María Concepción Inetti y una vida de trabajo y esfuerzo desde muy jovencita

María Concepción Inetti de Torres, es jubilada de la Policía tras casi tres décadas de servicio, aunque las circunstancias de la vida la llevaron a desempeñar más de una tarea desde muy jovencita, como lo expresó en la charla que mantuvo con Pasividades en el living de su casa y donde reveló su carácter y espíritu alegre, de superación y solidaridad.
Nació en Montevideo el 8 de diciembre de 1954, pero desde los 2 años vive en Paysandú, ciudad en la que ha transcurrido su vida y en la que supo desempeñar diversas tareas desde trabajar en un horno de ladrillos hasta recorrer las calles en su rol de Policía Ejecutiva.
De su niñez, recuerda la zona Industrial donde vivió en la casa de su abuelo materno, Nicolás, quien era jubilado de Vialidad y “me crió; fue todo para mí. Hizo el rol de papá, mamá, abuelo y hermano. Éramos muy compinches, nos íbamos de pesquería al muelle de la Norteña, con él a los 6 años ya tomaba mate amargo; churrasquéabamos a media mañana, nos sentábamos bajo el roble que había en la vereda de su casa, en aquel entonces Misiones entre Oriente y Ayacucho, conversábamos. Era un muy lindo barrio, los vecinos eran muy serviciales. Mi abuelo plantaba azucenas, mayos, dalias, y la gente iba y las compraba. El era siriolibanés, se vino huyendo de la guerra, conoció a mi abuela y se estableció acá”, señaló.
Concurrió a la escuela 8 e hizo sólo dos años de liceo, pues “mi abuelo falleció cuando tenía 11 años y ahí se me terminó el mundo. Todo lo que soy se lo debo a él. Quedé a cargo de una tía, Ignacia, que vivía en esa casa. Por circunstancias de la vida, a los 14 debí emplearme con cama en una casa con una muy buena familia de la que no tengo palabras, porque si bien mis valores me los transmitió mi abuelo, con ellos los seguí construyendo; siempre me trataron como una hija más”, reconoce.

SU FAMILIA Y UN DURO TRABAJO

A los 19 años, conoció y formó una familia con quien sería el padre de sus hijos, un militar. Esos comienzos fueron una etapa “dura” de su vida. “Compramos un terrenito, hicimos una casa precaria en el barrio Artigas, no teníamos luz, no teníamos agua y la íbamos a buscar a un surtidor en Washington y Felipe Argentó. Yo lavaba para afuera acarreando el agua en un carrito de pértigo, y como no tenía luz, planchaba con una planchita de primus. Fue difícil y sacrificado”, relató.
“El tenía tres hijos, Silvia, Eduardo y Daniel, que los crié como propios y me dicen mamá, pues para mí son mis hijos, y luego tuve a Nicolás, que reside en España, y a Leticia”, contó.
“Después que tuve a Nicolás tuve que dejar los lavados, porque no podía cumplir y fui a trabajar a un horno de ladrillos cerca del arroyo San Francisco, a la par del padre de mis hijos que se dedicaba a eso después que se jubiló del Batallón. No era fácil con ese trabajo y lidiar con la crianza de los chiquilines”, comentó.
Pensando siempre en superarse, relata que “hice un curso intensivo en la Unión de Canillitas. De Contabilidad y Máquina y entré a trabajar en el Centro de Retirados Militares, en la Secretaría y en la Policlínica”.

EN LA POLICÍA

Muy atrás habían quedado sus sueños de niña de ser maestra. Es así que a el 1º de junio de 1985 ingresó a la Policía, labor que desempeñó durante 29 años hasta que se jubiló. “Ingresé como Policía Ejecutiva, estuve en la Cárcel, 11 años en Investigaciones, estuve a cargo de Orden Público. Tenías que recorrer de noche y también estuve mucho tiempo donde se expiden los certificados de Buena Conducta. Cuando me trasladan a la Segunda –ya se encontraba separada–, conocí a mi esposo Félix Manuel. En los últimos años en la Policía, estuve como encargada de la Unidad de Violencia Doméstica y en el último año estuve como instructora de esa materia en la Escuela Departamental de Policía. También fui maestra de ceremonia en los actos que hacían en Jefatura”, dijo orgullosa de su labor, a la vez que citó que en 2003 hizo un curso de Periodismo y Locución.
Hoy ya jubilada, dice estar conforme con haber elegido esta profesión. “Me dio más satisfacciones que momentos malos, que los hubo porque uno considera injustas muchas cosas feas que le pasan a la gente y que a veces el policía quiere solucionar y no puede, siente impotencia. Pero te quedan cosas gratificantes, gente que te ve en la calle y te reconoce, o policías jóvenes que estuvieron de aspirantes en la Escuela de Policía y recuerdan que fuiste su instructora. La satisfacción más grande es la cantidad de compañeros con los que hasta el día de hoy estamos en contacto, tenemos un grupo de amigas jubiladas con las que cada tanto nos reunimos para compartir un té o un refresco, aunque ahora no, por la pandemia. Buenos recuerdos”, resume nuestra gentil entrevistada.

SOLIDARIA, ALEGRE Y CREATIVA

Durante la entrevista, María nos mostró los creativos bordados que ha realizado en los almohadones que luce en su living –uno de cuales realizó mientras su esposo pescaba en la Meseta–, mientras nos contaba que “siempre me gustaron las manualidades”. Además practica la técnica patchwork.
Llamó nuestra atención una hermosa fuente de agua que tiene en la sala y que nos comentó les obsequiaron las compañeras de “Las Soñadoras”, grupo en el que se dio el gusto de salir en los carnavales de 2015, 2016 y 2017, contó sonriente. Por otra parte, revelando la faceta solidaria de su personalidad, contó que “hasta antes de la pandemia, yo era voluntaria en Cruz Roja. Iba todas las tardes y trabajaba en la parte humanitaria, donde se clasificaba la ropa y se entregaba luego a la gente”.

FELIZ

Hoy su vida transcurre entre su casa y la de sus suegros, a quienes cuida alternadamente, en tanto el resto de su tiempo lo destina a las tareas de su casa y a compartir momentos con su esposo, con quien los domingos “agarramos la ruta y nos vamos por ahí en el auto a despabilarnos”, comentó.
Destacó la hermosa familia que formó y que se completa, con “16 nietos, entre los míos y los de mi esposo, que los considero también míos y 6 bisnietos. Nos llevamos muy bien con los hijos de mi esposo, los quiero como propios, son muy buenos”, aseguró, para concluir que se considera “una persona feliz, tengo todo lo que quiero, tengo salud, tengo un techo propio que nos costó conseguir con mi esposo, un sacrificio de 15 años y recién el año pasado pudimos comprar esta casita”.