Cambios sociales, educación y migración son parte de respuesta en seguridad social

El Ing. Agrim. Ramón Appratto Lorenzo, integrante de la representación de los pasivos en el Directorio de la Caja de profesionales Universitarios, destacó a EL TELEGRAFO en torno a la problemática de la seguridad social que nuestro país padece en esta área de una serie de factores coincidentes que contribuyen al deterioro de la sustentabilidad y evolución del sistema, y destacó en este sentido a EL TELEGRAFO que cambios económicos, sociales y culturales tienden a que la baja natalidad siga profundizándose, al mismo tiempo que aumenta la esperanza de vida, lo que implica menor número de aportes y una demanda de recursos por mayor período de tiempo, en tanto la tendencia de la pirámide demográfica del país es agravante del desequilibrio.

Argumenta en este sentido que “Uruguay es un país que desde hace tiempo está envejecido. Abundan los viejos y faltan jóvenes. Por la sencilla razón de que la tasa de natalidad del 1,4 es realmente muy baja. A la baja natalidad, una menor cantidad de hijos por mujer (hoy 1,4), se agrega la variable de aumento de la esperanza de vida”, lo que a la vez se potencia con la despoblación del país.

“La despoblación se percibió en su verdadera magnitud numérica en el censo de 1963. Desde 1908 no se hacía un censo (54 años sin censar). No se tenía idea de las variables del país en cuanto a población y vivienda. Referente a la despoblación del campo, el dato de entonces fue que solo el 17% de la población total del país, vivía en el medio rural. Al fin del siglo XX este índice era del 5%”.

“A su vez Uruguay es el país de Latinoamérica con más alto índice de pasividades, en tanto otro elemento a tener en cuenta es el Sistema Nacional Integrado de Salud que creó el expresidente Tabaré Vázquez y lo puso a cargo del Ec. Daniel Olesker. Fue insuficiente y con muchísimos más recursos y unos 300.000 menos usuarios (que se corrieron de los Hospitales a las mutualistas) terminó dando un servicio mediocre. En ese contexto, las residencias para mayores aumentaron en número y pasaron a ser un capítulo aparte en la problemática”.
“La Comisión de Expertos en Seguridad Social (CESS) dio pie a la premisa de que todo esto de la reforma de la seguridad social es impulsado por el envejecimiento de la población, pero a nuestro juicio este es un gran error de base. Lo que impele realmente la reforma es la falta de niños y adolescentes”, reflexionó.

“Pero de lo que se trata es de implementar soluciones provida, como es el caso de aumentar la natalidad y mejorar la educación. Crear y criar jóvenes cultos o por lo menos instruidos que accedan a buenos trabajos bien rentados y aporten mucho por los trabajos hasta de excelencia que obtengan. Y cuidar que esos jóvenes instruidos y cultos a causa de impartir una buena educación pública gratuita, no se vayan a trabajar al extranjero tentados por una buena paga. Los países pobres no pueden ser surtidores gratuitos de cerebros para los países ricos. Máxime si la formación la bancó el pueblo uruguayo (Estado), mediante una universidad gratuita. Las carreras deben tener un valor para que por lo menos el que se va, lo pague para poder educar a otro con esos fondos”.

Asimismo otra parte de la respuesta es fomentar “el crecimiento integral de la familia de clase media alta y media, única que aporta cómoda y aumentar el aporte patronal de las empresas de mediano y gran porte”.

“Aquí el gran problema no es que los viejos vivan más. Porque al fin igual se mueren, unos años más tarde. Pero el número de viejos que van de salida y se mueren, no se repone por mayor o por lo menos igual número de niños que nacen e ingresan a la vida suplantándolos. Tampoco se encara una política migratoria que traiga gente con buenas costumbres y conocimientos para que se radique en el país, pese a que hay millones de personas buscando mejores horizontes que su país natal”.

“Desde hace años que sabemos que Uruguay puede producir alimentos para ocho millones de habitantes. El techo es alto, pero nosotros desde hace años seguimos bajo el toldo petiso de los tres millones y medio. Y todavía hay quienes comen mal, o poco y nada”, apuntó.
“Mirando las pirámides demográficas de 1908, 1963 y 1975, tenemos la imagen de lo que pasó en esos 67 años. Al principio del siglo XX en cifras globales porcentuales, había una ancha base formada por un 15% de población infantil pareja entre niñas y niños, entre 10 y 20 años un 12%, entre 20 y 30 años un 8 , entre 30 y 40 años un 6% y entre 40 y 60 años un 4%. O sea, a la edad del retiro laboral que coincidía entonces casi con la esperanza de vida, llegaba un gran contingente de habitantes de ambos sexos. Luego entre los 60 y 80 años había un 2%. En relación casi pareja de hombres y mujeres”.

“La pirámide de 1963 muestra que pasados 55 años achicó su base (niños y jóvenes) y aumentó la población adulta y vieja. Los niños y niñas habían mermado en un 5%, entre 10 y 20 años un 4%, entre 30 y 40 años un 7% y entre 40 y 60 un 5% y de 60 a 80 un 2,5%. Y en 1975 se agudizó la tendencia a que la pirámide tendiera a un trapezoide. Agravándose el resultado de los niños y adolescentes (0 a 20 años) en un 7%. Las mismas pirámides saltando a los últimos censos del 2004 y 2011 indican que seguimos empeorando”, subrayó.

“Por lo tanto concluimos en que si el fenómeno de la despoblación nos afecta desde hace tanto tiempo, es insólito que no se le haya buscado soluciones. Y no compartimos la visión conformista que pregonan de la Facultad de Ciencias Sociales de la involución demográfica que representa ser cada vez menos. Hay que robustecer el país con más y mejor gente. Procreación y educación deben ir de la mano, para volver a ser algo parecido a lo que fuimos, usuarios de la tecnología presente y con las líneas de valores que surgen de la vivencia de las familias normalmente constituidas”, consideró Appratto.