El peor final que podía esperarse con el caso de la desaparición de Shakira Rossana Morales Rey (20) finalmente ocurrió, al ser hallado su cuerpo enterrado y tapado con nailon en el predio que habitaba su ex padrastro, ubicado en los fondos del denominado Bajo Curupí. El culpable, que confesó haberla asfixiado para luego enterrarla –y podría ser acusado de femicidio–, declarará hoy en Fiscalía y luego será llevado al Juzgado.
De acuerdo a los datos recabados con distintas fuentes, la joven –que padecía de problemas psiquiátricos y en algún momento abuso de sustancias, según sus familiares– llevaba una vida particular. Era conocida por andar en la calle vendiendo libros u ofreciendo curitas a cambio de alguna moneda. “Una muchacha tranquila que nunca hacía problemas en la calle y siempre respetuosa con todos”, comentó a este medio un comerciante que la veía frecuentemente. Su niñez también fue difícil: “Siempre andaba con el hermano pidiendo en el barrio, a veces hasta descalzos”, expresó otra.
Sin embargo, nada parecía llegar al desenlace que hoy conmueve, por tratarse de una mujer más asesinada en nuestro país. Si bien es el primer crimen que ocurre en lo que va del año en nuestro departamento, es la decimosexta muerte violenta femenina a nivel nacional.
En el interior de este pozo se encontraba el cadáver. Foto: Gentileza Mauricio Nova
Denuncia de ausencia
El pasado 20 de mayo, la madre de la joven se presentó en la Comisaría Tercera, donde denunció que faltaba del hogar y no había logrado tener comunicación con ella. En ese entonces, la Policía emitió una solicitud de localización, indicando rasgos fisonómicos de la muchacha y su vestimenta. Sin embargo, pese a la difusión de la fotografía de Shakira Rossana, no había datos certeros de su paradero.
De forma extraoficial, EL TELEGRAFO supo que, conforme el avance de los días, la Policía sanducera trabajó en cotejar las imágenes registradas por las cámaras del Ministerio del Interior en la vía pública. Así, lograron dar con una imagen del 19 de mayo en las inmediaciones de Dr. Roldán y Antonio Estefanell donde pasó dos veces en diferente horario y el último fue en dirección al oeste. Luego, las cámaras no volvieron a registrar su pasaje, por lo que se manejaba la pista de que estuviera en una alguna casa de la zona.
Luego de reunir varios elementos, los investigadores se centraron en el círculo más cercano a la joven, a quienes comenzaron a indagar, logrando así identificar a su ex padrastro que reside al final de Calle 76 Norte, donde finalizan los terrenos con viviendas en el barrio Bajo Curupí.
El hombre –de quien la Policía no brindó identidad puesto que está aun en etapa de investigación– fue sorprendido al presentársele una orden de allanamiento en su terreno; en la mañana ya los efectivos habían estado haciendo tareas de rastrillaje en la zona. Su poca colaboración no conformó a los uniformados, por lo que tomó mayor fuerza la hipótesis de que la mujer podría encontrarse allí. Finalmente, en la búsqueda por el terreno dieron con un pozo cerca de una de las dos construcciones precarias del terreno. Al remover el material, la Policía halló el cuerpo sin vida de Shakira Rossana Morales Rey, que estaba de costado, desnuda, envuelta en una frazada, dentro del pozo de unos 80 centímetros de profundidad.
El hombre de 36 años, con antecedentes penales por receptación, fue prontamente detenido y conducido a la Unidad de Investigaciones. En la escena, en tanto, se constituyeron integrantes del Comando de Jefatura, liderados por el jefe de Policía Eduar Alvez de Almeida, la fiscal de Cuarto Turno, Cecilia Irigoyen y forense, quienes dispusieron el levantamiento del cadáver y la recolección de pruebas.
Por su parte, una vez en la dependencia policial, el ex padrastro de la joven evadió las preguntas del interrogador, hasta que terminó por admitir haberla asesinado mediante asfixia y luego enterrado para deshacerse del cuerpo. No reveló el móvil del crimen.