El problema del plástico

Así como hubo un momento en que establecieron acuerdos globales en relación al clima, hoy otro tema ambiental nos llama la atención: los plásticos. Si bien aún no se cuenta con un instrumento internacional jurídicamente vinculante con un enfoque integral que abarque las etapas de producción, el consumo y el diseño hasta la prevención, gestión y tratamiento de residuos plásticos, varios países –entre ellos el nuestro–, lo están impulsando.

A nivel local, en 2021 Uruguay incorporó una buena batería de resoluciones ministeriales tendientes a la reducción de la generación de residuos plásticos, el incremento de los índices de recuperación y valorización de envases, reducir el consumo de plásticos de un solo uso y la generación de estos residuos y que establecen objetivos mínimos de recuperación y valorización de envases pos-consumo no retornables, cuyos efectos en varios casos comenzarán a sentirse en mayor forma en los próximos años. Entre ellas se encuentra un resolución (RM 271/2021) que establece metas para la recuperación de envases y plantea que a diciembre de 2023 se debe lograr una meta de recuperación del 30%, a diciembre de 2025 se debe lograr una meta de recuperación de 50% y el sistema debe estar operativo en todas las localidades de más de 5.000 habitantes, mientras que a partir de 2025 las bebidas no alcohólicas y aguas de mesa que se comercialicen en envases plásticos deben contener 40 % de material reciclado. Asimismo, incorpora la exigencia de contar con planes de gestión de residuos de envases a los importadores y productores de envases que no forman parte integral de un producto (bandejas, films, vajilla descartable).

Aún estamos bastante lejos de eso ya que, de acuerdo a la información oficial, actualmente nuestro país recupera solamente el 4% de los envases del mercado y, entre las iniciativas para mejorar las cifras, el gobierno pondrá en marcha un depósito con reembolso de dinero para que los residuos descartables adquieran valor.
No obstante todo logro en ese sentido suma y cuenta. Por ejemplo, en estos días surgió una buena noticia para el mundo del reciclaje y la economía circular y es que la primera y única empresa uruguaya dedicada al reciclaje de PET inauguró su línea de lavado de escamas, tratándose de un equipamiento que permitirá obtener escamas limpias para fabricar nuevas botellas a partir de las mismas.

El ministro de Ambiente, Adrián Peña, dijo al participar de la inauguración de este equipamiento en la referida empresa, ubicada en Pando, que este tipo de iniciativas se transforman en aliados en la recuperación de plástico de este tipo de envases y que “Uruguay afronta un desafío en el manejo de los residuos y se debe entender que los hábitos de consumo no deben ser a cuenta del ambiente”.

Los uruguayos generamos unas 63.000 toneladas al año de plásticos de un solo uso, de los cuales el 60% está relacionado con envases. Del total de este material, unas 13.000 toneladas son envases no retornables, que originan un problema de gestión, dijo el ministro.
Otro tema vinculado a la contaminación por plásticos en el que Uruguay está incursionando es el de la basura marina y los microplásticos. Los desechos marinos son un problema constante que pone en peligro la salud de los océanos y la vida de los seres humanos, sobre todo si tenemos en cuenta que gran parte de los alimentos que consumimos o el oxígeno que respiramos proviene de los océanos; y en ellos reside el 97% de toda la materia viva. El ecosistema costero-marino es particularmente sensible a las consecuencias de los residuos plásticos, viéndose amenazada su biodiversidad.

La basura marina está conformada por residuos persistentes, de materiales sólidos, fabricados o procesados, que fueron desechados, eliminados o abandonados por el hombre y que se encuentran en el ambiente marino y costero. No siempre estos desechos son descartados de forma directa en playas, las costas o el mar abierto sino que muchos son transportados indirectamente a través de ríos, aguas residuales, pluviales o por acción del viento. No obstante, parte de la basura marina proviene de fuentes mar adentro como buques pesqueros, de la navegación comercial, de accidentes marítimos, de operaciones militares, plataformas petroleras, entre otros.

Los plásticos son la fracción más grande, más dañina y más persistente de la basura marina. No es un tema que atañe solo a los mares, dado que se estima que aproximadamente un 80% de los plásticos presentes en el océano han sido transportados por ríos.
En este sentido, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por su sigla en inglés), la alta producción mundial de plásticos, el alto consumo de productos que los contienen y el bajo reingreso de estos a la cadena productiva, trae como consecuencia una alta acumulación en el ambiente, lo que lleva a un aumento en la cantidad de plásticos que se liberan continuamente al ambiente marino.

A su vez, por acción de la radiación solar, la fricción de las olas y del viento, se degradan en partículas más pequeñas (microplásticos), tratándose de un tipo de contaminación que está en aumento en el ambiente marino debido a la fragmentación continua de los plásticos que se han acumulado en los ambientes naturales, sumando a la producción actual y el descarte de nuevos artículos plásticos diariamente.
Nuestro país integra el Grupo de Trabajo sobre Basura Marina y Microplásticos en América Latina y el Caribe, cuyos integrantes recientemente se reunieron abordando el intercambio de conocimientos sobre la situación regional y el intercambios sobre criterios para el desarrollo de estrategias nacionales de monitoreo de plásticos y basura marina.

En la región del Atlántico Sur, los mayores aportes de residuos plásticos se generan desde los centros urbanos y sus sitios de disposición final de residuos, o desde diferentes actividades marítimas como la pesca, el tráfico y el turismo marítimo.

Debido a esta multidimensionalidad, las acciones necesarias para abarcar de forma correcta la problemática de los plásticos y microplásticos en los ambientes marinos, involucran también una multiplicidad de actores y sectores de actividad. Por otra parte, el espacio marino es muy difícil de controlar y el problema tiene aristas que conciernen a la esfera local, nacional e internacional.
En este sentido, la gobernanza de los océanos se ha vuelto uno de los temas prioritarios en el panorama internacional, donde la contaminación por plástico es uno de los mayores desafíos ya que el aumento gradual de la basura marina que se encuentra en la superficie, columna de agua, en el fondo del mar y en las costas se ha convertido en un problema de salud humana, ambiental, económico y estético que plantea un desafío complejo y multidimensional. Por eso mismo y por las implicancias para la salud humana y ecosistémica es un tema que es necesario incorporar en la agenda con miras a acciones globales que involucren políticas públicas y también serán necesarios cambios profundos en el comportamiento industrial, comercial y ciudadano.