La calidad del agua en nivel rojo

En los últimos días del mes de diciembre, el nuevo Ministerio de Ambiente subió a su web el último Informe del Estado del Ambiente 2020, correspondiente al período 2016-2019, a cargo de la División Calidad Ambiental de Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama). La administración anterior no presentó dicho documento que debe efectuarse en forma regular, aunque los datos son preliminares.
El documento contiene la información relativa a las aguas superficiales y subterráneas, suelos y cambio climático, entre otros aspectos inherentes al medio ambiente. Y de acuerdo al informe, los técnicos registraron niveles “no aceptables” en la totalidad de los cuerpos de agua del país.
Los análisis destacan los indicadores de fósforo, nitrógeno, clorofila, bacterias como los coliformes o el oxígeno disuelto en el agua. En la mayoría de los registros del fósforo (81%) mantiene niveles no aceptables y el nitrógeno llega al 44%.
El informe de 129 páginas, utiliza los colores del semáforo para graficar la gravedad del problema. Y el rojo abunda en un mapa que presenta contaminación en todas sus cuencas. Desde el Norte, en el Cuareim, hasta el Santa Lucía, atravesando el río Negro, los ríos Tacuarembó y Yí hasta llegar al este por las lagunas, particularmente la Merín, se encuentran con altos niveles de contaminación y señalados en rojo.
Los niveles más altos de nitrógeno están al centro del país, entre los departamentos de Tacuarembó, Durazno y Río Negro, hasta seguir al área metropolitana con el Santa Lucía. Por otro lado, mejores guarismos presenta el litoral atlántico.
En cuanto a otros indicadores, como el Índice de Estado Trófico, ubica al San Salvador en amarillo y la cuenca del Santa Lucía en rojo. Este río que abastece a una importante área del territorio nacional, densamente poblada, mantuvo como una constante, altos niveles de contaminación durante el período relevado en el informe. Por lo tanto, las medidas anunciadas en esos años y los anteriores, reflejaron una escasa o nula efectividad.
Las cuencas miradas en su globalidad y particularmente el río Uruguay, compartido con Argentina, presenta un esquema igual de complicado en las ciudades costeras. De acuerdo con la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), los coliformes fecales “no deberán exceder una media logarítmica de 200 UFC / 100 ml” entre las “cinco muestras igualmente espaciadas tomadas en un período de treinta días”. Sin embargo, ese tope se supera en la mayoría de las playas del litoral uruguayo y en la provincia de Entre Ríos, según el reporte presentado en diciembre.
Las ciudades costeras, en ambas márgenes, esperan desde hace décadas la concreción de las plantas de tratamiento de efluentes cloacales, a fin de mejorar la problemática ambiental generada por años de atención deficitaria en materia de saneamiento. Si las bacterias y coliformes se mantienen en índices elevados, no queda otra posibilidad que hablar de una deuda que lleva años de promesas y que en tiempos de estiaje y estío, nos devuelve una realidad compleja para las poblaciones que concurren a los cursos de agua para baños recreativos.
El “Programa de Vigilancia de Playas del Río Uruguay” para el verano 2020-2021, detalla prácticamente el mismo panorama que el período anterior.
Por el momento, comienza a moverse la rueda del lado argentino. El anterior gobierno de Mauricio Macri tomó un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para construir cinco plantas de tratamiento de efluentes cloacales. La medida, de llevarse a la práctica, se enmarcará en el Programa de Saneamiento Integral de las Ciudades de la Cuenca del Río Uruguay y alcanzará a los municipios de Concordia, San José, Concepción del Uruguay, Colón y Gualeguaychú a través de una inversión de 80 millones de dólares.
El programa llevará adelante nuevas obras y otras de rehabilitación, tratamiento y disposición de los efluentes cloacales para terminar con su descarga en las playas y con los efectos negativos sobre las condiciones sanitarias de un río compartido.
Por este lado, persisten las evaluaciones y los anuncios conforme pasan las administraciones, además de las posibilidades de construir a través de la iniciativa público-privada.
Como sea, desde que este curso de agua pasó a ser administrado por el organismo binacional, se habla de la principal fuente de contaminación por los vertidos en crudo. Y prácticamente, el mismo tiempo ha transcurrido para hablar de soluciones, la obtención de los recursos y las posibilidades de que las ciudades protagonistas, se enganchen en un sistema que siempre resultó costoso para los recursos escasos. Pero que ahora, nos damos cuenta de un costo mayor, como el ambiental, el sanitario y nuevamente en los aspectos económicos. Porque estas no se presupuestan, sino que se obtienen de préstamos internacionales, tal como lo ocurrido durante la administración macrista.
La última confirmación del lado uruguayo, corresponde al mes de octubre del año pasado, cuando OSE señaló que la planta de efluentes cloacales se adjudicará en el segundo semestre de 2023. No obstante, las organizaciones sociales que siguen el tema desde hace décadas, han manifestado su incomodidad por las fechas planteadas. Recién comenzó el 2021 y con los pasos acostumbrados a dar en los tiempos administrativos, no será posible ver finalizada la obra hasta dentro de unos años.
Pero el “río de los pájaros pintados” tiene el problema hoy, provocado por el tiempo transcurrido. Un tiempo que necesitó la mirada a sus aguas y su entorno. Pero prefirieron mirar para el costado.