La nueva guerra fría

Lo de Estados Unidos y China ya no puede resumirse a una mera guerra comercial entre las dos mayores potencias del mundo. Si bien ese ámbito de los negocios es el disparador de la tenaz confrontación que mantienen ambos desde 2018, el conflicto ya comienza a abarcar otros aspectos. Y, por supuesto, genera preocupación a nivel global.
Ambos gobiernos establecieron relaciones diplomáticas en 1979. Y desde entonces, este representa el peor momento de ese vínculo. De un lado, una dictadura comunista –políticamente hablando; a nivel económico ya sabemos, ya no toman ese rumbo–, y por otro un gobierno democrático, pero con un presidente como Donald Trump, imprevisible e inefable. Los choques, los roces, las sanciones, han sido constantes en este último tiempo y, en especial, en este contexto de pandemia del coronavirus. “Chinavirus”, como le llama Trump de forma despectiva y apuntando a que China lo expandió a propósito.
“Tres décadas después de la caída del muro de Berlín, las dos superpotencias del siglo XXI parecen lanzadas hacia una nueva guerra fría. Estados Unidos y China avanzan en una espiral de amenazas, sanciones y acusaciones de espionaje de consecuencias imprevisibles, para ellos mismos y para el resto del mundo. Desde la confrontación en los ámbitos comerciales y tecnológicos hasta la competición armamentística y la lucha por la influencia en los distintos continentes, los dos gigantes protagonizan un pulso por la hegemonía global repleto de peligros y de final incierto”, asevera un exhaustivo informe del diario El País de Madrid.
La diferencia ahora, con respecto a la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, es que el régimen de Moscú no representaba la potencia económica que sí es China en la actualidad, además de que soviéticos y estadounidenses no se encontraban tan conectados a nivel comercial y a todo nivel. Es decir, esta guerra fría tiene más ramificaciones y se da en este mundo tecnológico y de avance científico sin igual. Lo curioso es que este tono de elevada confrontación viene precedido de una firma entre los dos países, en la Casa Blanca, que ponía fin a los desacuerdos entre ambos y daba por concluida la guerra comercial desatada en 2018. Esto sucedía el 16 de enero pasado. Duró muy poco. La pandemia del COVID-19 se interpuso y la desconfianza que se tienen refloreció. Habían barrido bajo la alfombra y los choques rebrotaron, incluso con más fuerza que antes.
El gran peligro es que esto se derive a un conflicto militar. Ya hay voces hablando de movimientos en ese sentido. Justo cuando la ONU, ese gran conglomerado de naciones que a veces actúa no muy acertadamente, cumple 75 años de su nacimiento, el multilateralismo se tambalea a causa de esta crisis entre las dos máximas potencias mundiales.
En efecto, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, está claramente preocupado por el futuro y advierte sobre una nueva “guerra fría”. “Nos movemos en una dirección muy peligrosa”, alertó.
“El mundo no se puede permitir un futuro en el que las dos mayores economías dividan el mundo en una gran fractura, cada una con sus propias reglas comerciales y financieras, y su propia Internet y capacidades de inteligencia artificial. Una división económica y tecnológica implica el riesgo de llegar a una división geoestratégica y militar. Debemos evitar esto a toda costa”, agregó Guterres.
China suele ser una incógnita puertas adentro, tal como suele suceder con las dictaduras. Pero también es cierto que los políticos estadounidenses están cada vez más obsesionados con atacar a China, sin escatimar esfuerzos en mentir si hace falta. Hay intereses políticos, claro está, y también un rechazo al desarrollo chino que, poco a poco, se acerca al de Estados Unidos.
Todo esto no le sirve a nadie, ni a los dos países ni al resto del globo. Es claramente un retroceso. “Atacar a China tampoco hará a Estados Unidos ‘great again’. La historia de los 40 años de lazos diplomáticos entre China y Estados Unidos ha mostrado muchas veces que ambos países pueden beneficiarse de la cooperación, también pueden perderse a causa de la confrontación”, señala un análisis de La Vanguardia.
“La mentalidad de la guerra fría de retroceder al conflicto y el antagonismo viola las leyes del desarrollo histórico y solo dejará atrás a Estados Unidos en la globalización y se desviará cada vez más de su gran camino”, añade. También decir que China bien podría transparentar más su proceder, muchas veces lleno de oscuridad o al menos, dejando la sospecha como es el caso de la propagación del coronavirus COVID-19.
Es de esperar, que en este mundo que, pese a todo, tiende a encontrar ciertos acuerdos y entendimientos, Estados Unidos y China lleguen a un afloje, a un encauce de sus intenciones para bien del mundo y la humanidad.