Necesitamos conciencia

Bajo el eslogan “Cómo te movés”, el Movimiento Mayo Amarillo llega a su sexta edición, por segundo año consecutivo en contexto de pandemia.
El objetivo es impulsar la discusión en la sociedad sobre la urgente necesidad de disminuir el número de muertes y heridos como consecuencia de los siniestros de tránsito. Se trata, en definitiva, de dedicar un mes para poner el tema en la agenda pública, aumentar la visibilidad del problema y concientizar a través de diferentes acciones.
Mayo Amarillo es un movimiento surgido en Brasil, hace ya varios años, que ha tomado al quinto mes del año como la referencia para generar acciones en torno a lo que significan las consecuencias de la siniestralidad vial. Se realiza en mayo porque el 11 de mayo de 2011 la Organización de Naciones Unidas (ONU) lanzó la Década de Acción para la Seguridad Vial, y pidió un fuerte compromiso a sus países miembros para sumar esfuerzos de cara al 2020 para poder lograr la reducción de la siniestralidad vial, trabajando en forma multidisciplinaria desde la salud, educación y transporte, entre otros.
En 2015 se consolidó el Mayo Amarillo en todo el mundo, con una gran variedad de acciones y adhesiones en más de 20 países, y la participación masiva de toda la sociedad: ciudadanos, empresas, entidades, organismos públicos y privados, unidos en pro de un tránsito más seguro.
A partir de una importante adhesión de los operadores del sistema de salud y sus profesionales, del apoyo de instituciones que trabajan en el tema del tránsito, de organizaciones y empresas públicas y privadas que se suman a la iniciativa a nivel local cada año, así como los mensajes públicos que se ponen en circulación durante el mes de mayo, la campaña anual apunta a reforzar el valor de los buenos hábitos en el tránsito. Estas acciones han tenido en los últimos años un fuerte apoyo de los gobiernos departamentales y el gobierno nacional, que se erigen como referentes, para promover buenas prácticas ha generado una serie de intervenciones para poner en agenda pública el tema.
De acuerdo a lo informado por los organizadores, el plenario del Movimiento Mayo Amarillo Uruguay, definió entre varias alternativas trabajar bajo el hasthag #CómoTeMovés.
Al respecto, se entiende que este lema “es una apelación a la reflexión de cómo cada uno usa y se integra a los espacios de tránsito y movilidad, más allá del rol que ocupe circunstancialmente en él”.
Aunque más que llamar la atención sobre los altos índices de fallecidos, heridos y lesionados permanentes como consecuencia del tránsito, la intención es movilizar a la sociedad toda a involucrarse en acciones concretas que difundan este asunto y promuevan la adopción de conductas preventivas, las nefastas estadísticas de accidentes de tránsito –en su mayoría prevenibles– es algo imposible de obviar.
Según la Organización Mundial de la Salud, la siniestralidad vial sigue siendo la principal causa de muerte para personas comprendidas entre los 15 y 29 años.
En toda Latinoamérica es masivo el uso de motocicletas para el transporte de personas, lo que ha aumentado y facilitado la capacidad de traslados pero también engrosado las estadísticas de accidentes y mortalidad, dado que los motociclistas son los más vulnerables.
Nuestro continente registra el 11% de los fallecimientos ocasionados en el tránsito. Se trata de unas 155.000 defunciones anuales y equivale a un 13% de la población del mundo, según los reportes de la Organización Panamericana de la Salud.
Los accidentes de tránsito en rutas y ciudades uruguayas afectan fundamentalmente a población joven y la mayor cantidad de víctimas son motociclistas. En ese sentido, de acuerdo a los informes de siniestralidad vial de los últimos años, aproximadamente la mitad de los motociclistas fallecidos eran jóvenes entre 15 y 29 años.
Según las cifras oficiales de siniestralidad vial, en 2020 un total de 21.854 personas resultaron lesionadas como consecuencia de un siniestro de tránsito, de las cuales 391 fallecieron. Por otra parte, en 2019 hubo un promedio de 2.000 lesionados por mes, en 2020 fueron 1.700. La Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev) atribuyó la disminución a los períodos de baja movilidad registrados durante la cuarentena voluntaria por la pandemia de COVID-19.
De acuerdo a la información oficial, en marzo de 2020 las restricciones de movilidad derivadas del inicio de la pandemia por COVID-19 incidieron positivamente en la disminución de la siniestralidad, y que las medidas que fueron ampliamente acatadas por la población y eso se vio reflejado en una reducción de la movilidad.
Luego de abril, se volvió prácticamente a la movilidad anterior durante los meses de mayo a diciembre de 2019, y con ello la tasa de siniestralidad sufrió un incremento.
En 2020 el número de fallecidos en siniestros de tránsito descendió un 7,3% respecto al año anterior; el total de lesionados lo hizo en un 13%; y la tasa de mortalidad descendió casi un punto: de 12 cada 100.000 habitantes a 11,1 para nuestro país.
En gran parte, esto parece haberse debido al descenso de movilidad debido a la pandemia. Y esa posibilidad es bastante desalentadora. En primer lugar porque el abatimiento se debe a una coyuntura totalmente nefasta que día a día nos azota sin que hayamos podido ni siquiera frenar un poco los contagios, una pandemia que nos está llevando familiares, amigos, vecinos y que ha matado ya a 3.000 uruguayos.
No es deseable que un mal mayor disminuya otro problema grave de salud pública. Los accidentes de tránsito deberían abatirse por la mejora de nuestras prácticas cotidianas en cosas simples como respetar las reglas de tránsito, utilizar casco, adelantar donde está permitido, no conducir alcoholizados, entre otras conductas que conocemos muy bien pero –evidentemente– no siempre practicamos.
Los siniestros de tránsito constituyen un problema de salud pública y tienen graves repercusiones sociales y económicas, además de las consecuencias físicas y psicológicas que suelen padecer las víctimas, así como la desmejora de la calidad de vida con posterioridad al accidente en caso de sobrevivir.
Quizá hoy, frente a una pandemia que arrasa al mundo, se podría discutir si se puede utilizar el sustantivo “pandemia” para referirse a las muertes provocadas por la siniestralidad vial. No obstante, es indiscutible que necesitamos continuar trabajando para bajar la lamentable estadística de muertes y lesiones en el tránsito. Para eso no se necesita ninguna vacuna sino disminuir las conductas de riesgo cuando estamos en la calle. Se necesita conciencia.