Un Uruguay sostenible

El deterioro ambiental, que se expresa de diversas formas a nivel planetario, está alterando a velocidades sin precedentes el funcionamiento de los ecosistemas, con claras afectaciones al patrimonio natural y las formas de vida, incluida la humana. Es una degradación que de una forma u otra nos afecta a todos y que requiere esfuerzos gubernamentales, institucionales y personales para promover acciones ambientalmente más saludables y sostenibles en el tiempo.
El cuidado del ambiente nos interpela e involucra a todos. Felizmente, cada vez son más las instituciones y organizaciones que se hacen eco de esta necesidad y se organizan para sumar esfuerzos y llevar a cabo iniciativas que apunten a reforzar el vínculo con el ambiente y promuevan cambios positivos.
Por otra parte, los derechos ambientales, escasamente presentes y visibilizados hace algunas décadas, están plenamente integrados a la legislación y jurisprudencia nacional y han ido evolucionando hacia un mayor compromiso y responsabilidad del Estado y los ciudadanos hacia los asuntos de esta naturaleza. La creación del Ministerio de Ambiente –anteriormente con nivel de dirección nacional e integrado al Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial– significó un paso importante en esta línea.

Uruguay cuenta también con un Observatorio Ambiental –creado por la Ley 19.147 como una herramienta que centralice, organice y difunda toda la información ambiental generada en los diversos ámbitos del Estado– una plataforma de información ambiental, que aporta insumos para la toma de decisiones institucionales y al mismo tiempo acerca esa información a la gente.
Organizada por el Ministerio de Ambiente en estos días, se desarrolla en Montevideo con participación de más de 100 instituciones, empresas y gobiernos departamentales de todo el país y organismos internacionales, una exposición denominada “Uruguay Sostenible”. Se trata de un evento que tiene por objetivo promover el desarrollo sostenible y el cuidado del ambiente, en el cual se presentarán estands, talleres, charlas y una serie de propuestas interactivas.
La finalidad es promover acciones sostenibles y de cuidado del ambiente, fomentar la conciencia ambiental y el compromiso ciudadano, además de generar un espacio de intercambio de experiencias y buenas prácticas, contemplando temas como arquitectura sostenible, producción sostenible, gestión ambiental, eco turismo, educación ambiental, cambio climático, economía circular, producción agroecológica, gestión de residuos, biodiversidad, eficiencia energética y movilidad sostenible.
A su vez, también el gobierno instauró un Premio Nacional de Ambiente “Uruguay Sostenible” con la finalidad de reconocer acciones “que trabajen en la sostenibilidad como forma de mitigar los problemas presentes vinculados con el ambiente, así como en la promoción de buenas prácticas y generación de conciencia ambiental, para incidir en el presente y legar un mejor ambiente a las futuras generaciones”.
Se trata de un premio creado en 1991 bajo bajo el nombre “Uruguay Natural”, por lo que el cambio de nombre así como la denominación de la exposición a desarrollarse este mes son una clara demostración de la decisión de las autoridades nacionales en dejar de utilizar el eslogan “Uruguay Natural” para migrar hacia “Uruguay Sostenible”.
El cambio remite también hacia una mudanza de índole conceptual, que pone la sostenibilidad como horizonte en lugar de la utopía de un Uruguay Natural que, cada vez más, parece imposible establecer como objetivo.

Pensar en términos de sostenibilidad significa asumir que la naturaleza y el medio ambiente no son una fuente inagotable de recursos y que es necesario su uso racional y protección. El concepto incorpora la dimensión de la huella humana sobre el ambiente y pone el foco en las acciones que como sociedad debemos realizar en búsqueda de un equilibrio justo que no deteriore los ecosistemas y los recursos que nos proporcionan, muchos de ellos vitales para la vida.
“La utilización racional de los recursos naturales, la protección de nuestras especies, la promoción de hábitos que minimicen la contaminación y los impactos ambientales que nos inviten a modificar conductas, no está sesgado a la competencia de un Ministerio de Ambiente. El Estado es responsable de esta tarea y lo asume con la creación de este Ministerio, pero con la certeza de que esta tarea no es en soledad, sino que es necesario promover el encuentro y conjugar esfuerzos, saberes y experiencias, reconociendo que en los distintos rincones de nuestro país, de nuestro ‘Uruguay Sostenible’, se ha avanzado en el camino de la protección del ambiente. Un camino que involucra a los más diversos sectores, tanto del ámbito público como privado, desde una gran empresa a una pequeña escuela rural, una gremial, una asociación de vecinos o un organismo departamental”, informó el referido ministerio.
Al igual que en algunas otras áreas –como la salud, el gobierno electrónico, el Plan Ceibal, por ejemplo– felizmente nuestro país está avanzando en forma sostenida en el establecimiento de políticas públicas ambientales. Es fundamental que este tipo de políticas y las acciones que involucran puedan adquirir real sostenibilidad en el tiempo, más allá de los gobiernos de turno, lo cual habla de un grado de madurez.

En alguna medida esto fue reconocido por el ministro Adrián Peña, durante una entrevista con Medios Públicos en la que señaló que que “se construye así una nación; no es arrancando de cero cada vez que asume un gobierno. Había mucha cosa, muy bien encauzada y muy bien encaminada, y en términos generales venimos continuando y profundizando en algunas políticas. Obviamente algunos matices hay, pero en términos generales Uruguay tiene una política de construcción ambiental de no menos de 30 años, con un cuerpo normativo muy potente sobre eso y nuestra idea siempre fue construir sobre eso y no destruir lo que venía funcionando bien. Y es algo que queremos que pase también cuando nos vayamos”.

Para un país que históricamente ha dependido de sus recursos naturales, la sostenibilidad ambiental se vuelve no sólo una meta deseada sino una necesidad para competir en un escenario mundial que cada vez presta más atención a estas cuestiones, además de un requerimiento para la seguridad alimentaria y la calidad de vida de su población. Evidentemente que los necesarios proyectos de infraestructura pensados para la resiliencia y la protección de la biodiversidad, la reconversión y eficiencia energética, la transformación digital de las empresas, la adecuada gestión de los residuos y tantos otros temas más que se entrelazan con los asuntos ambientales, requieren de impulso y apoyo estatal cimentados en políticas públicas y políticas de desarrollo que contemplen el interés general con perspectivas de futuro. En ese sentido, sin desconocer el camino andado, se puede afirmar que queda mucho por hacer todavía.