Ante aumento de la demencia, destacan la importancia de considerar factores de riesgo

Hasta el año 2025 está vigente el Plan de Acción Mundial sobre la respuesta de la salud pública a la demencia, establecido por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). El plan desarrolla siete áreas estratégicas y una de las primordiales refiere a la reducción de los riesgos de demencia, con la promoción de los factores que pueden modificarse con un cambio en los comportamientos.
La demencia aumenta rápidamente y se ha transformado en un problema mundial de salud pública. A nivel global hay aproximadamente 50 millones de personas con demencia, y el 60% de ese total vive en países de ingresos bajos y medianos. Cada año se presentan casi 10 millones de casos nuevos. Es posible que el número total de personas con demencia alcance los 82 millones en el año 2030 y 152 millones en 2050. La demencia genera mayores costos para los gobiernos, las comunidades, las familias y las personas, así como pérdida de productividad de las economías. En 2015, el costo mundial total de la demencia para la sociedad se calculó en U$S 818.000 millones, lo que equivale a 1,1% del Producto Bruto Interno (PBI) mundial. La edad es el principal factor de riesgo conocido para el deterioro cognitivo. Sin embargo, la demencia no es una consecuencia natural o inevitable del envejecimiento. Hay varios estudios recientes que han mostrado que el deterioro cognitivo y la demencia tienen relación con factores de riesgo asociados al estilo de vida, como la inactividad física, el consumo de tabaco, la alimentación poco saludable y el consumo nocivo de alcohol. Ciertos trastornos médicos, como la hipertensión, la diabetes, la hipercolesterolemia, la obesidad y la depresión, conllevan un mayor riesgo de contraer demencia. Entre otros factores de riesgo potencialmente modificables figuran el aislamiento social y la inactividad cognitiva. La existencia de factores de riesgo potencialmente modificables significa que la prevención de la demencia es posible mediante una estrategia de salud pública, con intervenciones clave que retrasen o desaceleren el deterioro cognitivo y la demencia. El doctor Marcelo Luaces, integrante del equipo técnico de ADAP que lidera el doctor Gustavo Curbelo subrayó la necesidad de “seguir sensibilizando a la población sanducera y romper estigmas de esta enfermedad, hasta la fecha crónica e incurable”. Recordó que “ese número de 50 millones de personas en el mundo con demencia, aumenta cada 3 segundos y sólo en las Américas, conviven con esta enfermedad unas 10 millones de personas”.
El plan de acción de la OPS proporciona un programa de trabajo integral, para “la sensibilización acerca de la demencia y la atención a las necesidades de las personas con demencia, la reducción del riesgo de demencia, el diagnóstico, tratamiento y atención, la investigación e innovación y la prestación de apoyo a los cuidadores de las personas con demencia”. En Uruguay, “aproximadamente padecerían demencia alrededor de unas 50.000 personas, Es un estadio Centenario completo y la proyección para el 2050 es que unos 112.000 uruguayos padezcan esta enfermedad”, dijo a Pasividades.
SIGNOS DE ADVERTENCIA
Luaces señaló que “la demencia afecta a cada persona de manera diferente, pero hay algunas señales de advertencia comunes”. Ejemplificó que una persona puede cuestionarse si “se olvida de hechos o información importante, si tiene dificultades para realizar tareas que son familiares, si tiene dificultades con el lenguaje o para encontrar las palabras correctas, si una persona tiene episodios de desorientación temporal o espacial, si toma decisiones equivocadas o extrañas. o si tiene problemas para seguir el hilo de la conversación o pierde la cuenta de lo que ocurre”. También puede observar “si extravía cosas o las pone en lugares desacostumbrados, o si experimenta cambios en el estado de ánimo y el comportamiento, o problemas con las imágenes, los colores o la consciencia del espacio y si ha perdido el interés en el trabajo o la vida social”.