Opinión

Ernesto Kreimerman: EE. UU.; precipitándose a la inestabilidad

Escribe: Ernesto Kreimerman

Un conjunto de situaciones macroeconómicas desarregladas va generando una suerte de sinergias negativas, viciosas, que se retroalimentan, e impulsan y tensan situaciones políticas críticas, binarias, para cuya resolución se hace inevitable adoptar resoluciones que tendrán, por su propia naturaleza, ganadores y perdedores.
Desde la realidad tangible, la deuda nacional de los Estados Unidos ha traspasado la barrera de los U$S 31 billones, al mismo tiempo que la inflación ha ido trepando hasta niveles altos. La Reserva Federal ha sumado a esta complejidad otro ingrediente: los sucesivos aumentos en los tipos de interés, conjugándose así una creciente incertidumbre económica.
En este contexto, se ha extendido la idea de un menor crecimiento, dificultades en el mercado de trabajo, mayores exigencias para el control de la inflación, lo que alimenta mayores tensiones en el debate político que en los últimos 15 años fue haciéndose más confrontativo y binario.

Por un lado, la Reserva Federal está convencida de que la inflación debe bajar al entorno de los dos puntos, aunque ello signifique reducir también el crecimiento incluso hasta producir otros efectos negativos asociados, con efectos recesivos algo más severos.
En esta línea, Jerome Powell, presidente de la Fed, ha dicho con absoluta claridad el propósito de su estrategia: “estamos comprometidos a hacer que la inflación vuelva a bajar al 2% porque creemos que, si no se restablece la estabilidad de precios, el dolor será mucho mayor en el futuro”.
En ese camino de dolorosas decisiones, Powell enmarcó la tercera alza de la tasa de referencia en otros 75 puntos base, provocando con ello un encarecimiento en el costo del dinero, es decir, mayores tasas para las líneas de crédito, buscando una baja en el consumo y así impactar los precios a la baja.

Pero ese incremento de la tasa de referencia no sólo castiga al consumo, castiga también las inversiones pues los créditos para este sector de la actividad sufren un impacto al alza. Ello se traduce que las inversiones se encarecen. En algunos casos, los proyectos en desarrollo resisten esos nuevos sobrecostos, pero en muchos otros esa carga adicional puede llevar a un enlentecimiento o a la suspensión temporal o definitiva.

Al problema de la inflación que ha desbordado los rangos definidos y también los de la paciencia de los analistas, más los efectos y sobrecostos sanitarios de una inédita pandemia, se suman las tensiones y demandas de recursos de la guerra de Rusia contra Ucrania, agregando presión, en especial, en los mercados energéticos y de la alimentación. A criterio del Comité Federal del Mercado Abierto (FOMC su sigla en inglés), nos debemos hacer a la idea de un menor crecimiento para Estados Unidos, de 1,7% a un mínimo 0,2%. Para el año próximo, 2023, se corrige de 1,7% a 1,2%. Sin embargo, para 2024 las cosas mejorarían, aunque no llegarían al proyectado 1,9% sino a 1,7%. En una audaz proyección para el 2025, podría hoy esperarse un crecimiento del 1,8%.
Finalmente, ajustan al alza la tasa de desempleo para este año, llevándola a 3,8% desde 3,7%. Para el año próximo, el impacto sería algo más significativo: subiría de 3,9% a 4,4%, rango que se mantendría durante el 2024, lo que representa casi un 10% más que los rangos meta de la proyección anterior.

Sin embargo, algunos analistas privados son más optimistas, como el caso del grupo británico Barclays, que estima que el 2022 se mantendrá recesivo para los Estados Unidos y que retomará la senda del crecimiento a partir del segundo semestre del 2023.
En el análisis del grupo financiero británico, la Reserva Federal se ha visto forzada a provocar este entorno recesivo para enfrentar una inflación que no ha cedido.
Hace dos semanas, el Fondo Monetario Internacional publicaba su informe de la economía mundial de octubre advirtiendo que la sombra de una recesión abarcaría buena parte del mundo. En síntesis, los equipos técnicos del FMI proyectan una inflación creciente que saltará de 4,7% promedio de 2021, al 8,8% para este 2022.

Entre los economistas hay un debate instalado y que ha trascendido el ámbito de lo técnico: hasta qué nivel de aumento de tasas de interés se debe llegar para que la terapéutica no se vuelva contraproducente, y en vez de sanar al paciente, de ayudar a su recuperación, lo arrastre dramáticamente a dramatizar su estancamiento “preventivo”.
Es que ya “demasiada gente” ha hecho propia la idea de que vamos camino a una recesión, pero cada vez menos piensan que la terapéutica preventiva esté siendo la correcta y sirva realmente para lo que se invoca. Fundamentalmente desde la perspectiva de lo que ha pasado en Inglaterra, muchos de esos mismos técnicos empiezan a sentir que la sensibilidad de los públicos está poco tolerante a estas dosis de angustia “preventivas”. La falta de rumbo cierto y la incertidumbre agregada por el Brexit, se ha devorado cuatro jefes de gobiernos británicos en poco más de seis años.

Para no pocos, en Estados Unidos, la expresión política de la crisis lo significó el ascenso de Donald Trump al gobierno. Se aprecia el mismo deterioro de la convivencia y los valores democráticos. También los discursos irrespetuosos e impertinentes, las descalificaciones y distintas formas de avasallamiento, erosionando la calidad del debate público.
La caída de los sucesivos primeros ministros británicos pone de manifiesto una verdad incuestionable: es el fin del discurso económico facilista. La principal razón del desbarajuste británico es la falta de credibilidad de los planes “de reactivación” sustentados en la primitiva e insostenible idea de que un recorte de impuestos, incluso significativo, sobre las rentas más altas provocará una reactivación. También el simplista plan de Trump se basaba en ello. Tan vago como torpe e ignorante de la realidad.

A declarar

Este viernes el comité de la Cámara de Representantes que investiga el ataque del 6 de enero informó que ha citado a Donald J. Trump a declarar. Es, sin dudas, un paso audaz. Llega a unas semanas de las elecciones legislativas de mitad de período. En paralelo, el Departamento de Justicia avanza en su propia investigación criminal para esclarecer los intentos de Trump y los suyos para torcer las elecciones presidenciales de 2020. Es probable que Trump se enfrasque en una guerra legal con la comisión parlamentaria, la que finalmente podría ser laudada por la Corte Suprema.

La mira del comité de la Cámara ha ensayado con puntería fina y no deja espacios para la ambigüedad. Trump y sus seguidores se saben acorralados, muchos de ellos han comenzado a buscar sus propias soluciones. La lista no es menor. Ahora mismo, este último viernes, un tribunal federal de Washington condenó a Steve Bannon, asesor directo de Trump y vinculado al expresidente durante años en sus tiempos de empresario, a cuatro meses de cárcel por negarse a colaborar con el comité legislativo.
Casi una “tormenta perfecta”: incertidumbre económica con mayores costos e inestabilidad política, enredadas con una elección el 8 de noviembre que renovará 34 de las 100 bancas de senadores, las 435 de la Cámara de Representantes y 36 estados ponen en juego la gobernación. El momento es difícil y de cómo se resuelva EE. UU. podrá desatar las energías para un nuevo ciclo de crecimiento o de lo contrario, precipitarse a tiempos de inestabilidad. → Leer más