Retorno paulatino y manejo de las ansiedades en los adultos mayores

El retorno paulatino a las actividades en que los adultos mayores son protagonistas, como las asociaciones que nuclean a personas de esta edad o instituciones como ADAP, entre otras, genera cambios en sus rutinas de vida y en sus niveles de ansiedad, luego de varios meses de aislamiento social.
En algunos casos y de acuerdo a diversos técnicos, el deterioro cognitivo durante el aislamiento ha sido notorio y diverso –de acuerdo al entorno de cada persona– porque las situaciones son diferentes si vive solo, con su familia o institucionalizado.
En cualquiera de los casos, las rutinas serán diferentes e incluso el cumplimiento de los protocolos tendrá mayor flexibilidad en un lugar que en otro. También, en todas las situaciones, una actitud proactiva puede solucionar la percepción de inseguridad que manifiesta el adulto mayor. Sin embargo, es necesario recordar que el abordaje de esta pandemia ha sido nuevo para todas las generaciones y ha encontrado a jóvenes, adultos y personas mayores con pocas herramientas para enfrentar un fenómeno del que no se tiene experiencia.
En cuanto a ADAP, “recién vamos una semana de trabajo, pero vemos animados a los usuarios y motivados al llegar a los talleres. Extrañaban la rutina y volver fue un revivir necesario para reinsertarse a nivel social. En general, hay buena respuesta a las actividades y los técnicos hacemos todo lo posible por mantener sus habilidades”, dijo a Pasividades la sicóloga Sheila Segundo. Explicó que “las actividades que hacemos con ellos son importantísimas. Es una rutina que cambió la actitud de los usuarios; incluso el comportamiento de los familiares ha cambiado”, señala.
Consultada sobre la respuesta que, en líneas generales, manifiestan los adultos mayores a las medidas de protocolo sanitario, aseguró que “toman muchos más recaudos que los jóvenes. Son conscientes de las necesidades del cuidado y se observa en la calle que en el resto de la población se ha desvirtuado bastante”.
Explicar por qué
El contexto de aislamiento por la COVID-19 no tiene explicaciones fáciles ni rápidas en poblaciones acostumbradas a la socialización y es más complicado en aquellas que tienen un deterioro cognitivo.
“Los usuarios de ADAP no entendían por qué tenían que quedarse y otros, consideraban que sus familiares no los dejaban ir. En estas circunstancias el grado de ansiedad se vuelve insostenible”, dijo. Segundo recordó que mientras la institución permaneció cerrada, junto a la sicóloga Karen González, “realizábamos reuniones con los familiares para brindarles herramientas, porque son quienes están todo el día con los usuarios”.
La técnica aseguró que “lo primero y fundamental es tener paciencia. Es un trabajo ‘de ‘hormiga’ mantener una rutina, respetar las horas de sueño y brindarle un espacio, como el patio por ejemplo, donde puedan tener aire libre”. De hecho, los cambios bruscos sufridos desde la declaración de emergencia sanitaria, encontró a usuarios, familiares y cuidadores al enfrentamiento de una realidad desacostumbrada. Por eso, manifestó la necesidad de “no variar horarios de alimentación. Ellos necesitan de esa estructura para estar preparados y deben saber los horarios de cada cosa que harán. De lo contrario, le generan tanto estrés como si les sorprendieran con otras actividades nuevas”.
Rutina adecuada
Una rutina adecuada puede comenzar la noche anterior. “En ese momento le dan a conocer las actividades que hará al día siguiente. Es una anticipación de la agenda para organizar su entorno. Debemos recordar que su cuidado siempre recae sobre un cuidador o familiar y en ese momento, muchos se sienten desbordados porque a su vez deben continuar con su trabajo o la atención de sus propias familias. Genera un estrés extra el hecho de tener que arreglar su vida en función de los usuarios”.
Además sugirió “eliminar del vocabulario el ‘no te acordás que te dije’ porque una persona con deterioro cognitivo preguntará tantas veces que no tiene idea. El ‘ya te dije’ solo le genera frustración porque en realidad no se acuerdan y solo sirve para elevar sus niveles de angustia. No pueden controlar la pregunta tantas veces, pero viven el sentimiento de frustración”. Reconoció que su entorno puede enojarse, “pero hay que tener en cuenta que no lo hacen para molestar, sino porque de verdad se olvidan”.
Y la paciencia deberá cultivarse cuando los familiares o cuidadores tienen su espacio propio, porque una persona con Alzheimer genera una dependencia relevante. “Es importante que tengan su recreación y un momento para salir a caminar, por ejemplo. Porque cuando una persona se siente desbordada correrá el riesgo de maltratar a un paciente con Alzheimer”.
Por otro lado, recalcó que a pesar del deterioro cognitivo, su familia o cuidador “deberán tener firmeza en las decisiones que toman y establecer límites, por ejemplo al momento de salir. Es necesario comprender que ninguna conducta es premeditada sino que es parte del proceso de deterioro y sus niveles de ansiedad duran el doble”.