
Como todos los años la ciudad entró en una especie de revolución comercial al acercarse el amanecer del 6 de enero. Siguiendo la costumbre nacional de dejar ciertos asuntos para el último día por parte de los responsables de la alegría infantil, el movimiento ayer por la tarde –e inclusive la noche– en todos los puntos comerciales de la ciudad fue intenso. La mayoría de los negocios ajustaron sus horarios para la ocasión, permaneciendo algunos incluso hasta las 22 o más. Los “Reyes” precavidos pueden ver como una exageración un horario así, pero otros, menos cautos, agradecieron que los comercios comprendieran los retrasos, indecisiones o cambios. No deja de ser una buena zafra que tanto ciertos negocios como los propios niños, agradecen.