Jorge Lara Ríos fue imputado como responsable del crimen de su hermana Giuliana y su sobrino Mateo

 

 

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En audiencia celebrada en la Sede Penal de Paysandú, la jueza de Octavo Turno, Natalia López, dio lugar al pedido de la Fiscalía de Cuarto Turno e imputó a Jorge Daniel Lara Ríos, de 29 años, por la “presunta comisión de un delito de homicidio muy especialmente agravado en concurso formal (al tratarse de dos víctimas), con un delito de homicidio especialmente agravado por el parentesco, imponiéndole como medida cautelar la prisión preventiva por el plazo de 180 días. En ese lapso, que vence el 2 de agosto de este año, la fiscal Cecilia Irigoyen deberá contar con el cúmulo de evidencias probadas para poder llevar al caso a la instancia de juicio, donde el doble homicida obtendrá una sentencia de condena.

En la audiencia y posteriormente en una rueda de prensa, las autoridades indicaron que el hombre no contaba con denuncias radicadas por su hermana, aunque sí hay registro de dos (años 2020 y 2021) que fueron hechas por su por entonces pareja, a quien golpeaba y encerraba. En tanto, al no contarse con confesión del asesino, no se conoce aun qué lo motivó a matar a su hermana y sobrino y luego descartarlos de esa cruel manera.

Desde la tarde, la Policía había efectuado el corte de tránsito a la altura de Zorrilla de San Martín y Leandro Gómez, Rincón y Monte Caseros y en la esquina de Zorrilla de San Martín y 18 de Julio a fin de evitar los desbordes de numerosos sanduceros que, indignados ante la atrocidad del hecho, esperaban ver al asesino para descargar su furia, así fuera gritándole las peores calificaciones.
Casi una hora antes, los policías habían trasladado al homicida desde la Comisaría Primera hasta la sede donde debió aguardar por el ingreso a sala. Vistiendo una remera azul marino y el mismo short turquesa con el que hasta tuvo el descaro de sumarse a la búsqueda de sus propias víctimas en la noche del miércoles, con manos y pies esposados fue conducido a sentarse al lado de la abogada de Oficio.

El clamor de justicia se hacía ver y escuchar.

SANGRE FRÍA

A las 17 horas en punto, estando presentes cuatro representantes de las víctimas junto a su abogada, así como fiscales, el acusado y su defensora pública, dos policías munidos con arma larga y sus rostros cubiertos, así como periodistas que pudieron ingresar en calidad de oyentes –entre ellos EL TELEGRAFO–, dio inicio la audiencia en que primó la voz de la fiscal dando a conocer los indicios colectados que demuestran la autoría del hecho por parte de Jorge Daniel Lara, un exmarinero y poseedor de antecedentes penales por cohecho. En primera instancia, la fiscal relató los hechos de manera cronológica de acuerdo al trabajo realizado en conjunto con la policía sanducera que permitieron vincular a Jorge Daniel Lara. Indicó que las víctimas vivían en la misma vivienda junto a éste y que la joven trabajaba en un almacén y carnicería donde concurría con su hijo en la motocicleta que había comprado en diciembre la cual no se la prestaba a Jorge Daniel.
Giuliana estaba juntando dinero para poder mudarse con su hijo, ya que el hermano le hacía la vida imposible al punto de cortarles la luz, le pedía dinero y no los dejaba entrar. Según se desprendió de varios testimonios, el relacionamiento entre ambos era violento y por ese motivo no le prestaba su moto.

La noche del lunes 30, Giuliana terminó de trabajar a las 21 y junto a su hijo concurrió a una frutería de la que era asidua clienta, donde adquirió frutas y se dirigió a su casa, donde fue vista por dos vecinos por última vez. De la información de su telefóno celular surgió que su última actividad fue en Facebook donde publicó una foto con su hijo, conexión que dejó de tener a medianoche. Al día siguiente, al no presentarse a trabajar (lo que no era común en ella) y menos aún sin dar aviso del motivo, su patrona llamó al padre pero no obtuvo respuesta, lo que le causó mayor preocupación, ya que Giuliana le había dicho que si “alguna vez” no sabía de ella era “porque algo le había pasado”.

En la noche del 31, el padre de Giuliana radicó la denuncia de su desaparición al no poder contactarse por ningún medio. Dijo que era muy raro que se ausentara sin avisar, lo que fue corroborado con otros familiares y con su empleadora.

COMPRAS Y TRASLADO

En tanto, del trabajo de la Policía en cuanto al seguimiento de sistemas de cámaras de vigilancia y aporte de testigos, surgió que el el 31 de enero a las 06.05 salió de la casa en la moto de Giuliana, lo que fue captado por cámaras de Zorrilla de San Martín y Avenida San Martín, llevando a un niño pequeño con un casco blanco, y minutos más tarde pasar por San Martín y Ledesma, donde termina la avenida y comienza la zona de campo y vegetación, perdiéndose de vista.

Allí fue visto por un hombre de la zona, quien dijo que cerca de las 7 lo vio salir del monte hacia la calle, donde lo escuchó conversar con una señora a la que le dijo que había enterrado un perro. Éste se le acercó a Jorge Lara para preguntar qué andaba haciendo, ocasión en que le brindó el mismo relato que a la mujer. Con el correr de las horas, el testigo se dio cuenta por publicaciones de redes sociales de que se trataba del sospecho de la desaparición de Giuliana y Mateo, por lo que se presentó a la comisaría a brindar su aporte.
A las 08.05, Lara salió nuevamente de la casa en la moto cuyo pasaje fue captado por otra cámara. Se dirigió a un comercio en la zona céntrica donde compró varias bolsas de residuos negras, las que pidió con especial interés que se fijaran su tamaño y hasta las midió con las baldosas del piso. A las 8.57 de ese día fue otra vez captado en la zona de San Martín y Ledesma, donde llevaba entre sus piernas un bulto en una bolsa negra, dirigiéndose a la entrada al monte de la Playa Mayea.

En ese sitio permaneció durante una hora, ya que fue visto a las 9.10 saliendo sin bolsa pero con una mochila en la espalda. Tras retornar a su casa y embolsar otros restos de sus víctimas, Jorge Lara volvió a ir hacia la Mayea con una segunda bolsa negra. Con el cinismo que parece ya caracterizarlo, se cruzó con dos muchachos a los que, nervioso, les dijo que no se acerquen ahí y tengan cuidado (señalando el lugar donde descartó las bolsas) “porque tiré un perro que se me murió y anda una yara”. Los muchachos esperaron que Lara se alejara y de manera curiosa se acercaron, ocasión en que vieron fuego, por lo que no hurgaron más. Luego de descartar los restos de su hermana y sobrino, éste fue a San Martín y Dr. De Herrera donde compró nafta y más bolsas. Casi una hora después fue visto otra vez dirigiéndose al oeste. A las 14.50, luego de terminar con su cruel tarea, Jorge Lara se tomó tiempo para ir a un almacén, compró un refresco, pan y mortadela. Y no sería hasta las 16 que concurrió a una frutería -donde a veces vende flores-, en que pidió le prestaran una pala y un pico, pero no se los dieron.

Ya a las 17.40, siguiendo con su plan de hacer creer que su hermana y sobrino se habían ido por voluntad propia, Lara salió hacia la ruta con destino a Salto, así quedó documentado en diferentes puntos del trayecto. A las 19.30 ya estaba en el puente sobre el río Daymán. Se dirigió a la terminal shopping donde dejó abandonada la moto de su hermana, no sin antes sacarle la chapa matrícula. En tanto, entró al centro comercial optando por ir al supermercado donde, previo a efectuar alguna compra, dejó las mochilas en un locker, todo lo que fue documentado luego por las cámaras del lugar. La moto fue hallada por la policía de Salto, así como las mochilas en que había ropa de mujer y de niño y artículos de higiene personal, llaves y dos cargadores. El seguimiento del celular de Giuliana permitió cotejar los movimientos del homicida en Salto, sin embargo no fue posible recuperarlo.

En el frente de la casa donde vivían Giuliana y Mateo, varias personas se reunieron para encender velas.

EL 3 DE FEBRERO

No fue hasta este viernes en que la angustia del entorno de Giuliana y Mateo fueron hallados. La imagen, que hasta policías han descrito como atroz, dejó en evidencia el cinismo con que actuó el culpable, conteste a lo descrito por la fiscal en audiencia de acuerdo a la autopsia realizada. En tal sentido, Irigoyen dijo que una vez asesinados, Lara los desmembró con técnicas similares a las empleadas en un matadero, donde éste trabajó durante algún tiempo, por lo que calificó que “no quedan dudas de que les dio muerte de una manera muy violenta e intentó luego borrar todo rastro”.

Ese mismo día, se realizó un allanamiento en la finca que habitaban en que se advirtió un gran desorden en el interior, dos restos de fuego en el patio y en la churrasquera, y rastros de que la zona del baño y pasillo fueron limpiadas con profundidad. Además, el relevamiento de la Policía Científica aplicando luminol dio con el hallazgo de salpicaduras de sangre humana en zona del bidet y pasillo, incluso la imagen a contraluz de una huella coincidente con una mano pequeña.

Lo expuesto por la fiscal dio pie entonces al pedido de formalización de investigación e imputación de Jorge Lara. Sin embargo (como nuestra Constitución lo permite en un Estado de derecho) la abogada del acusado se opuso a dicho planteamiento indicando que no negaba el hecho, ni los hallazgos de los cuerpos, pero deben “respetarse los derechos de Lara” (homicida) y que el “90% de la evidencia con que cuenta la fiscal son ilegales”. Precisó entonces a que su defendido se le tomó declaración en dos ocasiones sin abogado presente, que la Policía construyó la línea de tiempo y recolectó los cuerpos y que la inspección en la casa del barrio Municipales I se hizo sin la orden de un juez, y que Jorge Lara fue “coaccinado a declarar”. Pese a tal planteo, entre otras consideraciones en que dijo que el homicida no representa un peligro para la sociedad, la jueza no dio lugar y sí lo hizo con el pedido de la fiscal.