Los celulares en las aulas de clase

De acuerdo con el diario bonaerense “Clarín”, hace algunos días Italia “confirmó la prohibición de utilizar dispositivos electrónicos en las aulas si no es con fines educativos. “Estar distraído con el celular no permite seguir de manera provechosa las lecciones y es además una falta de respeto a la figura del docente, a quienes es prioritario restituir la autoridad”, expresó el ministro Giuseppe Valditara. El funcionario citó también una investigación del Senado que resaltó los “efectos nocivos que el descuidado uso de dispositivos electrónicos puede tener sobre la concentración, la memoria y el espíritu crítico de los niños”. Destacó, asimismo, que “el interés de los estudiantes, que debemos proteger, es quedarse en el aula a aprender. Estar distraído con el celular no te permite seguir las lecciones de manera provechosa y además es una falta de respeto a la figura del docente, a quienes es prioritario restituir la autoridad”. En el año 2018 Francia tomó una decisión similar, la cual ha sido replicada por algunos países en los últimos años.

El conflicto entre la pedagogía y el uso de los aparatos celulares también estuvo y está presente en nuestro país. Es bueno recordar que en el año 2016 el periodista y académico uruguayo Leonardo Haberkorn, renunció a seguir dando clases en la universidad ORT de Montevideo debido al uso que sus alumnos hacían de los celulares. “Me cansé de pelearle a los celulares, el WhatsApp y el Facebook. Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla. Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies”, afirmó el docente. Más allá de la decisión adoptada por las autoridades italianas o de la renuncia de Haberkorn, lo cierto es que la presencia de los celulares en los lugares de enseñanza plantea el difícil desafío de conjugar intereses muy diversos (docentes por un lado y estudiantes por el otro) pero que deben coincidir en un objetivo superior, final e impostergable: mejorar la calidad de la educación y preparar a nuestros jóvenes y adolescentes para un futuro cada más cambiante e incierto.

En este punto, resulta interesante lo expresado por Daniela Vanesa Dantas Cruz en su monografía final de grado en la Universidad de la República (UdelaR) titulada “El teléfono celular como mediador de las relaciones en la adolescencia: ¿Vínculos virtualizados?” para quien, “con el transcurrir de los tiempos la dinámica comunicativa familiar se ha ido transformando, se han diferenciado reglas y los roles de cada integrante de la familia contemporánea. Actualmente este tipo de dispositivo acompaña al adolescente a desenvolverse en el exterior de la familia con relativa autonomía y ante la mirada de los demás adolescentes es un símbolo que lo muestra como adulto. Es regulador de la ansiedad de los padres ya que aseguran que el celular brindará una seguridad de los movimientos que hagan sus hijos, amortigua sus propios temores y los que se cree del medio. El celular posibilita que los adolescentes creen espacios discretos alejados de los adultos pero con la posibilidad de contactar a sus padres en el momento deseado. Ya instalada la propagación del uso del celular en los adolescentes, es evidente la generalizada propensión a utilizarlo reafirmando así la identificación. De esta forma, los ámbitos familiares están dotados de las tecnologías, es así pues que funcionan como ventanas contemporáneas por las que se asoman, los integrantes urbanos del sistema familiar, al mundo global. Desde su incorporación al mercado hasta la actualidad el teléfono celular podría estar cambiando la forma de percibir el espacio familiar, si bien antes se tenía un lugar bien establecido para la relación e intimidad familiar, hoy parece que a través del teléfono celular, como de otras tecnologías, también se puede estar afuera del espacio doméstico mientras se está adentro y viceversa”.

Por su parte, el neurocientífico francés Stanislas Dehaene (asesor del Ministerio de Educación de Francia) explicó en forma por demás clara al diario “Clarín” el daño causado por un uso indebido de los celulares: “Uno de los pilares del aprendizaje es la atención. El cerebro selecciona y amplifica información y evita la distracción. Entonces, en lo que uno pone atención lo amplifica y en lo que no presta atención no se aprende prácticamente nada. El maestro tiene que hacer que los alumnos presten atención sobre lo que tienen que aprender. Y evitar toda distracción”. “El problema con los celulares es que las aplicaciones que más se usan –Facebook, Twitter, Instagram y Tiktok– están diseñadas para atrapar tu atención y convertirte en adicto. Así es como ellos viven. Su objetivo es atrapar tu tiempo para vendérselo a los anunciantes. Distraen del aprendizaje al atraer tu atención constante hacia otros estímulos”.

Queda claro que los desafíos que se plantean en la enseñanza guardan alguna relación con los que se presentan en los ámbitos laborales en los cuales los trabajadores parecen ser incapaces de separarse de sus celulares, sin importar los riesgos que ello pueda llevar aparejado o la pésima imagen que brinda alguien que atiende público sin dejar de chatear en su celular. En ambos lugares existe una autoridad (el empleador en un caso y el docente en otro) y se trata precisamente de armonizar los derechos y realidades con trabajadores o alumnos según el caso, siempre en la búsqueda de lograr un lugar de estudio (o de trabajo) en el cual se puedan cumplir los objetivos que en este caso son nada más y nada menos que de adquirir conocimientos y habilidades que les permitan a los educandos desenvolverse en un futuro cada vez más cercano.

Así las cosas, parece lógico tratar de congeniar la presencia de los celulares en los institutos de enseñanza, buscando una convivencia pacífica pero sobre todo fructífera a través de un uso destinado a los objetivos pedagógicos del curso del que se trate. A modo de ejemplo, el sitio web eservicioseducativos.com menciona algunos de los usos que se podría dar a los celulares durante las clases: para consultar un dato, como cámara fotográfica para así ilustrar trabajos y presentaciones o hacer un video, para leer noticias de actualidad como parte de la explicación dada por el docente, como diccionario, como agenda, como grabadora, para leer libros electrónicos, como escáner de documentos, como calculadora, para localizar puntos en el mapa, entre tantos otros. Las autoridades de los centros de enseñanza y principalmente los docentes deberán agudizar el ingenio para tratar de integrar a los celulares al proceso educativo para que ayuden al mismo en lugar de dañarlo, una tarea para nada fácil pero que debe enfrentarse cuanto antes porque la importancia de la educación lo justifica.