El palo en la rueda y las recetas “mágicas” que querían que se aplicaran en Uruguay

El reciente paro general dispuesto por la central sindical Pit Cnt, como era de esperar, tuvo adhesión entre los funcionarios del Estado con gremios históricos aferrados, alineados y dominados por la dirigencia de la central sindical, y escasos gremios del sector privado, también dominados por la izquierda, pero con repercusión dispar en el caso de Montevideo y en el Interior, donde hay miradas distintas de lo que es la problemática del país y asimismo desde el punto de vista de las alineaciones ideológicas y partidarias.
Por supuesto, una cosa es lo que se dice de la boca para afuera en cuanto a las motivaciones para la medida de fuerza y otra la realidad, porque al fin de cuentas, pese a que hay dirigentes que dicen que a través de sus “plataformas” reivindicativas, con uno y mil agregados que nada tienen que ver con la esfera laboral, representan el sentir popular, de lo que se trata es de un ejercicio de militancia, apuntando directamente a la acumulación de fuerzas y desgaste del actual gobierno para acceder al poder en la siguiente contienda electoral.
En este caso, de alguna forma podría decirse que es una especie de reflejo de las PASO argentinas, donde pese a tratarse de una elección interna la experiencia indica que se trata de una forma de sondear el talante social, y que fue notoriamente adverso al gobierno de Alberto Fernández.
Y en esta orilla, el paro en el Interior pasó prácticamente desapercibido, solo con la adhesión –mitad voluntaria, mitad obligatoria– de los sindicatos del Estado y las acostumbradas movilizaciones en Montevideo, donde se mira con perspectiva capitalina una realidad del Interior muy distinta a la que da y a la “manija” de los activistas al sur del Santa Lucía.
Ocurre que las “PASO” uruguayas con el Pit Cnt haciéndole los mandados al Frente Amplio y viceversa, en una simbiosis político-sindical que –por si alguien a esta altura podía tener alguna duda– ha quedado sellada expresamente con la candidatura del presidente del Pit Cnt Fernando Pereira a la Presidencia del Frente Amplio, arrojó un saldo muy distinto al revés que sufrió el gobierno de Alberto Fernández, que tuvo su origen en la grave crisis económica y social que vive la Argentina.
Esta fue afectada duramente por la pandemia, como ha ocurrido en todo el mundo, pero con su economía arrasada como consecuencia de las medidas –cuarentena incluida– adoptadas por el kirchnerismo, que coinciden con las que pedía precisamente el Frente Amplio para Uruguay, así como el Sindicato Médico del Uruguay, además de otras organizaciones alineadas con la izquierda.
Menos mal que en nuestro país el gobierno de Luis Lacalle Pou no se dejó intimidar por estos reclamos oportunistas, que lo único que hubieran hecho habría sido acentuar el deterioro de la economía y el déficit heredado del gobierno anterior, y se actuó buscando un equilibrio que permitiera mantener en alguna forma marchando la economía, y así evitar la catástrofe en la Argentina, con la desaparición masiva de empresas, un 45 por ciento de gente en la pobreza y una indigencia del 10,5 por ciento, niveles a los que no se alcanzó en Uruguay ni siquiera durante la crisis de 2002.
Es decir, que la libertad responsable, con sus luces y sombras, naturalmente, en cuanto a la respuesta de la población, nos ahorró la grave crisis económica y social como la que incluso pone en riesgo la institucionalidad en el vecino país, y se puso un freno al intento de grupos solapados que siguen apostando al “cuanto peor, mejor” para llevar agua hacia su molino ideológico.
Corresponde evaluar que las alineaciones político-sindicales y de organizaciones afines no son de ahora, sino que han servido durante décadas para la acumulación de fuerzas que permitió que la coalición de izquierdas llegara al poder y que se mantuviera por espacio de 15 años en el gobierno. Ocurre que durante mucho tiempo se pretendió disfrazar este alineamiento con mil y un argumentos, a cual más rebuscado que el otro, pero invariablemente apelando a la falsedad de que se trata de agrupaciones que no simpatizan con ningún partido y que solo expresan la voluntad “popular”.
Pues nada más lejos de la verdad, y de tanto ir el cántaro al agua ya ha quedado plenamente al desnudo la motivación de este cúmulo de organizaciones que hacen gala y pretenden imponer un pensamiento único –pro izquierda, naturalmente–, cuando el tramado social es esencialmente plural, integrado por personas que responden a un amplia gama ideológica, pese al embudo que imponen los dirigentes alineados con el Frente Amplio, invariablemente.
Ya es archiconocido que las “organizaciones intersociales”, que se autoerigen como representativas del sector que sea, son dominadas y promovidas por la izquierda, como lo son también los pronunciamientos y participación de la Universidad de la República aún con sus estudios “técnicos” que en realidad van orientados a confirmar con seudoanálisis académicos lo que ya tienen definido ideológicamente desde hace años.
Y el Pit Cnt y el Frente Amplio son la misma cosa, son Clark Kent y Superman –como señalara el diputado Iván Posada, del partido Independiente– y el presentarse con capa en alguna oportunidad y con traje y lentes en otra, ya no puede engañar ni a un niño, si es que quedaba algún despistado que creyera en la “no alineación” partidaria de la central sindical.
El punto además es que la pandemia ha tenido serias consecuencias en todo el mundo y Uruguay no ha sido la excepción, pero lo que sí es seguro es que si hubiéramos aplicado las recetas de la oposición estaríamos mucho peor, con muchas más empresas en crisis, más desempleo y “enterrados” como están en la Argentina.
No estamos bien, como no lo está ningún país tras la pandemia, pero eso sí, no tanto como parecía soñar la izquierda, sus dirigentes y satélites. Y es con la mayoría silenciosa del país, felizmente, asumiendo que no es con paros, movilizaciones y protestas, sino con trabajo, con inversión, haciendo por conservar y ampliar las fuentes de empleo, que saldremos adelante, pese a que se insista con poner el palo en la rueda para que al país le vaya mal.