Hortalizas que se comen en el país tienen detrás el trabajo del INIA

A nivel comercial, “Uruguay consume lo que produce y produce lo que consume”.

El 95% de los boniatos que se producen en Uruguay y el 90% de las frutillas que se cultivan en el norte del país fueron desarrollados por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA). El trabajo de INIA en mejoramiento genético de hortalizas comenzó hace cuatro décadas y hoy se extiende al tomate, la frutilla, el boniato, la papa y la cebolla.

Para analizar la importancia de esta técnica y sus beneficios para el productor y el consumidor, el ingeniero agrónomo Matías González Arcos, investigador especialista en mejoramiento genético de tomate y papa de INIA, señaló que “el mejoramiento genético es una herramienta para generar nuevas variedades de cultivos que aporten al desarrollo del sector productivo nacional y a los consumidores. En el caso de las hortalizas, trabajamos en cinco de las más de 50 especies que se comercializan en Uruguay”, destacó el investigador y líder del proyecto de “Mejoramiento Genético de Hortalizas”.

González explicó que a través de esta técnica pueden obtener productos hortícolas con características diferenciales determinadas por la genética. “Las características pueden ser morfológicas, de sabor, textura o nutrición, de productividad, entre otras, y están determinadas por un componente genético, por lo tanto, con el mejoramiento podemos moldearlas para generar variedades diferentes”, afirmó.

El alcance del trabajo de INIA se pueden medir, por ejemplo, en la superficie sembrada que ocupan las variedades que desarrolla en el país. En boniato es del 95%, en frutilla del 90% en el norte y en cebolla, contemplando esfuerzos conjuntos con la Facultad de Agronomía, se acerca al 70%. El 10% (en aumento) del área sembrada de papa anualmente es con genética INIA, mientras que en tomate de mesa la primera variedad liberada por el instituto todavía es muy reciente, si bien “se está posicionando y tenemos buenas expectativas”, dice González.

El experto describió el impacto positivo del mejoramiento genético de INIA con ejemplos concretos de beneficios para el productor, como ser que el boniato nacional logró duplicar y triplicar su productividad en comparación con la década del 90’.

También lo plasmó en el aporte brindado al sector frutillero del norte, cuando estuvo en jaque a causa de una enfermedad que provocaba mortandad de plantas. “Gracias a una variedad resistente que desarrollamos en INIA se superó esa crisis y hoy podemos seguir comiendo frutillas norteñas de mayo a setiembre”, detalló.

A nivel comercial, el referente explicó que “Uruguay consume lo que produce y produce lo que consume”. La producción local de hortalizas abastece el mercado interno, con importaciones excepcionales asociadas a especies muy exóticas o nuevas, y a faltantes coyunturales de algún producto. También son puntuales los casos de exportación, que tienen que ver con escasez productiva en algún país de la región.

En el territorio, las zonas productivas están cerca de los lugares de consumo, según indicó González. Hay cinturones hortícolas pequeños en las diferentes ciudades del país y dos grandes polos de producción, uno en Montevideo, Canelones y San José, que es la principal zona de consumo, y otro en Salto y Bella Unión, que cuentan con ventajas ambientales para mejorar el abastecimiento del mercado en determinados momentos.

“Con el mejoramiento genético buscamos mejorar la calidad y aumentar la disponibilidad de los productos para favorecer el consumo, y que eso derrame en beneficios para el productor y para la sociedad, que cuenta con una oferta hortícola más variada, sana y rica en elementos básicos como fibra, carbohidratos, proteínas de origen vegetal, vitaminas y antioxidantes”, dijo González.

Sobre el final, el experto valoró el rol silencioso, pero de gran alcance e impacto de la investigación agropecuaria uruguaya en los productos que consume la población a diario. “Es importante que los uruguayos sepan que cuando consumen algunos de estos productos hortícolas tienen detrás el trabajo de INIA y de otras instituciones nacionales que investigan y generan tecnologías para que la población coma mejor”, concluyó.