Observan una alta variabilidad productiva entre los sistemas de invernada en el país

Invernada existe en todo el país, aunque se identifica normalmente con las regiones más productivas del litoral sur.

El Plan Agropecuario publicó en su página web el libro La invernada en sistemas pastoriles, una mirada conceptual desde los productores. Se trata de una obra de 135 páginas editada por el ingeniero agrónomo Esteban Montes, que resume los resultados y conclusiones del Proyecto de relevamiento y difusión de mejoras en la terminación de vacunos sobre sistemas pastoriles.
Señala que en Uruguay “hay invernada en todo el país”, aunque “normalmente se la identifica con las regiones más productivas del litoral sur. Hay invernada a campo natural y sobre praderas y verdeos, con suplementación y sin ella, de novillos jóvenes y boca llena, a muy bajo costo y con costos elevados”.
“Tradicionalmente había una clase invernadora y otra de ciclo completo con invernada”, pero “en los últimos años aparecieron el feedlot, la cuota HQB 481 y los ciclos incompletos que han cambiado el escenario. Muy buenos invernadores son hoy recriadores de cuota, muchos criadores son hoy también recriadores y lo cierto es que cuando hay estímulos la ganadería va cambiando y para mejor”.
En cuanto a la visión de los productores sobre la invernada de vacunos, se señala que el proceso productivo de carne de vacuno “se divide en tres fases: la cría (desde la fecundación del óvulo hasta el destete), la recría (desde el destete hasta el comienzo del engorde) y la terminación o invernada (desde la recría hasta la terminación)”.
“La fase de terminación o de invernada es la etapa del proceso que provoca más atracción en los productores ganaderos, por lo sencilla y rápida que resulta. Un vacuno puede transformar el pasto en carne con tanta eficiencia que en tan solo pocos meses puede resultar en un negocio económicamente muy rentable. Sin embargo, como en toda actividad económica, no siempre se logran los resultados esperados”, por lo que es necesario identificar los factores que limitan y condicionan.

Resultados

“Se constata una alta variabilidad productiva entre los sistemas, con una producción mínima de 83 kg/ha y la máxima de 801 kg/ha. Las principales explicaciones a esta variabilidad se relacionan con el grado de intensificación de los sistemas (área mejorada, suplementación, etc.) y al potencial productivo de los campos”.
En Colonia se produjeron 801 kg/ha durante el ejercicio 17-18. Allí el sistema fue “intensivo con toda el área pastoril basada en pasturas implantadas de alta productividad (alfalfa, avena, raigrás, etc.), con manejo del pastoreo de forma rotativa racional, con cambios de parcela cuatro veces al día, lo que genera altos porcentajes de utilización de la pastura. A su vez, se suplementa con concentrados energéticos, fardos y silo pack durante prácticamente todo el año. El pastoreo es principalmente con animales jóvenes, desde terneros a novillos y vaquillonas vendidos gordos, con 18 meses”.
La carga animal “fue de 1.340 kg/ha: 3,7 veces la carga promedio de los demás sistemas analizados”.
Durazno, Canelones y Florida tuvieron sistemas con “similares características: base pastoril con aproximadamente 50% del área mejorada en base a praderas y verdeos sin suplementación, con compra de terneros y venta de novillos gordos”, y lograron 240 kg/ha y una ganancia de 563 gramos por cabeza por día”, en promedio para ambos ejercicios. En tanto que Flores y Lavalleja, “con 100% del área mejorada en base a praderas y verdeos con suplementación en los lotes de terminación entre 40-60 días previo a la faena, se generaron PC de 214 kg/ha en promedio”. En estos casos, la producción “fue menor a los sistemas pastoriles antes descriptos, debido a una menor productividad de las praderas perennes, envejecidas con alto grado de enmalezamiento”.

EXPERIENCIA ADQUIRIDA COMO BASE

En el Resumen final se expresa que “para planificar los resultados primero hay que fijar objetivos” y que hay muchos productores que “si bien no los tenían escritos, tenían un rumbo con aspiraciones a conseguir ciertos resultados productivos o económico-financieros, que miden en cabezas vendidas o dinero ingresado”.
A su vez, “los mejores resultados se obtienen aplicando correctas decisiones, muchas veces basadas en indicadores de resultados de la gestión realizada y otras en la experiencia de años en el rubro”.
“En la realidad de la ganadería del Uruguay, la inmensa mayoría de los productores no gestiona sus empresas basándose en indicadores de resultados técnicos, sino que apelan a la experiencia adquirida luego de años de trabajo. Eso no significa que los desconozcan. Por el contrario, muchos son profesionales de distintas ramas, pero se manejan considerando dos o tres relaciones que tienen en cuenta el stock ganadero y el dinero en caja, la mejor forma de gestionar sus economías”.
En lo productivo, “la principal preocupación tiene que ver con la mejora de la producción forrajera. Asociadas a este recurso, se demandan tecnologías que mejoren la cantidad de forraje sin descuidar el medio ambiente, pero también la calidad de las especies a utilizar”.

Otro tema que preocupa, también asociado a la productividad, refiere “al manejo animal en relación a tecnologías utilizadas, pero atentos al bienestar animal. Este aspecto adquiere alta relevancia, paralelamente a la productividad. También la infraestructura productiva es puesta como tema de alta preocupación, asociada a la sustentabilidad ambiental y la mejora productiva”.
Desde el punto de vista de la mejora económica, “la variable costos es una de las que más preocupa por su alta incidencia en los resultados”; y “también desde el perfil comercial se realiza un fuerte análisis de varios indicadores que son tenidos en cuenta como puntos para la mejora de los resultados económicos”. “Finalmente, existe una alta preocupación por los recursos productivos, la sostenibilidad ambiental, el bienestar animal y personal, asociados a la mejora de la infraestructura para el manejo de la hacienda y la eficiencia de los recursos humanos”.