Equidad de género, recaudación y gasto público

En los últimos meses el Banco Mundial (BM) publicó un trabajo titulado “¿Puede una mayor equidad de género mejorar la recaudación y la eficiencia del gasto público en Uruguay?”, cuyos autores son los investigadores Ruth Llovet Montañez, Diego Tuzman y Ximena del Carpio y que contiene interesantes planteamientos en relación con una temática de indudable importancia.

1. Impuestos y desigualdad

“¿Por qué algunos hogares pagan más impuestos o reciben más transferencias que otros? Puede ser porque muchas decisiones de política pública tienen efectos diferentes en distintos grupos de la población. Sin embargo, su diseño no siempre toma en cuenta factores importantes como las diferencias que las personas enfrentan en la sociedad y la economía a raíz de su género. Esto tiene consecuencias en la eficiencia del gasto público, la pobreza y la desigualdad. Según los autores, “las brechas de género en participación en el mercado laboral, salario, ocupación y uso del tiempo, por ejemplo, influyen en la carga de impuestos directos (como el impuesto a la renta) que realmente pagan las mujeres en comparación a los varones”.

2. Hogares uruguayos

De acuerdo con este documento, en nuestro país, “el tipo de hogar más común está formado por una pareja más personas (hijos u otros) menores de 25 años, seguido por hogares de parejas sin hijos. Otro tipo de hogar relevante en el país es el unipersonal, que actualmente representa a 1 de cada 5 hogares. La mitad de estos hogares están integrados por solamente una mujer y la otra mitad por solamente un varón, aunque ambos hogares unipersonales presentan características diferentes. Por ejemplo, el 70% de los hogares unipersonales femeninos está integrado por una jubilada o pensionista, comparado con solo el 30% de los unipersonales masculinos.

A diferencia de los hogares unipersonales, en los hogares monoparentales (donde hay solo un adulto a cargo de menores de 25 años) existen importantes diferencias de género. En particular, la proporción de mujeres solas con menores de 25 años es considerablemente mayor que la de varones en esta situación. Además, estos hogares tienen una mayor probabilidad de ser pobres (21,2%), comparado con una tasa de pobreza del 9,2% en los hogares monoparentales masculinos y del 9,1% en los hogares formados por una pareja con menores de 25 años”.

3. Uruguay: género  y equidad

Este documento afirma que “Uruguay ha registrado un sustancial avance hacia la igualdad de género en los últimos años, pero todavía persisten brechas importantes. Por ejemplo, las mujeres participan menos en el mercado laboral que los varones, a pesar de estar igual o mejor calificadas. Además, las mujeres ganan en promedio entre 20 y 30% menos en empleos similares que los varones, son más propensas a estar ocupadas en tareas informales y tienen menor probabilidad de ser empleadoras o propietarias de negocios. Las mujeres también tienen una mayor carga del trabajo no remunerado en el hogar y en los cuidados, al que dedican un 20% de su tiempo (frente al 8% del tiempo de los varones). Con esos datos sobre la mesa, cabe preguntarse cuál es el impacto que las reformas fiscales pueden llegar a tener en hogares con distinta composición de género”.

Para el BM, “en casi la mitad de los hogares en Uruguay los varones son la principal fuente de ingresos laborales del hogar, mientras que solo en un cuarto de ellos las mujeres son las principales generadoras de ingresos. Los hogares en los que ellos y ellas contribuyen de forma equitativa son solamente el 6,7% del total, a pesar de que ambos sexos trabajan en el 36,4% de los hogares del país. Los hogares donde las mujeres son la principal fuente de ingresos son más propensos a ser pobres. La menor incidencia de pobreza se da entre los hogares donde ambos sexos contribuyen equitativamente a los ingresos laborales del hogar.

En los hogares formados por parejas con hijos, cuando uno de los dos no trabaja, suele ser la mujer. La brecha de género en participación laboral es más del doble en los hogares con hijos que en los hogares sin hijos. No solo es más probable que las mujeres en pareja trabajen si no tienen hijos, sino también que sean la principal fuente de ingresos del hogar. Esto sugiere que las mujeres sin hijos tienden a trabajar más horas, en ocupaciones mejor pagadas, o ganar salarios más altos que las mujeres con hijos.

Las desigualdades de género que todavía persisten, sumadas a la situación demográfica del país, generan una base sobre la que actúan las políticas. La incorporación de la perspectiva de género en el análisis de incidencia de la recaudación y el gasto público permitiría abordar estos temas y dar respuesta a cuestiones clave en el diseño de políticas públicas como las siguientes: ¿Cómo podría afectar una relocalización del gasto público? ¿Cómo mejorar la eficiencia del gasto y la recaudación sin afectar desproporcionadamente a los hogares más vulnerables?”
Sin lugar a dudas, el trabajo de estos investigadores aporta importantes datos sobre la relación entre la equidad de género, la recaudación y el gasto público, análisis que merece ser tenido en cuenta a la hora de diseñar políticas públicas que involucren dichos temas. Dr. Rodrigo Deleón

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