Escribe Danilo Arbilla: No titulado

¡Qué lo parió con esto de los títulos universitarios! Menos mal que estoy jubilado. Supongo que, básicamente, por los aportes que hice al BPS por mi actividad periodística. Pero, para ser bien transparente, que conste que no tengo título universitario de periodista, de comunicador y de lo que sea.
En mi descargo también dejo constancia que cuando me inicié en el periodismo profesional, hace exactamente 60 años, no había Universidad de Periodismo. Uno se hacía en la práctica.

Es más, fui “profesor” de periodismo por dos o tres años en el Instituto de Filosofía Ciencias y Letras antes que este se transformara en la Universidad Católica. Y ya en ésta di charlas y algún taller para periodistas graduados. Puse lo de profesor con comillas, porque muchos de los muchachos –los que en su gran mayoría son hoy brillantes periodistas o publicistas, aquí y en el exterior– me decían profesor. También así me llamaban en varias universidades del continente (por ej. de Lima y San Marcos de Perú, Universidad de Guadalajara, de República Dominicana) en que di conferencias o dirigí coloquios y talleres sobre periodismo.

Asistí eso sí a un curso intensivo de más de dos meses –“cursos superiores de periodismo”– en Ecuador. Eran súper intensivos y muy buenos, pero lo único que recibías era un certificado de asistencia. Diríase que tengo un título de asistente o asistidor, pero no los uso.

Debo precisar que creo que para ser periodista no se necesita título alguno ni ningún tipo de colegiación obligatoria. He peleado por ello junto con otros colegas y ya hace mucho se logró una resolución de la Corte Interamericana, que establece que no son ni pueden ser requisitos obligatorios (OC 05/85), por cuanto todos los ciudadanos tienen derecho a buscar, recibir y difundir información sin ningún tipo de limitaciones según reza en el artículo 13 de Pacto de San José de Costa Rica. Y eso es lo que hace un periodista, buscar, recibir y difundir información.
No obstante ello pienso que la formación universitaria, la que siempre recomiendo, ha aparejado un enriquecimiento para el periodismo y contribuye a la afirmación de la identidad profesional.

De todas maneras, se trata de la libertad de expresión, se trata de un derecho individual: todos podemos ser periodistas.
Lo mismo pasa con la actividad política. Todos podemos ser políticos, sin necesidad de exhibir título alguno; tampoco tener un título universitario implica una ventaja comparativa para ello.

Se ha dicho que Adrian Peña fue un muy buen ministro de Ambiente –Lacalle Pou, Sanguinetti, Cosse– y no lo fue seguramente porque aplicara sus conocimientos de casi ser “administrador de empresas titulado”.

Porque mintió, me parece demasiado tajante. Sin duda le erró, pero efectivamente solo obvió algo que no hace a su gestión como ministro ni a su elección como legislador. No creo que hayo ido por Canelones pidiendo que lo voten porque tenía un titulo de Administrador de empresas.
Son armas de doble filo: las exigencias pueden aplicarse según convenga. Me parece.

Casos como el de Peña o el de Sendic, me llevan a una disyuntiva que cuando hacía de “profesor” planteaba a los estudiantes: ¿noticia es todo aquello que alguien quiere ocultar o en realidad es aquello que alguien quiere que se difunda?
Hay una gran diferencia.