en principio teñidas de un optimismo, porque hay todavía una incertidumbre muy grande a nivel global y un panorama recesivo del que no va a ser muy fácil salir en el corto plazo por lo menos. Ello aporta una cuota adicional de incertidumbre por situaciones externas, de las que dependemos como país netamente exportador y con mercado interno reducido.
Ahora, el punto es que entre las alternativas ante el estrecho margen de maniobra, lo único a descartar sería el seguir pateando la pelota para adelante, que nos ha resultado carísimo a todos los uruguayos, con más déficit fiscal, más deuda y más costos rígidos incorporados al Estado, bancados por todos los ciudadanos, sin espalda financiera porque se ha gastado todo lo había ingresado en la época de bonanza y más aún.
Y como bien expresa Arbeleche “por eso hemos incorporado en la Ley de Urgente Consideración (LUC) el concepto de regla fiscal, que nos permite que las políticas sociales siempre se lleven adelante, independientemente del ciclo económico”; se trata de una regla de oro para cualquier gestión con sentido común, para no cargar todo el costo del Estado sobre los actores reales de la economía.
Es decir, los que nos sacarán del pozo serán los emprendedores que contribuyen a crear la riqueza, justo al revés de los que pregonan que se empieza por repartir, en el colmo del delirio, cuando esa riqueza no existe.