El desafío de la movilidad eléctrica

Atacando uno de los puntos clave en cuanto a la logística para sustentar la masificación de la venta de autos eléctricos, Estados Unidos tiene en marcha una propuesta para construir una red de cargadores para vehículos eléctricos que sean “fáciles de usar, confiables y accesibles” y así asegurar que EE. UU. lidere la revolución de los coches eléctricos, según el secretario de Transporte de este país, Pete Buttigieg.

“Para apoyar la transición a los vehículos eléctricos, debemos construir una red de cargadores nacionales que haga que encontrar un sitio donde recargar sea tan fácil como repostar en una gasolinera”, dijo.
Se trata de un paso más para ayudar a que se llegue al objetivo de impulsar la construcción de una red nacional de 500.000 cargadores de vehículos eléctricos para 2030, plan que forma parte de la ley de infraestructura bipartidista de 1.200 millones de dólares.
El objetivo del proyecto es que haya “estándares mínimos garantizados” independientemente del tipo de vehículo, el estado o la aplicación que use el conductor, en un país federal donde por lo tanto la normativa no está unificada.

Según la Casa Blanca, las ventas de vehículos eléctricos se han duplicado desde que Biden entró en la presidencia, y actualmente hay más de dos millones de vehículos eléctricos y 100.000 cargadores en las carreteras de Estados Unidos, mientras que la Ley de Infraestructura bipartidista destina 7.500 millones de dólares para infraestructura de recarga de vehículos eléctricos y más de 7.000 millones de dólares para las cadenas de suministro de minerales críticos necesarios para baterías, componentes, materiales y reciclaje.
Paralelamente, la Casa Blanca está presionando al Congreso para que dé luz verde a su plan de proporcionar ayudas económicas a aquellas personas que busquen comprar un vehículo eléctrico hecho, al menos en parte, en Estados Unidos.

El avance de la electrificación del transporte, tanto el colectivo como el vehicular privado, es una de las grandes apuestas ecológicas de este milenio, en tanto permitirá ir sustituyendo la matriz energética que en el caso del transporte sigue dependiendo en un gran porcentaje de combustibles fósiles como el petróleo, aunque también comparte esta evolución con la perspectiva de utilizar otros energéticos limpios, como el hidrógeno, incluyendo su producción en el marco del hidrógeno verde, que implica el uso de energías renovables en toda la cadena. Precisamente el término hidrógeno verde se refiere al hidrógeno generado por energías renovables bajas en emisiones. Se distingue de otros métodos de producción, como la producción del hidrógeno gris, que se obtiene con la técnica de reformado por vapor de gas natural y que representa el 95% del mercado comercial actual. Igualmente, todavía la masificación de este impulsor presenta problemas técnicos significativos y por ahora la alternativa eléctrica es la que viene avanzando más rápidamente.

El hidrógeno empleado como células de energía para alimentar motores eléctricos se está empleando como un sustituto limpio de los motores a combustión, ya que el residuo que sale por el tubo de escape no genera gases de efecto invernadero. Sin embargo, producir y almacenar hidrógeno consume energía, lo que cuestiona su potencial como una solución ecológica. Un estudio efectuado por el gobierno de Reino Unido muestra que el hidrógeno tiene otro gran problema, ya que se convierte en un gas de efecto invernadero cuando se libera a la atmósfera, lo que a largo plazo lo haría más perjudicial que las emisiones de CO2.
En el caso de los vehículos ligeros de pasajeros, la propulsión eléctrica alimentada por baterías ha demostrado ser una solución viable que parece imponerse a las soluciones que emplean hidrógeno.

En el caso de otras aplicaciones como el transporte marítimo, los camiones pesados, los trenes y las aplicaciones industriales, el hidrógeno todavía promete ser una alternativa limpia a los combustibles fósiles. Además es un reemplazo casi instantáneo de otros combustibles gaseosos como el metano o el propano. A pesar de todas sus ventajas, el hidrógeno también tiene algunos inconvenientes. El más importante está en su producción. Es muy difícil obtenerlo sin generar gases de efecto invernadero. De hecho, la mayor parte del hidrógeno, alrededor del 95% (desde 2020), se produce a partir de combustibles fósiles. El resto se obtiene por electrólisis del agua, para lo que se precisa una gran cantidad de energía eléctrica, que también se produce en su mayor parte por la quema de combustibles fósiles. Por lo tanto, sus ventajas no son tales salvo que se trate de hidrógeno verde.

Mientras tanto, las ventas de coches eléctricos alcanzaron los 6,6 millones de unidades en 2021 a nivel global, más del triple que en 2019. Son cifras del último informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés), donde se desprende que casi el 9% del mercado mundial de automóviles es eléctrico.
Así, todo el crecimiento neto en las ventas mundiales de automóviles en 2021 provino de los automóviles eléctricos.
Hace una década la cuota de mercado de los coches eléctricos a nivel global era del 0,01%, y ahora es del 8,5 %. El punto es que pese a que Estados Unidos intenta ganar rápidamente terreno, China y Europa son dos líderes indiscutibles en esta área.

Estos datos aparecen todavía como muy lejanos para Uruguay, que cuenta con el déficit de que no tiene fabricación de estos vehículos y es un neto importador, así como tomador de precios y tecnología en el mercado mundial.
Igualmente los avances en nuestro país en esta materia han sido significativos, con buenas perspectivas además de participar en el mercado de la exportación de hidrógeno verde a partir de energías renovables.
El cuello de botella todavía radica en las dificultades para la masificación, por tema de precios, características del mercado automotor y red de cargadores en carreteras, entre otros puntos críticos. En este contexto son bienvenidos los anuncios del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) sobre los principales lineamientos y programas en materia de promoción de la movilidad eléctrica que se desarrollarán en el marco de la segunda transición energética.

Entre estas acciones se encuentran la nueva normativa para favorecerla –que incluye beneficios impositivos– la creación de una Mesa de Movilidad Eléctrica que incluirá a privados y a la academia, la extensión de la red de cargadores eléctricos, la apuesta a la formación de nuevos técnicos y el fortalecimiento de programas de apoyo para la adquisición de estos vehículos por parte de personas, empresas, organizaciones y gobiernos departamentales.
Un esquema de mediano y largo plazo, en esencia, que es de esperar de sus frutos de mantenerse este impulso en el marco de políticas de Estado, lo que es de particular importancia en un país que importa el cien por ciento del petróleo que consume, y que tiene un campo promisorio para crecer en materia de producción de energéticos renovables.