Gobierno bien asesorado antes que improvisar con jugadas “geniales”

La base de un buen gobierno, en el ámbito que sea, tiene mucho que ver con la determinación de prioridades, la información fidedigna con que cuenta sobre la vasta problemática de un país y las decisiones políticas, con el adicional del componente de suerte, que es un convidado de piedra que se da en todos los órdenes de la vida.
Esta limitada escala de factores, discutible y por supuesto mucho más amplia en una compleja realidad, también depende de la espalda financiera, los recursos disponibles, la infraestructura y el escenario en que se desenvuelva, lo que indica que hay tantas interrogantes como certezas, y que en todo momento debería primar el sentido común frente a las urgencias electorales y los compromisos, para tener un rumbo estable pese a las tormentas.
El desafío formidable de la pandemia de la COVID-19 ha sido una prueba de fuego para la gran mayoría de los gobiernos, sobre todo en el caso de los países más afectados, porque como bien se ha señalado, además, el partido contra la pandemia no se gana, sino que siempre está perdido de antemano y de lo que se trata es de tratar de que no perder por goleada.
Y precisamente un ejemplo sobre la que debería apoyarse una gestión de gobierno implica el asumir la realidad y no atenerse al delirio de creer que uno se las sabe todas, en este caso con la responsabilidad extrema, que es la del presidente de la República, en cualquier circunstancia. Tenemos ejemplos sobrados de lo que ocurre cuando se apuesta a protagonizar la “jugada genial”, como en un partido de fútbol, más allá de lo que aconseja no solo el sentido común, sino los asesores en las diversas áreas, que han sido formados y capacitados en base al conocimiento y la experiencia.
Más allá de decisiones con intereses sesgados que no necesariamente responden al interés general, tenemos que una manifestación clara de esta visión voluntarista y perjudicial, en el Parlamento Nacional, fue la redacción y aprobación de leyes inconstitucionales que igualmente se llevaron adelante, pese a las advertencias de los juristas.
El deber de todo gobernante, del signo que sea, es rodearse de un cuerpo de asesores en las áreas prioritarias, por lo menos, a efectos de contar con información confiable para la toma de decisiones, –lo mismo ocurre con los ministros, entre otros jerarcas, aunque en menor grado– y lo que corresponde es pasar luego a las decisiones políticas, con conocimiento de causa, sobre beneficios y consecuencias de lo que se resuelva en el ámbito político.
Es decir, se trata de contar con un ámbito asesor a la altura de las circunstancias, un respaldo fundamental para no dar palos de ciego, y en este caso, el advenimiento de la pandemia significó un desafío formidable adicional para las decisiones del gobierno del Dr. Luis Lacalle Pou, cuando asumió el 1º de marzo de este año.
El mandatario tuvo el buen sentido de designar a estos efectos un grupo de expertos, nucleado en el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), instalado formalmente el 16 de abril, a efectos de proporcionar información, asesoramiento y recomendaciones respecto a la forma de lidiar con la pandemia en base a las condicionantes de nuestro país y la experiencia mundial.
Al respecto los insumos surgidos del GACH son material de consideración pero sin tener carácter vinculante, porque las decisiones las adopta el presidente de la República, en aras de contemplar el supremo interés general y no el sectorial.
Naturalmente, en una pandemia, desde el punto de vista sanitario la medida esencial y que ni siquiera puede dar lugar a discusión es la de la cuarentena obligatoria, con la que se corta radicalmente la transmisión del virus y ello –al menos en teoría– permitiría erradicar el problema en relativamente poco tiempo. Pero una decisión de estas características conlleva nada menos que paralizar enteramente un país, salvo a los servicios esenciales, y a la vez generar una catástrofe económica, lo que hubiera sido lapidario en un país como Uruguay, en la que el gobierno de Luis Lacalle Pou heredó un asfixiante déficit fiscal, actividad económica en persistente descenso y pérdida de empleo y falta de rentabilidad y cierre de empresas.
Por lo tanto del grupo de expertos surgieron fundamentalmente ideas a efectos de compatibilizar el combate de la pandemia con el funcionamiento de la economía, aunque parcial, de forma de que el efecto traumático de la paralización no fuera tan extremo, como se ha dado en Argentina, por ejemplo, donde no solo se ha devastado la ya problemática economía, sino que incluso han sido tremendas las consecuencias sanitarias y sociales.
Por lo tanto de lo que se trata es de compatibilizar los componentes de una ecuación muy compleja para contar con información suficiente que permitan adoptar decisiones que no necesariamente serán infalibles ni nada que se parezca, pero que tienen el sustento científico y práctico.
Y de eso se trata el gobernar, de adoptar medidas con sustento y lejos de la improvisación que las más de las veces es un albur que está en las antípodas de lo que debe ser el modo de actuar de un gobernante. En este caso, el respaldo popular de que goza el actual presidente hasta ahora tiene mucho que ver con ponderar el manejo de las “perillas” en la pandemia con los elementos surgidos del GACH, porque al fin de cuentas no es solo el parecer de un gobierno, un partido político o coalición, sino la consecuencia de miradas que tienen carácter suprapartidario y del fundamento de expertos.
Una forma de hacer política que tiene que ver además con normas de buena administración, que debería en la medida de las posibilidades extenderse a otras áreas de gobierno, como regla general más allá de partidos, sin por ello trabarse una gestión en formas burocráticas.
Sin ir más lejos, se debe apuntar a que la toma de decisiones con sustento obre como garantía de que por lo menos se sabe lo que se hace y lo que puede esperarse, cosa de que un gobierno con mirada refundacional no deshaga así porque sí lo que ha hecho otro. En suma, que no haya excusas para que no se sumen y se potencien esfuerzos en aras del interés general.