José Fleitas y una vida de satisfacción por casi tres décadas al servicio de Bomberos

José Manuel Fleitas García, conocido por los cercanos por el apodo “Puchucho”, hace casi diez años se jubiló tras tres décadas ejerciendo la cara labor de bombero, tanto en el área administrativa como ejecutiva, según comentó en la charla que mantuvo con Pasividades, pasando por destacamentos de Montevideo, Canelones y Paysandú y hoy asegura que para él este cuerpo “es mi segunda familia”.
Nació el 19 de noviembre de 1957, en el hogar de los esposos José y María Elsa, en la zona de Dr. De Herrera casi Tacuarembó, lugar en el que se crió junto a su hermano menor Carlos David, radicado hoy en Carmelo. “Luego nos mudamos a Roldán y Meriggi y años más tarde, mi padre compró el terreno donde actualmente vivo, en Bolívar entre Zorrilla y Herrera. Fui al Colegio del Rosario y a la vieja Escuela 4 y terminé haciendo el Liceo nocturno porque trabajaba en una carpintería”, recordó.
“Mi padre trabajó toda la vida en Paycueros y en 1977, por un quebranto de salud que él tuvo, me llamaron de la fábrica –mi deseo en aquel entonces– y ahí trabajé hasta 1980 cuando hubo una reducción de personal”, relató.
Según dijo, “yo a Bomberos hasta ese momento lo conocía muy poco, por un tío materno que era bombero. Cuando le comenté a este tío que me había quedado sin trabajo es que me dice si no quiero entrar al cuerpo. Le dije que sí y me anotaron en noviembre de 1980, hice los exámenes de ingreso con otro compañero de Paysandú, y es así que en febrero de 1981 ingresé al Cuartel Centenario de Montevideo, tras tres meses de preparación como personal subalterno, y fui asignado a la primera compañía”.

POCOS DESTACAMENTOS

En la década del 80 aún “había muy pocos destacamentos en Montevideo y recién en ese año que ingresé se inauguró el destacamento Belveder, por eso el cuartel Centenario cubría gran parte de Montevideo. Yo ingresé a la primera compañía, que era la más alta del cuartel, teníamos que cruzar varias escaleras para cruzar la Plaza de Armas para ir a ocupar los puestos en los autobomba. En cambio, por ejemplo, la segunda compañía estaba debajo de la primera; entonces tenían dos escaleras menos para correr”, explica.
“En octubre finalmente logré ser trasladado al destacamento de Canelones y ahí estuve en el incendio más grande, un molino en la ciudad de Florida. En ese siniestro trabajamos conjuntamente bomberos de Florida, Canelones y Durazno”, precisa.
Hasta el 1º de marzo de 1983 se desempeñó en aquel Cuartel, momento en el que finalmente “consigo el traslado al destacamento de Paysandú. Así me entero que después de Montevideo es uno de los 3 destacamentos más viejos del Interior”, refiere. A propósito de ello ilustra: “en 1919, por la Ley 6.955, se crearon los destacamentos de Salto, Paysandú y Soriano, que fueron los primeros destacamentos del Interior; después pasó mucho tiempo –según tengo acá en mi poder un folleto de Relaciones Públicas hasta el año 41– cuando se crearon todos los destacamentos de todos los departamentos, excepto Minas. Me contaban los mayores que aparentemente primero funcionó en la Jefatura de Policía. por calle Montevideo, con un carro con caballo con una bomba con manguera de cuero. Después se trasladó a Treinta y Tres Orientales, entre Sarandí e Ituzaingó, donde funciona actualmente, en la que también se usaban los carros con caballos. Los animales que estaban de guardia quedaban en el destacamento, los que estaban franco, por decirlo de algún modo, estaban enfrente, en un terreno que era de Primaria y que tenía salida por Treinta y Tres y por Sarandí”.

“NUNCA DEJE DE CONCURRIR”

Durante la conversación, Fleitas aclaró que la labor de bomberos “abarca todo tipo de siniestros, incendios salvamentos, rescate, derrumbes”.
“Cuando yo vine para acá me hice cargo de la parte administrativa del destacamento, fui escribiente hasta el año 2003 de la vieja y querida máquina Olivetti 88, hacer las planillas con carbónicos, planillas inmensamente grandes de los movimientos de los vehículos. Yo me dediqué hasta ese año a ese trabajo, pero hacía guardias, a veces una semanal o los fines de semana, pero iba todos los dias de 7 a 13 y si faltaba gente iba, nunca dejé de concurrir, lo más rápido posible porque nos debemos a la población. El eslogan de Bomberos es ‘Del pueblo y para el pueblo’”, refirió nuestro amable entrevistado.
“En el 2003, con un cambio de autoridades que hubo, el nuevo jefe puso computadoras, fue a la oficina un muchacho jovencito y yo empecé a hacer guardias 24×24, así era el horario de bomberos en aquel entonces, caiga el día que caiga. Sea el 24 de diciembre o el 31 de diciembre, debíamos dejar nuestras familias solas porque debíamos salir por un incendio”.

“MI SEGUNDA FAMILIA”

“Sin pensar que iba a ser bombero, al final es mi segunda familia”, reflexiona este exsoldado del fuego.
Apelando a su prodigiosa memoria, recuerda como uno de los mayores siniestros en nuestra ciudad “el derrumbe grande, el 25 de mayo de 1987, de de la planta de jugos que se estaba construyendo de Azucitrus, a las 8 de la mañana, con 5 muertos y varios heridos. Ahí yo tuve mucho trabajo administrativo, muchos informes”.
Un mes antes de retirarme, a fines del 2007, hubieron dos incendios grandes, uno fue un galpón en Avda. Italia pegado a Merbe –aún conservo los recortes de diario– que se derrumbó totalmente. Se trabajó varios días con 3 bombas nuestras, la bomba de Colón y la bomba del servicio de vigilancia de Ancap. A los pocos días, fue el techo de la pizzería Rommy, en Zorrilla y 18 de Julio, donde se trabajó con elevadores de la Intendencia, en la primera planta. Todo eso era madera que no se apagaba con nada, nos llevó varios días y nos ayudaron los mismos compañeros, los bomberos de Colón que siempre nos han dado una mano y hemos tenido un relacionamiento muy lindo”, reconoció.
Fleitas debió retirarse “el 16 de enero de 2008, por un accidente en un acto de servicio trabajando en un incendio de campo, pero no me jubilaron hasta 2012” ya con el veredicto de la Junta Médica. Se jubiló como sargento.
Se encuentra felizmente casado desde hace casi cuarenta años con Zully Elena Roullier Delgado, con quien tuvo a su hijo biológico Jorge Andrés, y además siente como su hijo del corazón a Marcelo Danilo, que le regaló el cariño de cinco nietos y un bisnieto.
“Hoy por hoy transcurro mis días en casa, cuidándonos mucho, cuidando a mi señora que es diabética. Con este virus se sale muy poco, solo a hacer los mandados, pero muy felices. Me siento feliz, conforme y muy tranquilo, contento con los compañeros que tengo, porque yo no habré sido el mejor, pero he trabajado con muy buenos compañeros, muy profesionales”, concluye con indisimulada satisfacción.