En rojo

Considerando la situación actual en el país y lo que está ocurriendo hoy con el coronavirus en el mundo, la polémica en torno a si el sistema de salud uruguayo y, en particular, las unidades de tratamiento intensivo están saturados o pueden comenzar a desbordarse en los próximos días, es una distinción que no debería distraernos. De cualquier manera, estamos en un grave problema.
Es una crisis mundial que afecta más fuertemente a unas regiones que otras y que hoy en día tanto en Latinoamérica como Europa ha resultado imposible parar a pesar de los esfuerzos humanos y materiales realizados hasta el momento.
Un artículo divulgado por la agencia AFP en la víspera pinta un panorama preocupante para la salud del mundo: van más de 128 millones de contagios y aproximadamente 2,8 millones de personas fallecidas por COVID-19, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
Los contagios se han disparado en un contexto complejo en el que los hospitales están saturados, las restricciones van en aumento y la campaña de vacunación avanza lentamente. Países como Francia y España se encuentran muy complicados en estas horas pero también nuestro vecino Brasil, que en estos días llegó al triste récord de ser el país con más fallecidos del mundo, con 3.780 decesos en 24 horas.
Del otro lado del río Uruguay los contagios aumentan –Argentina lleva 55.000 muertes y más de 2 millones de casos– y la vacunación avanza con dificultad debido a los retrasos de los laboratorios en la entrega de dosis, habiendo sido vacunados tres millones de argentinos con la primera dosis y 600.000 con la segunda, según cifras oficiales.
En Europa, que tiene alrededor del 35,5% de todas las muertes por coronavirus y el 30,5% de todos los casos en el mundo, la situación es muy complicada y, según Reuters, se han reportado al menos 37.221.978 de infecciones y 1.000.062 de muertes considerando a Rusia, Reino Unido y los 27 países miembros de la Unión Europea.
En Francia los hospitales están saturados de enfermos y las cifras no mejoran pese al toque de queda y otras restricciones vigentes que aumentarían en las próximas horas. Los informes de la víspera señalaban aproximadamente 5000 pacientes en CTI franceses, una cifra que se acerca al pico de noviembre pasado durante la segunda ola de la pandemia en ese país pero aún por debajo de los 7.000 registrados en la primera ola, en la primavera del Hemisferio Norte en 2020.
En Suiza los esfuerzos del gobierno federal para parar la propagación del coronavirus fueron insuficientes. En Inglaterra, los hospitales trabajan bajo mucha presión y los servicios de salud están al borde del colapso, debiendo algunos pacientes que esperar en ambulancias ante la falta de camas, según declaraciones de voceros de la Asociación Médica Británica.
Italia tuvo muchos problemas durante la primera ola de COVID-19, con falta de personal de salud, unidades de tratamiento intensivo, respiradores y hasta mascarillas. En la segunda ola los problemas allí fueron por falta de personal especializado.
España, con uno de los mejores sistemas de salud del mundo antes de la pandemia, se enfrentó a la escasez de personal médico y la insuficiencia de camas hospitalarias después del brote y tuvo que establecer hospitales de campaña en las grandes ciudades.
Alemania, con cerca de 27.000 camas de cuidados intensivos, sufrió el debilitamiento de su sistema de salud y la falta de personal de salud por lo que se les solicitó a los estudiantes de medicina participar en la lucha contra el virus.
La experiencia de lo ocurrido en todos estos países, que transitaron olas de pandemia que recién nos están llegando –y con gran impacto por cierto– muestra que aún los mejor preparados han tenido severos problemas para enfrentar el virus.
Nosotros no somos la excepción. Estamos en una situación delicada y nos encontramos en el peor momento de la crisis sanitaria, lo que es observado también con preocupación por los organismos internacionales. “Uruguay ha notificado más de mil casos diarios varias veces en las últimas semanas, lo que resulta alarmante en vista del tamaño del país”, dijo Carissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud.
La Sociedad Uruguaya de Medicina Intensiva informó el 30 de marzo que el 68% del total de camas de CTI están ocupadas de un total de 858 camas operativas en todo el país y, en la víspera, el Comité de Emergencia que nuclea a unas 40 organizaciones de la salud difundió una declaración en la que reafirma las advertencias que hicieron en los últimos días distintas organizaciones respecto de una inminente saturación del sistema sanitario por el recrudecimiento de la epidemia de coronavirus en el país. También expresa su acuerdo con el documento técnico elevado por el Ministerio de Salud Pública a los prestadores de salud con recomendaciones para el ingreso y alta de pacientes en CTI.
En dicho documento, el MSP reconoce que el sistema de salud enfrenta un muy alto nivel de ocupación camas en cuidados intensivos y se exhorta a evaluar el ingreso de pacientes de forma precoz, estableciendo que en un escenario de saturación se priorizarán los pacientes “agudos, críticos, recuperables”.
En este sentido, resulta evidente que las 119 camas de CTI que incorporará el gobierno luego de Semana de Turismo son bienvenidas pero seguramente no resuelvan el problema que, además tiene otras aristas complejas en cuestiones como la saturación de líneas telefónicas para reportar síntomas, los tiempos de hisopados, las demoras en asistencia de ambulancias o la falta de recursos humanos para completar turnos en equipos sanitarios que también sufren en el impacto de la enfermedad y las cuarentenas por contactos con positivos.
En definitiva, no se trata solo de camas de CTI sino de una compleja situación que aumenta la presión y el estrés en el sistema de salud. Desde el inicio de la pandemia se hizo un llamado fuerte a aplanar la curva para no saturar el sistema de atención de salud. Pues bien, hoy estamos precisamente en ese lugar y con un futuro próximo bastante incierto.
No es un tema exclusivamente gubernamental, político o médico –aunque hay responsabilidades en cada una de esas esferas- ni tampoco un asunto fácil de resolver. Los países que tuvieron esta ola antes que nosotros intentaron surfearla lo mejor que pudieron con lo que tenían. Acá se hará lo mismo pero no debemos perder de vista que para un país pequeño como el nuestro, con recursos humanos y materiales limitados y una vacunación en inicio, el recrudecimiento de la situación sanitaria nos pone en un lugar de mayor vulnerabilidad. Nos enfrenta también al compromiso ético y humano de sumar nuestro esfuerzo para estar mejor. Ya sabemos lo que es necesario hacer ¿verdad?