Telemedicina, COVID y después

Hace tan solo algunas décadas hubiera sido impensable que pudiéramos recibir atención médica a través de una llamada telefónica o una videoconferencia. Era una posibilidad que veíamos básicamente en películas o cómics futuristas.
Sin embargo, el uso de las telecomunicaciones para proveer servicios del cuidado de la salud a personas que se encuentran a gran distancia y que no pueden asistir en forma presencial por una u otra razón no es algo de este siglo, sino que tiene su origen y antecedentes en la segunda mitad del siglo XX.
En un interesante trabajo científico publicado en 2011 (Cáceres Méndez et al.) reseña los orígenes de esta especialidad recordando algunos antecedentes como el uso del telégrafo que facilitó los pedidos de suministros médicos durante guerras civiles; o el uso del teléfono en el inicio del siglo XX -acogido rápidamente por la población médica- así como la radio a partir de la Primera Guerra Mundial y en los conflictos de Corea y Vietnam (en los que fue usada para informar el estado de salud de sus tropas y solicitar ayuda médica).
La televisión fue otra incorporación tecnológica que vino a facilitar el avance de lo que hoy llamamos telemedicina y ya en 1964 se realizó el primer enlace de video interactivo entre el instituto de psiquiatría de Nebraska en Omaha y el hospital estatal Norfolk, los cuales quedaban a 112 millas de distancia. Sin embargo, fue en 1967 que se instaló el primer sistema completo de televisión interactiva entre paciente y médico en tiempo real, enlazando el aeropuerto de Boston´s Logan con el hospital general de Massachusetts (Estados Unidos).
Evidentemente el advenimiento de la denominada Sociedad de la Información, caracterizada por la existencia de autopistas de información sustentadas en infraestructuras tecnológicas terminó de abrir las puertas a la telemedicina y facilitó desarrollar mayores utilidades con bajos costos de operación.
Esta breve reseña basta para ilustrar cómo el avance de las ciencias de la salud, y en particular la telemedicina, ha estado asociado en los últimos años al desarrollo tecnológico y, en los últimos años al avance de las denominadas Tecnologías de la Información y Comunicación.
Hoy en día, sumando los avances de la cibernética y la inteligencia artificial así como la digitalización de la vida cotidiana de las personas, se cuenta también con la posibilidad de un mayor desarrollo de la telemedicina.
Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la prestación de servicios médicos a través de medios de comunicación electrónicos venía teniendo un avance lento en Latinoamérica. No obstante, la pandemia COVID-19 supuso un shock para los sistemas de salud del mundo y puso de manifiesto las virtudes de la telemedicina brindando la posibilidad de realizar consultas médicas o proveer cuidados de salud a distancia, mediante videollamada o intercambio de información de salud como transmisión de imágenes o de datos clínicos.
Allí donde se pudieron instrumentar soluciones de este tipo fue algo valioso en un momento en que era necesario evitar aglomeraciones, hacer que los pacientes que no necesitaban internación se recuperaran en su casa o que pudieran tener la atención e información necesaria en períodos de cuarentena.
En Uruguay, debido al COVID-19 los servicios de medicina a distancia se incrementaron drásticamente. Uno de los usos más comunes durante la pandemia fue que, con la finalidad de evitar tumultos y concentraciones de personas, muchos prestadores de salud recurrieron a la consulta telefónica para evitar la concurrencia de pacientes a los servicios de salud.
La existencia de una buena infraestructura de telecomunicaciones así como la amplia cobertura de Internet y del uso de dispositivos móviles entre la población también permitieron soluciones novedosas como la aplicación Coronavirus.uy, que posibilita una variedad de usos que van desde informarse sobre la evolución de la pandemia en el país y el mundo, recibir resultados de hisopados hasta notificar contactos positivos, activar alertas de exposición hasta demostrar haber recibido la vacunación mediante un certificado digital. Otros países de la región, como Argentina también recurrieron a la telemedicina –que aumentó drásticamente a medida que los pacientes buscaban sustitutos de la atención presencial- y, según el BID, ésta ha facilitado el diagnóstico de pacientes, ayudando a dirigirlos al proveedor de atención médica más adecuado, a aislar a aquellos que podrían estar infectados por el virus y a aumentar la capacidad del sistema sanitario.
En este sentido, considera que si el aumento de la demanda de servicios de telemedicina persiste, podría surgir a largo plazo como una herramienta crucial para la gestión de la salud pública que aumenta la accesibilidad de la atención médica y reduce significativamente el tiempo y los costos de desplazamiento para obtenerla. Además, se estima que el uso de la telemedicina durante la pandemia puede haber abierto el camino para una mayor aceptación social de esta modalidad una vez que se supere la crisis provocada por el COVID-19.
Los aspectos normativos también son importantes y, en este sentido, cabe mencionar que Uruguay cuenta con la Ley N°19.689 de “aprobación de los lineamientos generales para la implementación y desarrollo de la telemedicina como prestación de los servicios de salud”.
La medicina presencial es insustituible y, por otra parte, es evidente que existen varios aspectos referidos a esta modalidad de atención de la salud que aclarados y mejorados.
Algunos expertos ponen el énfasis en que no debería transformarse en una prestación cuya calidad dependa de cada actor del sistema sino que debe asegurarse un mínimo de calidad innegociable para asegurar al paciente un proceso asistencial adecuado.
Un artículo publicado por el Sindicato Médico del Uruguay señala que, aunque no es algo abordado por la legislación uruguaya, uno de los puntos cruciales de la implementación de la telemedicina refiere al trabajo médico dado que en muchos países se ha visto afectado el trabajo médico por empresas internacionales que han entrado a los mercados ofreciendo servicios a muy bajo costo lo cual los trasforma en muy atractivos para algunos actores de los sistemas de salud y esto redunda en una caída del salario médico.
Por su parte, el doctor Félix Rígoli, médico uruguayo, asesor de la Organización Panamericana de la Salud y experto en normativa vinculada a la telemedicina, mencionó algo central y es que el médico, el paciente y la institución de salud deben estar de acuerdo para pasar a la tele atención, agregando que es necesario evitar la despersonalización y tener en cuenta que gran parte de la población no se entiende bien con la tecnología.
Se trata de cuestiones básicas que necesariamente deben ser tenidas en cuenta para que la telemedicina esté al servicio de las mejores opciones de atención, de las mejores decisiones terapéuticas y diagnósticas en diferentes escenarios clínicos y, en definitiva, contribuya a sumar calidad a la atención integral de la salud de las personas.