Prácticos consejos a la hora de la alimentación de aquellas personas con deterioro cognitivo

“El deterioro cognitivo, es una condición que complejiza la vida de quien lo padece y su núcleo de convivencia. Estas dificultades son bien conocidas por los familiares, quienes todos los días deben lidiar con la tarea de mantener las rutinas diarias. Un momento de particular tensión familiar es el de la alimentación, por lo que buscaremos brindar una serie de consejos que puedan ser de utilidad para manejar este hábito tan necesario”, refiere la Lic. Soledad Vázquez –Prof. Adj. Espec. en Gerontopsicomotricidad de la Escuela de Graduados, Facultad de Medicina de la Universidad de la República e integrante del Proyecto Soluciones Mayores– en el trabajo especialmente preparado para Pasividades sobre este tema.
En tal sentido, en su artículo advierte que “en muchas ocasiones, las fallas de memoria hacen que nuestro familiar olvide que ha comido y esto haga que busque alimentarse muchas más veces de lo normal o por el contrario, que se niegue a alimentarse. También pueden presentarse conductas oposicionistas a recibir el alimento o incluso, una aparente falta de apetito. Todas estas conductas producen un gran desconcierto en la familia, por no comprender cabalmente cual es el problema y por no disponer de herramientas prácticas para manejar estas situaciones”.

DESCARTAR DOLENCIAS FÍSICAS

Respecto a cómo proceder frente a las situaciones planteadas, la profesional sugiere como “lo primero y más importante que debemos tener en cuenta, es que nuestro familiar no esté atravesando algún tipo de dolor o de molestia física, como ser alguna lesión a nivel de la mucosa bucal, alguna infección dental o cualquier factor que le pueda estar produciendo un malestar específico que no le permita alimentarse de forma confortable”.

TEMPERATURA DE LOS ALIMENTOS

Asimismo, “la temperatura es muy importante y debemos comprobarla siempre antes de presentar un alimento a una persona con deterioro cognitivo, ya que puede haber perdido la capacidad de reconocer las diferencias de temperatura, o bien su dificultad puede estar en transmitirnos ese malestar que produce los alimentos a temperaturas inadecuadas a su gusto”, sostiene.
“Esto es algo que nosotros podemos comprobar fácilmente y que contribuyen a eliminar factores que complejicen este momento”, asegura Vázquez.

DISMINUIR ANSIEDAD

“Respecto a los pedidos sistemáticos y repetidos de alimentarse, es algo que muchas veces resulta difícil de manejar, porque como familia intentamos explicar una y varias veces que ya ha comido y que no podemos comer nuevamente. Si bien es cierto que no podemos atiborrar de comida a nuestro familiar cada vez que lo pide, sí podemos intentar ofrecer porciones más pequeñas y espaciadas a lo largo del día para tratar de disminuir esta ansiedad producto de realmente sentir que no se ha comido”, propone la licenciada en Gerontopsicomotricidad, a la vez de acotar que “debemos tener claro que esto es realmente lo que percibe y siente la persona que ha olvidado que se acaba de alimentar”.

GESTUALIZAR MEJORA LA COMPRENSIÓN

“Otra dificultad que presentan las personas con deterioro cognitivo es la relacionada a comprender órdenes generales que les podamos indicar vinculadas a la alimentación”, señala la especialista, entendiendo que “la gestualidad y la forma en que nosotros nos comuniquemos utilizando objetos, señalando los objetos que queremos que utilice a través de gestos y mostrándole qué es lo que nosotros pretendemos que realice, puede ayudar a que la comprensión sea más fácil”.
En su visión, “comer uno frente al otro va a ayudar mucho a que la gestualidad potencie la comprensión a través de la imitación de nuestros gestos cuando nuestro familiar pierda en cierta medida la secuencia de acciones que tiene que realizar”.

EVITAR DISTRACCIONES

En su trabajo, esta especialista considera “fundamental cuidar las distracciones, ya que nuestro familiar será más propenso a perderse en la secuencia de acciones y más si le sumamos estímulos como la televisión encendida o nosotros mismos haciendo otras cosas al mismo tiempo que alimentándonos con él o ella”.
Sobre el particular, dice que “se puede mejorar aún más la capacidad de concentración en ese momento, haciendo una adecuada presentación de los objetos a utilizar. Esto es, ubicar en la mesa solo aquello que efectivamente vamos a utilizar; por ejemplo, el plato con su alimento, los cubiertos que vamos a usar y eventualmente el vaso con el líquido que vamos a ingerir. La misma regla utilizaremos en la presentación dentro del plato, intentando que se vea ‘fácil de comprender’. Cuanto menor cantidad de variantes tenga presentadas en el plato, más fácil va a ser identificarlas y que no genere confusión, respetando sobre todo aquellos colores o texturas que particularmente puedan generar algún tipo de rechazo”, precisa.

“COMER JUNTOS”

“Finalmente y tal vez sea aquello que como familia representa el principal desafío, va a ser respetar los tiempos individuales que pueda insumir cada una de las etapas y entender el momento de la alimentación como una gran oportunidad de estimulación funcional, cognitiva y afectiva”, propone.
“Es por esta razón que comer juntos resulta muy importante: no se trata solamente de ofrecer o servir la comida a nuestro familiar, sino de verdaderamente compartir el momento de alimentación. Comer juntos implica una corriente de afecto y de compañía que todos deseamos recibir en nuestra vida, más allá del deterioro cognitivo”, concluye Vázquez.